Suspende la Profeco dos casas de empeño en Acapulco que carecen de contrato de adhesión

 

La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) colocó sellos de suspensión en dos casas de empeño de la zona suburbana de Acapulco, informó el delegado Saúl Montúfar Mendoza. Las empresas a las cuales los inspectores colocaron los sellos de suspensión fueron Empeños Mexicanos y Maxi Prenda, ambas ubicadas en el bulevar Vicente Guerrero, que carecen de un contrato de adhesión registrado ante la Profeco.
El funcionario federal detalló que, el apartado 5.1 de la norma 179, trata sobre el contrato de adhesión, entre otras cosas forma y medio de pago, monto total a pagar, incluyendo el número y monto de pagos parciales, los intereses, comisiones y cargos correspondientes, incluidos los fijados por pagos anticipados o por cancelación, desglosando los diversos conceptos que los integran, incluyendo el Impuesto al Valor Agregado.
Agregó que ayer también fueron colocados sellos en una tercera casa de empeño de Huitzuco, región Norte de la entidad, que carece del registro ante casas de empeño.
Al final, dijo que las acciones forman parte de un operativo nacional que termina hoy. (Karla Galarce Sosa).

Las casas de empeño de compra-venta de oro desplazan a las joyerías, se quejan

 

Los negocios de compra y venta de oro, y las casas de empeño han desplazado a los fabricantes de este metal, pues han almacenado grandes cantidades que no les afecta el incremento en el oro y la plata que aumentaron entre el 100 y el 130 por ciento de su valor en relación con el año pasado, indicó la Asociación de Joyeros y Plateros de Acapulco.
Su representante, Arturo Flores Mercado consideró que el Poder Legislativo y Ejecutivo del estado deberían analizar la creación de un impuesto a estos negocios para que con el dinero recaudado se apoye a la permanencia de los fabricantes en Guerrero, que, aseguró, atraviesan por la peor crisis en 25 años y que incluso tres de ellos –de los ocho formalmente registrados en el estado– están en peligro de cerrarse.
“Considero que a las empresas de casas de empeño y a las que compran oro se les crea un impuesto, por lo que hago un llamado a diputados y senadores y al gobernador para una reunión, y ver de que manera se cree un impuesto que pude apoyar al fabricante para no acabarlo porque lo están tronando”, dijo.
Precisó que este impuesto podría ser el valor de la venta, es decir, que si almacenas –por ejemplo– dos kilos de oro que compran a 60 y lo venden a 120 pesos se les cobre por este concepto y lo recaudado se destine a crear nuevas fuentes de trabajo del ramo o a escuelas de joyería o de tallado de piedra.
Detalló que los últimos incrementos en el precio del oro y la plata han sido “demasiado fuertes”, pues mientras en noviembre de 2005 el kilo se ubicó “entre los 95 y 97 mil pesos el kilo”, actualmente el precio anda en 245 mil pesos, “es decir, ha subido 130 por ciento”.
El precio de la plata estaba entre los 2 pesos con 50 centavos el gramo y hoy se compra en 5 pesos con 50 centavos.
“El incremento del oro a niveles internacionales se debe por la amenaza de Irán que se puede ir a la guerra y obviamente todos han invertido en lo que es el oro; y en la plata se debe (el incremento) a que los chinos han comprado grandes cantidades porque los ocupan en las pantallas de televisión en los monitores planos”, indicó.
Previó que ante los aumentos, los fabricantes de estos metales “van a tronar” porque el precio de venta es demasiado fuerte, pues a mayoreo el gramo lo tienen a 240 pesos para darse a 340 pesos el gramo de 14 kilates.
“Tanto los negocios de compra de oro y de prendas de empeño han almacenado a grandes cantidades y ellos compraron a un precio de 60 pesos el gramo y lo están vendiendo sobre los 120 pesos por lo tanto han ganado más del cien por ciento nada mas guardándolo”, informó.
Flores Mercado consideró que los comerciantes ya no compran a los fabricantes porque éstos ya no les otorgan créditos, además de que los precios los encuentra más bajos en los negocios de compra-venta y de casas de empeño.
“Ahorita ya es más negocio poner una empresa de compra de oro que poner una joyería, porque por ejemplo yo para poner una joyería necesito mínimo 10 kilos de oro para tenerlos ahí, que hoy cuestan 2 millones en cambio si yo pongo un negocio de compra de oro tengo que invertir cuando mucho 100 o 200 mil pesos y para vender me va a dar más ganancias”, enfatizó.
Resaltó que al proliferar este tipo de negocios se crean “fuentes de robo”, pues aseguró que la mayoría de las prendas que ahí se venden o se empeñan son de procedencia dudosa porque quien “se dedica al robo va y los deja perder ahí mientras que la gente que necesita de empeños agarra sus piezas queridas las mete y la saca en dos o tres meses”.
Precisó que en el estado están registrados ocho fabricantes, pero que existen cerca de 65 en todo Guerrero.
Añadió que los fabricantes compran el metal en los bancos y a Industrias Peñoles que es dueña de varias minas en la República Mexicana, sin embargo, reconoció que la mayoría del oro que se comercializa se produce en Guadalajara y una parte en Guerrero.
“En el estado se consume más la plata que el oro, cuyo principal consumidor de la plata es Taxco que consume al mes unas tres toneladas y en oro estamos consumiendo entre 25 y 30 kilos al mes para producir en tallercitos, anillos de graduación”, detalló.
En materia de inseguridad, Flores Mercado expuso que “no nos ha pegado tanto” porque el sector ya no se arriesga en el transporte de mercancía o en sacarla sin los cuidados necesarios, debido principalmente a que las ventas al mayoreo no surten ahorita, y a que “ya se está actuando” en esa materia por parte de las autoridades.

