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Viernes 19 de Abril de 2024

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Guerrerenses crean guardia comunitaria en Nueva York

Repartidores guerrerenses crean guardia comunitaria para vigilar puentes y evitar asaltos en Nueva York Ante el aumento de robo de bicicletas y equipo de trabajo, unos 20, la mayoría originarios de La Montaña, se reúnen con las luces prendidas y algunos letreros naranjas puestos como señales de tránsito para darse seguridad. Es claro que la … Continúa leyendo Guerrerenses crean guardia comunitaria en Nueva York

Heriberto Paredes / Especial para El Sur Ciudad de Nueva York

Julio 14, 2021

Ante el aumento en el robo de bicicletas y equipo de trabajo y asaltos que han llegado a asesinatos como el de Francisco Villalva Vitinio, de Xalpatláhuac, unos 20 deliveristas, la mayoría originarios de La Montaña, se reúnen cada noche desde hace un mes, con las luces prendidas y algunos letreros naranjas como señales de tránsito para darse seguridad al atravesar los puentes como el de la avenida Willis, que aparece en la imagen. Consideran que es claro que la policía no les dará protección, y han apostado por la denuncia ciudadana y la autoprotección como gremio y como comunidad Foto: Heriberto Paredes / Especial para El Sur

Repartidores guerrerenses crean guardia comunitaria
para vigilar puentes y evitar asaltos en Nueva York

Ante el aumento de robo de bicicletas y equipo de trabajo, unos 20, la mayoría originarios de La Montaña, se reúnen con las luces prendidas y algunos letreros naranjas puestos como señales de tránsito para darse seguridad. Es claro que la policía no les dará protección, y han apostado por la denuncia ciudadana y la autoprotección como gremio y como comunidad

Heriberto Paredes / Especial para El Sur Ciudad de Nueva York

Elías Hilario, deliverista guerrerense posa en una marcha junto a una lona con el retrato de su hermano fallecido en un accidente en 2020 Foto: Heriberto Paredes

Cada noche desde hace un mes, cerca de 20 repartidores –guerrerenses, la mayoría de ellos– se congregan en ambos extremos de uno de los puentes que unen los barrios emblemáticos neoyorquinos de Manhattan y el Bronx para garantizar la seguridad de otros compañeros de oficio que buscan regresar a casa sanos y salvos.
Además, después de funcionar exitosamente, quienes se reúnen en ese lugar, epicentro de una ola de asaltos y ataques violentos contra “deliveristas” o delivery boys latinos este año, acordaron definirse como guardia comunitaria.
Antes de que comenzara la pandemia de Covid-19, en marzo de 2020, ya se habían reportado algunos robos de las bicicletas eléctricas que utilizan para hacer sus entregas a cualquier zona de la ciudad y casi a cualquier hora. El vehículo, más las protecciones y el casco, tienen un costo que sobrepasa los 2 mil dólares (unos 40 mil pesos).
Durante la etapa más crítica de la pandemia, miles de guerrerenses y otros migrantes de origen guatemalteco o ecuatoriano encontraron en las entregas vía aplicaciones un alivio a la crisis económica desatada por el cierre de restaurantes y negocios.
“Como muchos empezamos a trabajar como deliveristas, se ocupaban más bicicletas y aumentaron los robos para luego venderlas en el mercado negro”, explica Juan González, del municipio de Tlapa y quien tiene poco más de un año como repartidor.
Desde septiembre de 2020 se registró un aumento en los asaltos a mano armada contra el nuevo gremio, especialmente al regresar a casa y sobre todo en el cruce del puente que corresponde a la avenida Willis. También se multiplicaron los reportes de atropellamientos por vehículos a exceso de velocidad o conductores en estado de ebriedad.
Asaltos y accidentes han dejado muertes, como las de Francisco Villalva Vitinio, joven originario del municipio de Xalpatláhuac asesinado el pasado 29 de marzo, y la de Victorio Hilario Guzmán, quien perdió la vida cuando un auto lo golpeó el 23 de septiembre de 2020.
La ola de violencia que azota a esta zona afecta a las diversas comunidades que conviven al sur del Bronx, que han visto en los últimos meses tiroteos que se repiten en ciertas calles o a poca distancia de la comisaría de la policía. Como el fin de semana del 15 y 16 de mayo, cuando hubo al menos 16 enfrentamientos con arma de fuego y un saldo rojo de 16 homicidios.

