Jaime Salazar Adame

Control parlamentario

Como consecuencia del brevísimo acto de entrega al Congreso del quinto informe de gobierno, nuevamente se pone en el tapete de la discusión el papel que la representación popular de mayoría opositora ha venido desempeñando durante la segunda parte de la gestión administrativa renejuarista, y con este acto ritual se asume que su labor de control se ciñe a la recepción de datos sobre la gestión anual del gobierno para contrastarla con las políticas públicas que deberían presidir la conducta gubernamental.

Si la labor de redactar leyes como expresión de la voluntad general y principal cometido de los señores (as) diputados prácticamente le ha quedado grande a su desempeño, y han sido más duchos en rectificar las que envía el Ejecutivo, por lo menos se esperaba que la presencia de partidos políticos en el arco parlamentario tales como el PRD, PAN, PT, PRS y CD serviría para controlar al ejecutivo (PRI-PVEM) y adoptar su papel de normador del gobierno estatal, pero no resulta así porque la mayoría multicolor que lo apoya no fiscaliza su actuación, recuérdese la aprobación de la cuenta pública sin recato alguno.

Como sabemos el significado que mejor expresa la idea del control parlamentario por su configuración democrática y pluralista es la exigencia de responsabilidades políticas que hasta el momento no se ha dado en el estado de Guerrero, y todo indica que la minoría de edad como es tratado el pueblo por los institutos políticos sigue vigente, puesto que los comicios como máxima expresión democrática es un mecanismo artificial, organizado para la libertad del pueblo de elegir a la LVII legislatura, pero sin encarnar esta Cámara la decisión popular de acotar al poder Ejecutivo. De ese tamaño es la responsabilidad histórica de los partidos políticos de la llamada oposición.

Ahora sólo falta que en la actividad parlamentaria en puerta como es la comparecencia de los señores funcionarios de primer nivel, en la mayoría-minoría opositora partidista, el control cobre presencia en el debate y no vayan a salir con el señuelo de que la política estatal puede conducirse dentro del sistema a partir de ideologías diversas, y así permanecer sentados para no cansarse a la espera de poder convertirse en gobierno, situación más oportunista que ocuparse de su labor de hacer visible a la opinión pública los yerros del Ejecutivo.

Tal situación contribuirá a dar mayor presencia a otro actor político como es la opinión pública, y la tarea de control no concluirá con la recepción del penúltimo informe de gobierno, que se quedaría en la indagación y comprobación, sino tendría como finalidad dar una respuesta a la conducta del gobierno sobre la base del cumplimiento de su Plan Estatal de Desarrollo. Esto evitará la repetición de las preguntas retóricas, que se plantean en cada ceremonial conociendo sobradamente las respuestas. Un acto así no es otra cosa que obsequiar al gobierno la oportunidad de lucirse en el ámbito parlamentario, olvidando las fracciones partidistas que la libre discusión no se agota exclusivamente con los señores (as) diputados porque su destinatario final es la sociedad guerrerense en su conjunto que toma nota y lleva la cuenta.

Esto nos lleva a la consideración de que quien quiera ser gobierno por parte del PRD, y sólo falta un año para el relevo efectivo, deberá contar con el respaldo y simpatía de la opinión pública y no ilusionarse con la cesión gratuita del poder por el gobernante en turno como inocentemente se está divulgando.

En fin, como todo el mundo sabe el control no sólo debe recaer sobre el gobierno sino sobre la propia mayoría parlamentaria que lo apoya, como en los buenos tiempos del PRI. En otras palabras, la alternancia en esta vía no se mira por ningún lado y la sociedad civil se está pronunciando por Zeferino Torreblanca Galindo.

 [email protected]