Las advertencias de Astudillo contra los bloqueos, las más aplaudidas

Que en su campaña Héctor Astudillo dijo sin que lo rebatieran que los gobiernos del PRD –y de izquierda, se entiende– dejaron a Guerrero en el primer lugar de todo lo malo y en el último de todo lo bueno, tras diez años de gobierno, o sea desde que él perdió las elecciones en 2005 ante su ahora amigo Zeferino Toreblanca; que en su primer discurso como gobernador hablara (ante un público adecuado) de reconstruir al estado, sin que nadie lo interpelara y es más lo aplaudieran cuando habló de que de ahora en adelante habrá tolerancia cero a los bloqueos de calles y carreteras, habla de un PRI que regresa a gobernar con el campo despejado, con la mano dura: la memoria inmediata recuerda gobiernos fallidos –quesque del PRD– que nos dejaron casi en el mismo estadio que los gobiernos del PRI de hasta hace una década, pero pocos reparan en eso. Tan así que uno de los primeros aplaudidores en la primera fila era Torreblanca Galindo, ese gobernador fallido de la sociedad civil, ex aliado del PRD y las izquierdas, que escuchó el discurso al lado del ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, y quien fue precisamente el primer gobernador no priista . ¿Alguien recuerda Aguas Blancas, la síntesis de la intolerancia priista a los movimientos sociales que se manifestaban fuera de las estructuras del poder, de 1996 apenas?

*

En el principio fue el PRI. Nada fuera de su órbita. Con el partido, todo. Sin el partidazo, nada. Con el PRI, con nadie más, se organizaban los campesinos (CNC); los obreros (CTM), y los demás grupos sociales (CNOP-sector popular) Si alguien lo recuerda, eso pasó exitosamente hasta el año 2000 y por unos 70 años o algo así. Era el partido heredero de la revolución, legitimado por eso y por lo tanto con el derecho a reelegirse cada sexenio. Creó su burocracia, su clase política, su burguesía: el Poder, pues. Hubo movimientos sindicales (ferrocarrileros, maestros), y agraristas (Rubén Jaramillo, en Morelos), y sociales (la guerrilla, en Guerrero), sofocados para no importunar la estructura de poder y económica que se sostenía con el PRI. Vino el movimiento estudiantil de 68, el movimiento democrático del 88, con Cuauhtémoc Cárdenas, que conformaron una sociedad civil que en el 2000 contribuyó a echar al priismo por primera vez de la Presidencia de la República, con el panista Vicente Fox, quien sin embargo reeditó las mismas prácticas que se acababan de derrotar, y quien no se atrevió a desmantelar la estructura de complicidades que permitieron la permanencia por 70 años de la dictadura perfecta –según la célebre definición del escritor peruano-español Mario Vargas Llosa– y le permitieron regresar al poder en el 2012, con Enrique Peña Nieto.
Al tiempo, las referencias históricas se extravían, la memoria política también, y en los minutos previos a la ceremonia del discurso de Héctor Astudillo, el maestro de ceremonias, el periodista Bismarck Villanueva, pedía un aplauso para “la sociedad civil”.

*

“Uno, dos, tres, probando”. Uno de los salones del Fórum Mundo Imperial, a saber cuál, porque tiene muchos, y que suplen a salones propiedad de los gobiernos como el Centro de Convenciones, donde antes se hacían estos actos, es ocupado poco a poco desde antes de las 10 de la mañana. Son cientos de priistas que se reencuentran tras varios años fuera del presupuesto estatal. Se saludan, se abrazan, se apuntan celulares o wasap (no va a ser qué, manito/ quien quita y que el licenciado se acuerde/ en una de esas…). Los cargos en el gobierno entrante (el botín, diría la vieja guardia), son muchos. Esperan la llegada de Astudillo, quien viene desde la capital Chilpancingo, donde rindió protesta formal como gobernador en el Congreso local, y busca luego en Acapulco un escenario sin sobresaltos para un discurso duro, aplaudido por el gabinete federal de seguridad.
Y lo hace de gratis, porque en Guerrero hay una izquierda y un PRD desmantelado.
Despejado también está el campo, porque durante su gobierno Zeferino Torreblanca no incorporó a perredistas. No confiaba en ellos, no tenían capacidad, dijo, y por tanto delegó los puestos en familiares y amigos, y repitió a un buen de priistas, sin formar nuevos cuadros. Tampoco Ángel Aguirre, que llegó en el 2011 como candidato a ese partido, tras no obtener la candidatura a gobernador y luego de desertar de toda una vida en el PRI, se ocupó poco de incorporar a cuadros de la izquierda, y dejó los cargos estratégicos –donde se manda y se hace dinero– a priistas de la vieja guardia y a familiares, algunos de ellos ahora convenientemente en prisión.
La vieja guardia estuvo con Zeferino, con Aguirre y está ahora con Astudillo. Los políticos que han gobernado desde Toreblanca se saltaron una generación de jóvenes, comentó un ahora ex joven ayer en el recinto.
“Uno, dos, tres, probando”. El salón del Fórum se abre para los asistentes a las 11 de la mañana. El acto sería hasta la 1, pero el maestro de ceremonia pide a edecanes y asistentes cuidar las tres primeras filas del lugar. Son para los invitados VIP, los amigos del poder. Todavía hay clases sociales, señores.