Las casas de empeño: el negocio de la necesidad


Arturo Solís Heredia y Mónica Martínez García

En apenas cinco años, las casas de empeño en Acapulco se multiplicaron espectacularmente, en una proporción de más del mil por ciento, con la apertura de unos 52 establecimientos –según datos que han investigado franquiciatarios del ramo– aunque en la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) están registrados apenas cinco, lo que supone que buena parte de estos comercios opera irregularmente.
El puerto parece ser uno de los mercados más atractivos para esta actividad, pues opera aquí más del 20 por ciento de las 250 franquicias de casas de empeño registradas ante esa Procuraduría en todo México.
Aunque la presencia de estos negocios es notable en los puntos más transitados de la ciudad, la mayoría se ubican en las colonias populares, en donde viven los sectores de menores ingresos.
Algunos analistas económicos coinciden en que el auge de las casas de empeño se debe a la falta de flexibilidad de la banca privada para ofrecer créditos accesibles y de rápida resolución. Otros factores que también han influido son el auge de la economía informal, la desocupación y los empleos temporales o con ingresos precarios. Por eso, los sectores de menos recursos se ven obligados a recurrir a estas empresas.
En Acapulco, el 20% de las casas de empeño registradas en el país
Aunque el padrón de la Profeco en Acapulco enlista sólo cinco negocios que han cumplido con las normas para operar, los franquiciatarios del ramo hablan de 52 establecimientos en el puerto. Es decir, el 9.7 por ciento funciona de manera legal, y el 90.3 por ciento lo hace de manera irregular.
Conocidas como casas de empeño patito, éstas últimas representan un riesgo para quienes acuden en busca de un préstamo, para salir momentáneamente de algún apuro económico, pues incurren casi siempre en serias anomalías e inclusive en engaños más graves, como extraviar las prendas de sus clientes, o recibir objetos robados como garantía de pago, que posteriormente ponen a la venta.
En el puerto, la Profeco reconoce solamente a las empresas Prenda Mex, Prenda Max, Prenda Oro, Luz Savignon, la Fundación Rafael Dondé, y Nacional Monte de Piedad.
Lo cierto es que, con registro o sin él, las casas de empeño son un buen negocio: el dinero se mueve rápidamente, los riesgos son pocos, tanto como la supervisión de las autoridades.
A pesar de sus graves deficiencias –además de la evasión fiscal que regularmente cometen las empresas irregulares del tipo– y de que prestan dinero a un promedio de 200 personas al día, las autoridades han mostrado gran indiferencia, pues desde el año 2000 nada han hecho para supervisar y regular su operación y ampliar el registro de las que funcionan legalmente.
La omisión incluye también a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. En un reportaje publicado el 4 de octubre de 2004 en el periódico de circulación nacional La Jornada –firmado por el reportero Ricardo Blanco Velázquez y titulado Financiamiento informal a las familias–Miguel Ángel Garza, vicepresidente de esa comisión, aclara: “No tenemos nada que ver con las casas de empeño; ni las regulamos, tampoco autorizamos su operación ni las supervisamos”.
Consultado al respecto, el delegado de la Profeco en Guerrero, Joel Ángel Tacuba García, justificó la falta de supervisión y control en Acapulco con el argumento de que la anterior administración municipal (encabezada por el ex alcalde Alberto López Rosas), “nunca nos quiso prestar su padrón para verificar que coincidiera con el nuestro”, a pesar de las solicitudes que se le hicieron.
Pero tampoco en la Cámara de Diputados federal hay informes precisos sobre el asunto, aunque algunos de sus integrantes saben que las casas de empeño están haciendo un gran negocio con los mexicanos más pobres.
En resumen, los usuarios están indefensos, ya que no tienen respaldo ni garantía de que pueden recuperar sus bienes empeñados. Aunque existe una reglamentación en la Ley Federal de Protección al Consumidor, es claramente insuficiente.
Una versión mexicana de los Pown Shops
