Óscar Ricardo Muñoz Cano

La Orquesta Filarmónica de Acapulco celebró la noche del martes en el Jai Alai de Casino Life a los niños en su día con el cuento musical Pedro y el Lobo de Sergei Prokofiev, que contó con la participación especial del actor y director teatral mexicano Rodrigo Johnson como el narrador.
Ante cientos de personas, primero se presentaron integrantes de las orquestas Sinfónica Comunitaria Renacimiento, Infantil Comunitaria Bonfil y el Ensamble de Cuerdas Puerto Marqués.
Luego, y bajo la dirección de Bartholomeus-Henri Van de Velde, la Orquesta Filarmónica interpretó la Sinfonía de los Juguetes, atribuida por muchos a Leopold Mozart, padre de Wolfrang Amadeus.
La obra, compuesta de tres partes (Allegro, Menuetto, Allegro) incorpora como instrumentos objetos ajenos a la música y que resultan muy familiares al oído con la idea de contar cómo unos juguetes van detrás de una orquesta que sale corriendo y como ésta regresa para perseguirlos.
Luego, tocó el turno del cuento musical Pedro y el Lobo de Sergei Prokofiev, compositor ruso del siglo pasado, donde la música actúa como si pintara a los personajes por medio de los instrumentos, siendo el actor y director de teatro mexicano Rodrigo Johnson, quien fungió como narrador.
La obra, basada en una historia popular rusa, narra la historia de Pedro, un niño travieso y juguetón que vive su abuelo a quien un día desobedece para enfrentar los peligros del bosque desafiando al imponente lobo que atemoriza al pueblo.
Lo anterior, por medio de los propios instrumentos siendo personajes: el Pájaro (flauta), Pato (oboe), Gato (clarinete), Abuelo (fagot), Lobo (trompetas), Pedro (instrumentos de cuerda) y Cazadores (percusión).
Así y en corto tiempo, y con la ayuda del narrado, se suceden las distintas escenas de la pequeña obra que van desde el suspenso al humor, representados por tales personajes claramente reconocibles por su diferente color musical.
La sencillez del cuento, que tiene como moraleja el no mentir, los momentos dramáticos y los sonidos muy bien definidos, los espectadores pudieron recrear un ambiente mágico que los atrapó de principio a fin, haciéndolos soñar, imaginar y aplaudir al final del concierto de apenas una hora de duración.