*

En su discurso, el nuevo gobernador Héctor Astudillo –a modo de la línea dura del PRI– habla de cero tolerancia a los bloqueos de carreteras y a los chantajes, que insinúa, estas movilizaciones sociales generan. El público, los asistentes, de un corte uniformemente priista, aplauden. En el salón se ve y se escucha un unánime consenso en torno a lo que también fue el lema de campaña: orden y paz.
La inseguridad, cierto, se incrementó en esta última década, aunque Guerrero sigue estando en los últimos lugares en educación y salud, y en pobreza en general. Pero lo mediático es la violencia, que comenzó a despuntar en cuanto el priista René Juárez dejó el gobierno del estado. Como si tras su salida se rompieran acuerdos o algo así.
Pero en el discurso de Astudillo el tema de la violencia queda en el medio del sandwich, en el que maneja en los extremos la congoja por el caso Ayotzinapa (“nunca más un episodio tan lamentable”), y las movilizaciones que el caso generó. De manera que tras un intermedio, el respetable pasó de aplaudir su condena a la tragedia, al nunca más a las movilizaciones que bloqueen carreteras e impiden llegar a la gente a su trabajo. “No seremos omisos, se aplicará la ley”, proclamó.

*

Orden y protocolo. Los cientos de invitados al discurso del gobernador comenzaron a llegar al salón del Fórum antes de las 10, e ingresaron a partir de las 11, bajo la advertencia de que de otro modo no alcanzarían lugares. Los invitados VIP después de las 12:30. Por ahí, temprano, rompiendo plaza, llegó el ex dirigente del sector popular, priista de la vieja guardia, Efrén Leyva Acevedo. De los tiempos de la alquimia electoral y del carro completo, saludado con efusividad por decenas de correligionarios, sorprendidos de encontrar a uno de los dinosaurios del partido que se creía casi en extinción, y que se sabe que es nada menos que cónsul en Nuevo México, Estados Unidos. Adelante y desde el corralito donde fue confinada la prensa se ve el efusivo saludo entre el nuevo secretario de Gobierno, Florencio Salazar Adame, y el ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo, los de la alta política que ni modo, tienen que convivir en la barbarie local, aunque este último ya desde la eterna banca. Casi al final también el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, quien recibirá después el saludo de los máximos jerarcas del PRI, su presidente nacional Manlio Fabio Beltrones, y el coordinador de los senadores de ese partido, Emilio Gamboa Patrón.
Con la clase política departen los invitados especiales, guerrerenses distinguidos: el cantante ya en desuso Erasmo Catarino, el comediante Javier Carranza, El Costeño, exponente del humor según Televisa; el astronauta Rodolfo Neri Vela, y el actor Dagoberto Gama, este último por cierto, antaño cercano a los candidatos de izquierda. También se hace presente Jorge Camacho, el del PAN, el único ex candidato a gobernador asistente al acto, y el ex futbolista Manuel Negrete, quien participó en la campaña de la ex candidata perredista Beatriz Mojica.
Disonante, de camisa verde, rehabilitado por el PRI antes que por el futbol nacional, el ex entrenador de la selección mexicana, Miguel El Piojo Herrera.

*

Dice Astudillo que hereda una quiebra del pasado gobierno. Que los problemas del estado son la corrupción y la impunidad. Que su gobierno tendrá un compromiso con la transparencia. Sostuvo que por eso no habrá ningún acuerdo de última hora con “la pasada administración” y se aplicará la ley, y que un acuerdo, de impunidad se entiende, no sería moralmente correcto. El mensaje fue vigorosamente aplaudido por los asistentes, quienes rechiflaron en las dos menciones que se hicieron al gobernador saliente Rogelio Ortega Martínez, ese que llegó desde la izquierda y por accidente. Como que ya se vio clarito que la ley se aplicará en la mulas del más próximo compadre. Las de Aguirre ya son mulas prófugas y tránsfugas.

*

Los priistas aplaudieron cuando el nuevo gobernador dijo lo de no más bloqueos a calles y carreteras. También, cuando habló de aplicar la ley a quienes provocaron la quiebra en el pasado gobierno, pero se desataron cuando Héctor Astudillo saludó a su esposa, Mercedes Calvo. Tanto, que el presídium del gabinete federal, incluido el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong y el de los gobernadores asistentes, se levantaron de sus asientos para respaldar la fiesta de los de casa. En pantallas, el senador Gamboa Patrón algo decía a la esposa del gobernador que, emocionada, miraba a su alrededor esa aplanadora multitud que ya la ungió como la primera priista del estado.

*

Borrón y cuenta nueva para la historia del PRI. La memoria inmediata está en el caso Ayotzinapa y en los desfalcos del pasado gobierno –no el de Aguirre sino, se insinúa, en el de Rogelio Ortega–, tanto que se anima a incorporar como funcionarios a dos ex del gobierno de Zeferino Torreblanca y en el mismo cargo: en Fomento Turístico, Ernesto Rodríguez Escalona, y en Educación, a José Luis González de la Vega Otero. Tanto que recibe con los brazos abiertos a hijos pródigos como el senador Sofío Ramírez, que hace algunos meses pretendía ser gobernador por el PRD. Un viejo PRI sin el lastre del nuevo PRI. ¿O lo escribí al revés?

*

“Orden, onradez y ornato”.
Pregunta al ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer, quien fue echado en 1996 como gobernador del estado, a raíz de la matanza de Aguas Blancas, y en cuyo gobierno su padre, el ex gobernador Rubén Figueroa Figueroa (1975-1981), desplegó la guerra sucia contra las guerrillas de Genaro Vázquez y Lucio Cabañas y pueblo que los acompañaba:
–Regresa el PRI después de 10 años al gobierno –se le dice.
–Estamos llenos de optimismo, llenos de esperanza, con grandes deseos que verdaderamente se vuelvan realidad todo lo que se dijo, sobre todo que tengamos paz y orden –contesta.