“¿Realmente vas a decir eso?”, es una pregunta que el director José Padilha ha escuchado en diversas ocasiones durante el desarrollo de sus proyectos.
Al cineasta brasileño le gusta contar historias polémicas, en las que evidencia casos de corrupción y situaciones sociales, que incomodan a los ex presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff.
Aún así, reconoce que su necesidad de retratar estas temáticas tiene cierto dejo de inconsciencia.
“No soy valiente, lo sería si tuviera miedo e hiciera algo para vencerlo. Tienes valor cuando vences tus temores, pero yo no siento miedo. Sólo hago las cosas porque creo que son relevantes. Supongo que entonces soy irresponsable”, dijo Padilha en entrevista.
Tan sólo esta semana, luego del estreno de El mecanismo, serie que creó sobre el mayor caso de corrupción en Brasil, Rousseff lo acusó de distorsionar la realidad y de reproducir y crear noticias falsas.
Pero precisamente ser intrépido llevó a este graduado de Negocios, Política y Economía al mundo del cine, un oficio que hasta la fecha nunca ha estudiado.
Su incursión en el séptimo arte fue por diversión, una válvula de escape de su trabajo en una banca de inversión, donde evidenció esa corrupción que hasta la fecha exhibe en sus historias.
Fue en ese momento que decidió producir, junto a su amigo Marcos Prado, el documental Os carvoeiros, sobre la extracción de carbón y la esclavitud infantil en la Amazonia.
“Trabajamos durante dos años en esta cinta que produje, se fue a Sundance y ganó muchos premios, y esquiamos en Park City (donde se realiza el festival). Dije: ‘Antes de regresar a mi trabajo voy trabajar en otra película, pero la voy a dirigir. Creo que sé cómo hacerlo’. Hice Bus 174 y el documental fue a Sundance, esquiamos un poco más, tuvo más premios y pensé: ‘esto está divertido’. Así que puedo decir que sigo en mi sabático”, relató el carioca entre risas.
Y no tiene reparo en admitir que le gusta hacer cosas polémicas relacionadas con asuntos políticos.
Así lo hizo en Tropa de élite, cinta por la que ganó el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín, y en la producción de Narcos, la exitosa serie de Netflix sobre el negocio de la cocaína.
También espera que suceda lo mismo con 7 días en Entebbe, cinta sobre un avión secuestrado por dos revolucionarios alemanes en 1976.
“Voy a ser capaz de hacer enojar a israelitas y palestinos al mismo tiempo, porque estamos a la mitad, no tomamos ningún partido. Además, vamos a enfadar a los estadunidenses porque tratamos de entender las motivaciones de los terroristas. Por supuesto que están locos y enfermos, pero al final son personas y queríamos ver eso. Es un tema tabú, así que sabíamos que sería algo polémica”, sostuvo en la entrevista.
“Creo que nunca he sabido filmar, sólo voy y lo hago de manera instintiva y de una manera espontánea. Hago la película que quiero y hago lo mejor que puedo para lograrlo”, finalizó.