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Jueves 25 de Abril de 2024

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Cultura  

Fallece Kenzaburo Oe, escritor japonés ganador del Premio Nobel, a los 88 años

Murió el 3 de marzo, debido a su edad avanzada, informa su editorial. Fue conocido por su postura pacifista y antinuclear y era parte de una generación “profundamente herida” por la Segunda Guerra Mundial

Marzo 14, 2023

Oe fue reconocido por la Academia Sueca por crear con una gran fuerza poética “un mundo imaginario donde la vida y el mito se condensan para formar un retrato desconcertante de la frágil situación humana” Foto: Agencia Reforma

Agencia Reforma

Tokio

“Si existe la otra vida, las almas de los muertos vivirán allí eternamente, y tal como estaban en el instante de morir, es decir, con todos sus recuerdos”, escribió Kenzaburo Oe en Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, en 1969.
Y parece definir el destino de una de las voces narrativas más grandes de Japón, fallecido el pasado 3 de marzo a los 88 años. Una pérdida que, sin embargo, apenas dio a conocer ayer, 10 días después, la familia del célebre novelista, cimbrando a la comunidad literaria internacional.
La partida del ganador del Premio Nobel de Literatura 1994 fue confirmada por su editorial, Kodansha.
“Murió de avanzada edad en las primeras horas del 3 de marzo”, señaló el sello en un comunicado, e indicó que los familiares del autor ya había realizado incluso el funeral, en total secrecía e intimidad.
Conocido por su postura pacifista y antinuclear, Oe forma parte de una generación de escritores “profundamente herida” por la Segunda Guerra Mundial, “pero llena de esperanzas de un renacimiento”.
Nacido en 1935, creció en un valle boscoso en la isla de Shikoku, al oeste de Japón, un sitio remoto que evocó frecuentemente en sus escritos como un microcosmos de la humanidad.
Aunque quedó traumatizado por la capitulación de su nación tras los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 1945, rápidamente se adhirió a los principios democráticos del ocupante estadunidense.
Adolescente, decidió ir a estudiar literatura francesa a la prestigiosa Universidad de Tokio, donde empezó su carrera literaria.
En 1958 ganó el reconocido Premio Akutagawa para jóvenes autores con La presa (1957), libro sobre un piloto afroestadunidense cautivo en una comunidad rural japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Ese mismo año publica su primera gran novela, Arrancad las semillas, fusilad a los niños (1958), una fábula social sobre los niños de un centro correccional japonés durante la guerra.
La periferia y la fama

El nacimiento en 1963 de un hijo discapacitado, Hikari (Luz en japonés), dio un vuelco a su vida personal y un nuevo impulso a su obra.
“Escribir y vivir con mi hijo se superponen, y esas dos actividades sólo pueden profundizarse recíprocamente. Me dije que, sin duda, es ahí donde mi imaginación podría tomar forma”, explicaría más tarde.
Una cuestión personal (1964) será la primera novela de una larga serie de libros inspirados en su vida privada. En ella narra la vida de un joven padre enfrentado al nacimiento de un bebé gravemente discapacitado, hasta plantearse matarlo.
Una historia de oscuridad y dolor que se prolongaría en sus letras.
Hikari había nacido con una deformidad craneal que le causó una discapacidad intelectual, pero la cual no lo imposibilitaría de desarrollarse profesionalmente.
Sus Notas de Hiroshima (1965) son un compendio de testimonios de víctimas del 6 de agosto de 1945. Luego, en Notas de Okinawa (1970), se centra en el destino trágico de este pequeño archipiélago periférico de Japón, que no será devuelto a su nación por Estados Unidos sino hasta 1972.
Injuriado por los nacionalistas nipones, Oe será acusado de difamación décadas después por haber recordado en este ensayo que numerosos civiles se vieron empujados al suicidio por los militares japoneses durante la batalla de Okinawa en 1945. Sobre este capítulo, el escritor acabaría por ganar un juicio tras un largo proceso.
“La humillación se arraigó en él y ha teñido buena parte de su obra. Él mismo describe sus textos como una forma de exorcizar demonios”, indicó la Academia Sueca.
Una de sus novelas más celebradas sería El grito silencioso (1967), una suerte de descenso a los “infiernos” desde la isla de Shikoku protagonizada por tres hermanos, Nedokoro, Mitsusaburo y Takashi, que la crítica lo posicionó junto al mismo Dante Alighieri.
En 1994 Oe se alzó con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en el segundo autor de su país en obtenerlo, detrás de Yasunari Kawabata, en 1968. Y pasarían más de dos décadas para que otro escritor nacido en Japón lo ganara, en 2017, Kazuo Ishiguro, aunque nacionalizado británico.
Oe fue reconocido por la Academia Sueca por crear con una gran fuerza poética “un mundo imaginario donde la vida y el mito se condensan para formar un retrato desconcertante de la frágil situación humana”, en palabras del comité del galardón.
Fue un escritor que siempre estuvo decidido a quedarse escribiendo en “la periferia”, aunque la fama lo desbordó, pero fue firme al prometer no colaborar con quienes se encontraban en el centro del poder.
Poco después del Nobel, por ejemplo, su rechazo a la Orden de la Cultura, una distinción japonesa otorgada por el emperador, causó revuelo en el país. “No reconoceré a ninguna autoridad, ningún valor más alto que la democracia”, alegó el autor en esa ocasión, fiel a sus ideales.
Y es que sus temas siempre evocaron una profunda incomodidad en su país.
Como figura destacada de la literatura japonesa tras la Segunda Guerra Mundial, Oe se opuso durante mucho tiempo al resurgimiento del militarismo japonés y abogó activamente por la paz.
A sus 70 años, Oe declaró que tenía la intención de seguir viviendo como novelista hasta su muerte y que el objetivo de su vida era “escribir novelas grotescas que desafíen el tiempo y la sociedad actuales”, según recordó tras su fallecimiento la agencia japonesa de noticias Kyodo.
Su partida fue sensible también en México, donde su obra fue ampliamente leída.
“Gracias Kenzaburo Oe por lo que nos diste. Varios lamentamos tu partida”, tuiteó al respecto el escritor y guionista de cine Guillermo Arriaga, mientras que la novelista Isabel Zapata lo despidió así: “Kenzaburo Oe: de esos nombres que no se pronuncian, se cantan”.
A Oe le sobreviven tres hijos, incluido Hikari, quien hoy es un renombrado compositor.