Alegoría de la Educación, el primer mural de Guillermo Ceniceros, de 1962, ya luce restaurado en la Biblioteca Felipe Guerra Castro, conocida como La Ciudadela, en el Centro de Monterrey.
La humedad, que por años destruyó los vívidos colores del trabajo, ya no carcome ni a la figura de la mujer monumental y etérea que representa a la instrucción, ni a los obreros a los que observa.
Los trabajos de conservación, realizados gracias al Fideicomiso para la Conservación del Patrimonio Cultural (Fidecultural) mandan el mensaje de que sí es posible rescatar la herencia nuevoleonesa, señaló ayer Carmen Junco, vocal ciudadana del comité técnico de este Fideicomiso, durante la presentación del proyecto.
“Hemos constatado que gobierno puede restaurar, puede conservar y puede operar recursos públicos con completa transparencia y con completa confianza”, expresó.
“Es algo de lo que tenemos que estar muy orgullosos. Esto (también) viene a constatar que gobierno y sociedad podemos y debemos trabajar juntos”.
Ricardo Marcos, presidente de Conarte, agregó que esos resultados son producto de la unión de esfuerzos, donde todos se quitan “cualquier cachucha” que puedan traer y trabajar en pro del legado que pertenece a toda la ciudadanía.
Según archivos periodísticos, desde 2007 la obra ya registraba severos daños causados por el agua de lluvia que entraba por la pared de la biblioteca.
El costo final del proyecto es de 838 mil 443.42 pesos, de los cuales el 90 por ciento lo puso el Fideicomiso y el 10 por ciento restante lo aportó el municipio de Monterrey, que introdujo a consideración el rescate.

Al rescate del mural

La obra, también llamada Alegoría de la educación popular en algunos libros, está plasmada en cuatro muros y en el techo de cubo de la escalera de la biblioteca. El artista, discípulo de David Alfaro Siqueiros, usó pintura acrílica sobre aplanado de yeso.
Gustavo Alemán, quien estuvo al frente de las labores de rescate, indicó que la intervención abarcó dos partes: la conservación y la estabilización de la obra, y la recuperación del aspecto plástico. El trabajo de los especialistas duró 12 semanas.
Al final, las acciones hechas durante la intervención incluyeron la limpieza en seco y la limpieza química de la pieza, el fijado, la eliminación de sales, el resane y la reintegración cromática.
“Efectivamente, la pieza tenía gran problema, había grandes pérdidas y el problema estaba activo”, comentó Alemán.
“Pero afortunadamente teníamos recursos para poderlo recuperar: había pequeños fragmentos de color que nos permitieron reintervenir todo lo demás no a nuestro gusto, sino a lo que el maestro (Ceniceros) había dejado ahí”.
Ana Cristina Mancillas, coordinadora de Patrimonio Cultural de Conarte, precisó que también realizaron esfuerzos en el exterior del inmueble para resolver el problema de la humedad.
En un video grabado desde Ciudad de México, Ceniceros expresó su aprobación de lo logrado y recordó cómo hace casi 60 años ganó el permiso de hacer el mural.
“Con la noticia de que fui ganador de ese concurso para hacer ese mural en La Ciudadela procedimos de inmediato y sin experiencia”, evocó, para después añadir que se hizo acompañar de conocedores del tema.
“(La restauración) se hizo, creo, que con muy buena factura de parte del colega que trabajo allí (Alemán), al cual le agradezco que haya vuelto a la vista este mural”.