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Cultura  

Fallece Eduardo Lizalde y con él se va una de las voces más importantes de la poesía

El laureado autor de obras destacadas como El tigre en la casa, murió a los 92 años

Mayo 26, 2022

El poeta Eduardo Lizalde, durante un homenaje que la Academia Mexicana de la Lengua le hizo por sus 90 años, el cual se realizó en la Capilla Alfonsina, en junio de 2019 Foto: Cuartoscuro

Redacción / Agencia Reforma

Ciudad de México

El destacado escritor, poeta y académico mexicano Eduardo Lizalde falleció este miércoles a la edad de 93 años. No se revelaron las causas del fallecimiento.
La Academia Mexicana de la Lengua, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y diversas dependencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lamentaron a través de las redes sociales el fallecimiento del escritor, quien era uno de los referentes de la poesía mexicana.
El autor era conocido como El Tigre, seudónimo derivado de su poemario El tigre en la casa (1970), obra que lo consagró como poeta universal.
Eduardo Lizalde Chávez nació en la Ciudad de México en 1929. Fue poeta, ensayista y narrador. Estudió Filosofía y Literatura en UNAM y Música en la Escuela Superior de Música.
Publicó sus primeros poemas en 1948 y en 1956 apareció la obra La mala hora. Después, otros poemarios, entre los que destacan Cada cosa es Babel (1966), La zorra enferma (1974), Caza mayor (1979), Tabernarios y eróticos (1989), Rosas (1994) y Otros tigres (1995).
Su obra fue reconocida con el Premio Xavier Villaurrutia 1970 por El tigre en la casa. Ganó el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1974 por La zorra enferma. Y el Premio Nacional de Literatura y Lingüística 1988.
Además fue acreedor del Premio Iberoamericano Ramón López Velarde 2002, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines-Gatien Lapointe 2005, Premio San Luis al mérito literario 2009.
En 2009 obtuvo la Medalla de Oro de Bellas Artes en reconocimiento a su trayectoria, en 2013 el X Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca y en 2014 el Premio Federico García Lorca, que recibió de las manos de los príncipes de Asturias. En 2015 la UNAM lo nombró doctor Honoris Causa.
Se desempeñó como profesor de Literatura Española, Mexicana y Latinoamericana en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde también tuvo algunos cargos, como secretario general de la Escuela de Verano y director de Radio Universidad.

Lamentan el fallecimiento

Autores, escritores, funcionarios lamentaron la partida de Lizalde.
“Una de las voces poéticas más poderosas de la literatura hispanoamericana se ha marchado. Lamento la muerte del poeta tigre. Descanse en Paz, Eduardo Lizalde. Mis condolencias a Hilda, sus hijos y amigos”, publicó la secretaria de Cultura federal, Alejandra Frausto Guerrero.
“Murió el enorme poeta Eduardo Lizalde. Lo quisimos y lo queremos, y su voz seguirá para siempre en nuestra memoria”, publicó Benito Taibo.
La escritora Margo Glantz también lo recordó a través de Twitter.
“De pronto, se quiere escribir versos que arranquen trozos de piel al que los lea… Eduardo Lizalde”.

Un elegante animal

De personalidad formidable, y artífice de una poética desgarradora y contundente que hendió los entornos oscuros de la realidad humana, Eduardo Lizalde pareciera indisociable de aquello mismo que él reconocía en la figura del tigre.
Muerte, destrucción y, sobre todo, belleza, exaltaba sobre el felino como metáfora el poeta referencial, uno de los más importantes y de mayor reconocimiento en lengua española, fallecido ayer por la mañana.
“Nadie representa tanto una figura elegantemente animal, en el buen sentido, como él. Para todos nosotros, él era EL TIGRE, con mayúsculas”, opinó en entrevista telefónica el poeta Marco Antonio Campos, evocando la forma en que solían saludarse: “Hola, Tigre, ¿cómo estás?’”.
“Me entristeció mucho (la noticia de su muerte). Con él se va el último de los grandes poetas mexicanos”, añadió. “Los poetas nos vamos quedando cada vez con menos referentes esenciales. Yo le agradezco mucho su gran poesía”.
El tigre, asimismo, era para Lizalde emblema, signo y símbolo de la actualidad, de la fidelidad; también del olfato y del sentido de la orientación, a decir de Adolfo Castañón.
“En ese sentido, también el tigre es uno de los señores, dueños, del bosque, de la selva, y Eduardo Lizalde, en cierto modo, compartía todo esto. Pero también el tigre es una figura seductora, una figura fascinante, y Eduardo era capaz de fascinar con su voz, con su mirada, a sus amigos y amigas”, destacó el escritor.
Castañón tuvo aun la fortuna de saludarlo el pasado 23 de febrero, cuando le llevó a Lizalde un libro de ópera –la otra gran pasión en la vida del poeta, narrador, ensayista y traductor– para que se lo dedicara, como había hecho en otras muchas ocasiones quien ostenta una importante colección de sus títulos.
“Todavía pude platicar con él, aunque sí lo noté un poco débil”, compartió.
“Sabía que últimamente estaba un poco retirado”, dijo, por su parte, Margo Glantz, quien a pesar de ello no pensaba que este desenlace –anunciado en Facebook por el hijo del poeta, Eduardo Lizalde Farías– fuera cercano.
“Pero, como usted ve, mi generación está totalmente casi extinta. Y me da una pena muy grande”, agregó la escritora. “(Lizalde) es uno de los más grandes poetas que han nacido en México. Es una gran pérdida; tiene libros extraordinarios. El tigre en la casa, por ejemplo, es uno de los mejores libros que se han escrito en el país”.
Fue con esa obra, acaso su poemario más resonante y definitivo con la que Lizalde obtuvo el reconocimiento como poeta, cuando pasaba ya de los 40 años, y el sobrenombre que lo identificaría toda su vida: El Tigre.
“Es su libro más original. Está muy bien escrito, también con mucho humor, un humor de la vida cotidiana conyugal, de la relación a largo plazo. Es un libro profundo y también un poco lúdico; tiene muchas imágenes de un humor muy seco, casi, pero también muy agudo”, resaltó, por su parte, el también poeta Homero Aridjis, quien atesora la memoria de las partidas de ajedrez que le llegó a ganar tras conocerlo en el taller de Juan José Arreola.
La poesía de denuncia también sería una marca de Lizalde, formado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y militante de los partidos Comunista Mexicano y el Obrero Campesino, antes de fundar junto a José Revueltas la Liga Espartaco Leninista.
“Una poesía muy clara, tajante, contundente, verdadera, franca, y magníficamente escrita”, encomió Glantz, compañera del poeta en la Academia Mexicana de la Lengua, a donde Lizalde ingresó como miembro en 2007, quizá tardíamente, a decir de su director actual, Gonzalo Celorio.
Para éste, Lizalde, prodigioso conocedor de la literatura de otras lenguas, supo combinar dos maneras o modalidades de la poesía que no suelen ir juntas.
“Por un lado, era un poeta de una gran cultura, de una gran desarrollo intelectual, con un conocimiento profundo; y, por otra parte, era un poeta que llegó incluso a tener un lenguaje coloquial y que pudo imprimirle a su poesía un signo de vitalidad, de sensualidad, de erotismo, que compaginaba muy bien con esta otra profunda y seria que tenía.
“Eso, de alguna manera, lo singulariza y le da una personalidad propia, que hoy es una voz propia, en la tradición poética mexicana”, definió Celorio.