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Martes 30 de Abril de 2024

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Cultura  

Fallece Enrique Metinides, la leyenda del fotoperiodismo en México, a los 88 años

Llamado El Niño, por su precocidad en el oficio, estuvo delicado de salud durante varias semanas tras sufrir una caída. “Hay que prevenir que no sea muy macabra ni la nota ni la fotografía, pero no hay que ocultar nada”, decía el maestro sobre la nota roja

Mayo 11, 2022

El fotógrafo Enrique Metinides, captado en 2017 Foto: Cuartoscuro

Israel Sánchez / Agencia Reforma

Ciudad de México

“De niño, veía yo 30 o 40 cadáveres diario”, contaba Enrique Metinides, icónico fotoperiodista de la nota roja que a los 11 años ya publicaba en la primera plana de La Prensa las fotos que tomaba cargado en hombros de bomberos.
Con una carrera de más de tres décadas capturando crímenes, suicidios, accidentes y desastres naturales –la tragedia rodeada de pobreza, negligencia y corrupción–, una norma inquebrantable guiaba su labor: “Hay que prevenir que no sea muy macabra ni la nota ni la fotografía, pero no hay que ocultar nada”.
Así lo diría hace unos años en la apertura de Una crónica de la nota roja en México en el Museo del Estanquillo.
¿Su sello? Una mirada artística y humana que sumó a la estética de la fotografía mexicana el rol de “los mirones”, tal como encomiaron colegas y admiradores tras enterarse del fallecimiento de El Niño a los 88 años, ayer, tras varias semanas con un delicado estado de salud a causa de una caída.
“Siempre intentó darle un punto de vista más humano a la desgracia, a los accidentes. Lo que hacía era contar una historia a partir de cada imagen, el trasfondo de lo sucedido”, opinó en entrevista Luis Roiz, académico estudioso de la nota roja.
“Traía la luz en los ojos”, definió, por su parte, la fotógrafa Patricia Aridjis: “Tomó una cámara desde niño; así que lo suyo, lo suyo, era la fotografía. Hizo del drama humano una obra de arte”.
Los ejemplos sobran, pero acaso al pensar en el trabajo de Jaralambos Enrique Metinides Tsironides, nacido el 12 de febrero de 1934 en la Ciudad de México –hijo de un matrimonio griego–, salten de inmediato imágenes como la de la periodista Adela Legorreta, atropellada el 20 de abril de 1979 en el cruce de Monterrey y Avenida Chapultepec. Una fotografía a color –la mujer con los ojos abiertos, atrapada entre un poste y el muro de contención– que ahora figura en la colección del MoMA de Nueva York, junto a otras tantas.
“Lo que más he admirado de Metinides es su sangre fría para estar en las escenas trágicas y tener la calma de hacer composiciones magistrales. A veces parece que estamos viendo una obra de teatro”, apuntó Aridjis.
“Él se controlaba muy bien en las escenas dantescas, violentas. Tantos años mirando eso le daban un control absoluto, y en la foto tienes que tener ese control y dominar muy bien lo que retratas. Él tenía esa enorme cualidad, la virtud de dominarse y de mirar con mucha precisión cosas que no vemos fácilmente”, destacó, a su vez, Pedro Valtierra, amigo y colega de Metinides, ambos cubriendo la fuente policial a fines de los 70.
Se trataba, en efecto, de una cualidad adquirida, pues la primera vez que aquel niño –quien a los 7 años recibió como regalo una cámara que llevaba consigo a las funciones de cine noir–, capturó a su primer cadáver, un hombre decapitado por el ferrocarril de Buenavista, el impacto fue grande.
“Salí hasta corriendo de miedo de ver el muerto ya no en la película, sino en vivo”, cuenta en el documental El hombre que vio demasiado (2016), de Trisha Ziff. “Yo tenía, más o menos, le calculo, 9 años”.
Lejos del pesimismo que el México siniestro, violento y marginal pudiera inspirarle, se diría que desarrolló un ánimo estoico en cuanto a asumir la inevitabilidad de la muerte, y a la que burló al sobrevivir a 19 choques, un infarto y 7 costillas rotas.
“A través de su mirada también comprendía por qué sucedían las cosas, o eso quería compartirnos; entender que una tragedia puede pasar en cualquier momento, que la vida es efímera”, expuso Roiz.
“Fue un gran fotógrafo que tuvo la capacidad de mostrar los accidentes tal como eran. Creo que ha sido único. El único con la inteligencia y la capacidad de hacerlo”, calificó, por su parte, la fotógrafa María García.
Descubierto hace algunos años por galerías y museos del mundo, Metinides sumó exposiciones en sitios como Francia, Alemania, Holanda, España, Estados Unidos, Inglaterra y Polonia, a las que jamás asistió debido a su pavor a volar. Y es que, cuando tenía 7 años, contaba, unos vecinos un poco más grandes que él lo colgaron de la azotea de un edificio de ocho pisos, dejándolo “ciscado” de por vida.
Pero la valentía para entrar, escalar y subirse a cuanto lugar pudiera para obtener una foto, jamás faltó en este hombre, calificado por quienes lo conocieron como generoso y amable. Un caballero.
“Nos deja huérfanos”, resumió Valtierra.