Información, vigilancia,
alimento y autoprotección

Los deliveristas guerrerenses denuncian constantemente –a través de su página de Facebook, El Diario de los DeliveryBoys en la Gran Manzana– el robo de bicicletas eléctricas, los accidentes que sufren cada semana y cualquier agresión o necesidad que se presente.
Para los repartidores, muchos de ellos procedentes de municipios de la Montaña, es claro que la policía no llevará a cabo ninguna acción para acabar con esta situación, por lo que han apostado por la denuncia ciudadana y la autoprotección como gremio y como comunidad.
Comenzaron con un grupo pequeño en el extremo de Manhattan, alrededor del puente de la avenida de Willis, con las luces de sus bicicletas prendidas y algunos letreros naranjas puestos como señales de tránsito. Unos 10 repartidores les pedían a sus compañeros que antes de entrar al puente se juntaran al menos cinco, cruzaran con las luces intermitentes prendidas, a velocidad media, con el casco puesto y que, al llegar del otro lado, trataran de no dispersarse sino de avanzar unas cuadras juntos, hasta reducir al mínimo la posibilidad de ser asaltados.
Quienes echaron a andar la vigilancia han regresado casi todas las noches desde principios de junio. Realizan transmisiones en vivo por Facebook y hacen entrevistas a algunos deliveristas que antes de cruzar se detienen, saludan, toman un café o agua antes de cruzar el puente.
Ya que el grupo permanece entre las 9 y media de la noche hasta cerca de las 2 de la mañana, poco a poco se fueron integrando más repartidores dispuestos a cuidar de sus compañeros, hasta sumar el doble. Ahora ya se han posicionado en los dos extremos del puente, así como en otro punto crucial de la ciudad: el puente de Queensboro, que comunica a Manhattan con Queens. En condiciones similares al de Willis, la vigilancia de este segundo puente está en proceso de fortalecerse.
No pasó mucho tiempo para que a ambos puentes llegaran personas solidarias con tamales y café, principalmente; señoras que viven cerca y que se las arreglan para acercarse y dejar algo de comer, beber, paraguas o lo que se pueda requerir para que los deliveristas sostengan su vigilancia.

La policía, sólo en las
redes sociales

En estos meses, también, el Precinto 40 del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), comisaría encargada del sur del Bronx, anunció en sus redes sociales que ya contaban con cámaras de video para vigilar y que tenían policías dispuestos en lugares estratégicos. Sin embargo, pocos repartidores los han visto.
“Ellos sólo vienen y se toman la foto, no hacen nada; si nosotros no nos cuidamos nadie más lo va a hacer, nosotros hemos identificado a quienes nos atacan y hemos recuperado muchas bicicletas”, cuenta César Solano, del municipio de Metlatónoc.
“¿La policía? Ellos no hacen nada, siempre dicen que ya tienen datos o información y que están investigando, pero pasa el tiempo y nada, no hay justicia, sólo promesas”, comenta Elías Hilario Guzmán, nacido en Malinaltepec, quien encabezó el 3 de julio una marcha en protesta por la falta de resultados en la investigación de la muerte de su hermano. “Nos merecemos la justicia, nosotros somos trabajadores y todavía la ciudad depende mucho de nosotros. Seguiremos en pie de lucha”.
Mientras tanto, los repartidores continúan organizando cada noche, sin importar la lluvia o el frío, los grupos de vigilancia al tiempo que buscan recursos económicos para sostenerlos. Entre los guerrerenses han llegado a la conclusión de que es necesario definirse como una “guardia comunitaria”.
La mayoría son trabajadores indígenas que se consideran parte activa de sus comunidades tanto en Nueva York como en Guerrero, y tienen claro, afirma César Solano, que “puede más nuestra conciencia que la inseguridad y la discriminación con la que nos tratan”.
Anteriormente, al principio de la pandemia, habitantes del sur del Bronx ya habían identificado el puente como escenario de frecuentes asaltos. Una iniciativa vecinal trató de hacer frente a quienes ubicaron como los agresores: jóvenes menores de 20 años, casi todos de origen afroamericano.
Este intento organizativo, que entonces llamaron “ronda comunitaria”, estuvo compuesto por personas de origen mexicano, algunas con muchos años de residencia en la ciudad. Se esforzaron también en generar un diálogo pacífico para solucionar la inseguridad, sin resultados positivos. Ahora han decidido sumarse a las actividades de los deliveristas para apoyar en lo necesario y fortalecer el vínculo entre comunidades.