Los siete reporteros estaban a merced y capricho de los sicarios, relata Hans Musielik

Hans Musielik es un periodista alemán que lleva más de cinco años en México cubriendo la situación de violencia que se vive en el país pero nunca había sufrido un “atraco”, como él llama al despojo que sufrió por miembros de un grupo delictivo el sábado en la tarde en la carretera Iguala-Ciudad Altamirano, cerca del crucero a Acapetlahuaya, junto a seis periodistas más.
Dice también que la situación más difícil que ha vivido es la de Guerrero, en referencia al robo de su equipo ese día en la región de Tierra Caliente.
Afirmó que el centenar de sicarios que los robaron y retuvieron no respondían a un jefe, “se movían libremente y estaban drogados”.
Tres días después de los hechos el periodista alemán, a quien uno de los sicarios le colocó en la sien una pistola, dijo que en su recorrido por el país es la situación más difícil que ha tenido en su carrera periodística.
“Es una situación, no la más difícil pero en la que más me han robado y en la que sentí un poco que no tenía control de la situación. Realmente estábamos a merced y al capricho de lo que ellos decidieran”, explicó.
Añadió que ha estado en otras situaciones de riesgo y que se ha sentido en peligro, “pero esta vez no sentí ningún control de la situación. Realmente me sentí a merced y al capricho de la fe de ellos”.
Dijo que en otras situaciones de riesgo en las que se ha encontrado sabe que está en peligro, pero que puede hablar, que puede razonar, “pero en esta no, teníamos que dejar que sucedieran las cosas, estar tranquilos y ante todo era hacerles entender que no éramos un riesgo para ellos, que éramos prensa, porque lo ponían en duda”, mencionó.
Añadió que ha cubierto varios conflictos, en Michoacán, en Sinaloa, en Veracruz, pero que en esos lugares los delincuentes “te preguntan quién eres, te paran, te amenazan y quieren saber quién eres. Una vez Así te identificas, les explicas con quién vas o quién eres y finalmente te dejan ir. Ha habido ocasiones que el coche que te quitaron al día siguiente te lo regresaron, pero aquí son dos días y no lo han regresado”, dijo en referencia a la camioneta que le quitaron al corresponsal de La Jornada, Sergio Ocampo.
Agregó que lo que le sorprendió es que quienes mantenían el retén eran niños, “mínimo conté seis niños que definitivamente eran menores, que no saben lo que son”.
–¿Había jefes entre quienes los detuvieron? –se le preguntó.
–Había una persona que estaba bajo control del grupo, eso nos dimos cuenta, no parecía que fuera un alto cargo como mando superior, pero nos dimos cuenta que en el momento del robo cada uno agarraba lo que quería, abrían las maletas y ponían cara de felicidad. Cada uno agarraba lo que podía”, dijo.
“Esa persona que parecía el jefe tenía el control de lo que tenía que hacerse, pero cuando pedíamos que nos diera chance nos decía que eran órdenes de arriba, a lo mejor estaba a cargo el de arriba pero él sólo de ese grupito”, dijo.
–¿Los estaban esperando?
–Es posible, yo no puedo saber pero hay comentarios, como que son órdenes de arriba y eso se puede interpretar que nos estaban esperando, o que definitivamente nos tenían identificados desde que dejamos la cobertura, ya nos habían identificado, nos habían dejado trabajar y sólo nos esperaban.
Explicó que cuando el sicario le apuntó a la cabeza, pensó en todo, “sacó la pistola muy despacio, vi sus ojos. Yo dije este anda muy intoxicado y pensé, mejor voy a colaborar”.
Contó que en un momento los delincuentes querían quitarle la cartera, “y yo la saqué para dar mi identificación hasta que este muchacho (el de 13 años) sacó la pistola y me asusté y dije, toma, se la di”.