En un recorrido por las casas de empeño en Acapulco, se observan pequeños locales, la mayoría casi siempre con un exhibidor protegido por cristales y barras de hierro. Casi todas pertenecen a las franquicias registradas en la Profeco, pero también abundan otras presuntamente informales, como Serviempeño, Cash Flow, Prendalana o Prendamás, Diamante, Préstamo Familiar, y la directa Hacemos Préstamos, además de dos sucursales del añejo Nacional Monte de Piedad.
De acuerdo con un análisis que se encuentra en el portal de Internet de esta institución, el modelo de las nuevas casas de empeño no reproduce los esquemas del célebre Montepío, más bien son un reflejo de las llamadas Pown Shops (tiendas de empeño) que existen en Estados Unidos. Son negocios autorizados con fines de lucro, y por lo tanto diferentes en su operación y servicio social, con tasas de interés más elevadas, selección de prendas a empeñar, con un alto riesgo de que el usuario pierda sus bienes.
Reciben en garantía desde alhajas, enseres domésticos y aparatos electrónicos, bienes inmuebles y hasta autos. Lo que sea, siempre que ayude a salir del problema. Es el negocio de la necesidad.
El préstamo consiste entre el 20 y 40 por ciento del valor de la prenda, avalúo que, por supuesto, realizan ellos mismos. Cobran intereses de hasta 20 por ciento mensual, según el monto del préstamo. Es decir, casi un 180 por ciento al año, seis veces más que lo que cobra un banco comercial a sus tarjetahabientes, el préstamo más caro que ofrece la banca.
Los intereses deben ser saldados cada 30 días y los establecimientos esperan cuando mucho tres meses, antes de adjudicarse el bien dejado en garantía.
Una vez que el dueño original pierde la prenda, la casa de empeño la subasta –a un precio igual o más alto– o, si se trata de alhajas y joyas, extrae el metal y las piedras.
Es negocio si la situación económica es difícil
Para el gerente de Prenda Mex en Acapulco, Héctor Moreno, ubicada frente a otras tres casas de empeño en la céntrica calle de Mina, las condiciones son más favorables, ya que asegura que prestan cerca del 80 por ciento del valor del bien.
“Desde luego, como es un préstamo no podemos prestar el costo real, porque prácticamente se lo estaríamos comprando al cliente y ese no es el objetivo, sino subsanar una necesidad urgente con un préstamo inmediato”, asegura en entrevista.
–¿Y cuántas de estas personas llegan a recuperar sus bienes? –se le pregunta.
–La mayoría, un poco más del 90 por ciento –asegura.
Comenta que “si la situación económica es difícil, es negocio” una casa de empeño; especialmente “si las otras fuentes de financiamiento están cerradas para la mayoría de la población”. Esto, porque su clientela “difícilmente cumple los requisitos que los bancos piden”; por ello confía en que “las casas de empeño van a seguir proliferando”.
Detalla que el nivel de su cartera vencida, “es manejable”, pues llegan a remate máximo tres de cada diez prendas. “La gente bien sabe que es una fuente de financiamiento que, al no desempeñar las prendas, automáticamente –aparte de que pierden el patrimonio– cierran esa fuente de crédito. Diario atendemos en esta oficina a unos 250 clientes”.
Héctor Moreno sostiene que Acapulco es una buena plaza para este tipo de negocios, “sobre todo en diciembre, que es cuando más paga la gente, precisamente porque reciben el aguinaldo y también hay más turismo”.
Destaca que, al contrario de lo que pasa en la mayor parte del país –en donde se consideran tres ciclos anuales: la cuesta de enero, las vacaciones de la Semana Mayor y el inicio de clases entre agosto y septiembre– en Acapulco no se siente la cuesta de enero “porque la última semana de diciembre es cuando más turismo hay, gasta más la gente, los turistas desde luego, queda más dinero en la ciudad y en enero no se siente”.
Precisa que los meses con menos actividad son junio, octubre y noviembre, “igual, no hay vacaciones, casi no hay puentes, etcétera. Agosto también, son vacaciones, pero viene el gasto de regreso a clases”.
Conciente de la desconfianza de muchos sectores en la solvencia de empresas como la que representa, sostiene: “Quiero hacer hincapié en esto, una cosa es que estén proliferando (las casas de empeño) y otra muy diferente la solvencia y el sustento económico y moral que tengan. Prenda Mex es una franquicia que a nivel nacional tiene más de 300 sucursales, hemos observado aquí en Acapulco que se han abierto casas de empeño que, la verdad, nosotros las llamamos patito, porque son únicas o simplemente (porque) las instalaciones dan qué pensar”.