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Cultura  

Rescata el acordeonista Antonio Barberena la música que habrían escuchado Moctezuma y Hernán Cortés

El intérprete hizo una extensa investigación para su producción Tehuantin, que reúne la tradición instrumental europea, africana e indígena

Erika P. Bucio / Agencia ReformaCiudad de México

Julio 20, 2021

 

El acordeonista de concierto Antonio Barberena (imagen) recurrió a la leyenda del Quinto Sol para su disco, Tehuantin, que en náhuatl significa “nosotros” y que saldrá en agosto Foto: Agencia Reforma

¿Cuál era la música que se escuchaba en los tiempos de Moctezuma y Hernán Cortés?
A partir de esa pregunta, Antonio Barberena (México, 1962), acordeonista de concierto, emprendió una extensa investigación en archivos digitales de las composiciones y canciones que pudieron estar presente en la meseta de Anáhuac hace 500 años, convencido de que los años de la Conquista también congregaron arte y fueron más que batallas.
Y comparte un atisbo en su nuevo álbum Tehuantin, Música en tiempos de Moctezuma y Cortés, editado por Tempus.
En principio, la música renacentista, por supuesto, está presente, por el lado español. Sonidos que, si bien pudieran no ser acordes a su instrumento, parecieran haberse prendado al acordeón, señala el intérprete en entrevista.
Al fin y al cabo, su instrumento tiene entre sus antecesores al órgano de regalías, un órgano transportable que “gozó de elevada estima en las cortes europeas desde finales del siglo XV hasta el siglo XVII, como apunta Manuel Mejía Armijo, músico e investigador, en el cuadernillo del disco.
Aunque con características mecánicas similares para producir el sonido, el especialista también explica que el acordeón posee la ventaja de que una sola persona puede impulsar el aire y controlar las teclas.
En cambio, el órgano de regalías requería de otra persona para impulsar el fuelle además del organista.
El acordeón de Barberena, en esta grabación, según destaca Mejía Armijo, remite a la alta capella, “uno de los ensambles más representativos de los espacios musicales españoles” del Renacimiento, que reunía instrumentos de aliento: chirimías, sacabuches, bombardas, dulzainas y trompetas.
“La alta capella hacía una música acordada; es decir, que era capaz de ejecutar música polifónica, bien medida y afinada”, escribe el experto, director musical del grupo Segrel, enfocado en la interpretación de composiciones antiguas.
Dichos ensambles eran integrados por los ministriles, o conjunto de músicos.
La música del disco requeriría de cuatro o cinco instrumentos, pero con el arreglo de Barberena, el acordeón, polifónico, es suficiente para las distintas voces.
Por otra parte, ya en el plano de los sonidos originarios de la región, en el disco está también la semilla de las músicas tradicionales mexicanas.
“Al escuchar algunas piezas, está ahí el elemento primitivo de los fandangos, sones jarochos, calentanos, jaliscienses”, indica.
“¿Por qué? Porque nuestra música mexicana fue una mezcla de música renacentista europea, la música africana que llegó a través de los esclavos y, por supuesto, la huella musical de nuestros antepasados indígenas.
En resumen, el acordeonista incluyó en Tehuantin, del compositor novohispano Hernando Francisco, Dos oraciones polifónicas en náhuatl (Yu ilhuicac cihuapille y Dios Itlaconantzine). El resto, son obras de compositores hispanos e italianos, hasta donde se extendía el dominio de la corona española en la época de Carlos I de España y V de Alemania.
Las piezas abarcan desde el último tercio del siglo XV hasta la primera mitad del XVI, siendo de esta época el grueso de obras.
“Estos compositores giran en esa órbita, y cada vez se sabe más que esta música, pese a que se escribió allá, llegó a la Nueva España”, dice Barberena.
Además, comisionó a Mikael Esparza (Durango, 1992), un músico con un pie en lo contemporáneo y otro en la tradición indígena, una obra para “equilibrar” un repertorio cargado hacia la música europea.
Para ello, el compositor trabajó a partir de la leyenda del Quinto Sol y creó Espíritus, entre la lucha dedos dioses, Tecuciztécatl y Nanahuatzin, para tomar el lugar del nuevo Sol.
“Ahí ya podemos conjuntar este pequeño universo sonoro de la música europea, africana y la música indígena. Por eso el título: Tehuantin, que significa “nosotros” en náhuatl”, expone Barberena.