Jaime Castrejón Diez

 El antigobierno

Pocas veces se puede ver una reacción tan interesante como la que se acaba de dar en la selección de diputados al Europarlamento en el Viejo Continente. Si uno analiza paso a paso todas las elecciones se va a encontrar con dos fenómenos interesantes. Incluyendo los nuevos miembros de la Unión Europea, hubo un abstencionismo muy alto, oscila entre 44 y 48 por ciento la asistencia a los comicios de acuerdo con las distintas encuestas que nos vienen de la prensa internacional. Es decir, los electores no estaban motivados con la idea de una Europa unida.

El otro fenómeno que es digno de tomarse en cuenta es ver cómo en cada país la reacción fue en contra del gobierno existente, por ejemplo el gobierno conservador de Francia tuvo un revés cuando los socialistas franceses votaron en contra de los diputados postulados por Chirac. Esta actitud muestra una gran diferencia a como habían votado en las elecciones parlamentarias hace algún tiempo. Es decir, no votaron a favor del gobierno que ellos tienen sino votaron precisamente en su contra.

En otros lugares, por ejemplo en Inglaterra y en Alemania los comicios mostraron un revés a Schroeder y a Tony Blair, es decir el electorado votó en contra de las posiciones políticas de sus gobernantes. Lo de Blair lo explica por haber llevado a Inglaterra a una guerra que no es popular. Lo de Schoroeder es consecuencia de sus políticas económicas que no son aceptadas por la mayoría de los alemanes.

En Italia Berlusconi tuvo una gran derrota al ser sus opositores quienes ganaron el mayor número de posiciones en el Parlamento europeo.

Los más castigados según la prensa europea, son Tony Blair y Berlusconi, que representan a las fuerzas en contra de la participación de sus países en el conflicto irakí. Esto es un verdadero voto de castigo al problema de la guerra y a querer o no esto apunta a que en las próximas elecciones tanto el Partido Socialdemócrata de Schroeder como el Partido Laborista de la Gran Bretaña están en serios problemas para obtener las mayorías parlamentarias y conservar al poder.

Si vemos el caso de España, los socialistas triunfan, que es natural, ya que recientemente le dieron un revés al partido conservador, al Partido Popular, porque había un repudio a la guerra de Irak y también como consecuencia del acto terrorista que los españoles consideraron se debió a la participación del lado de Estados Unidos en la guerra iraquí.

Entre los nuevos miembros de la comunidad europea los países de Europa del Este no se ven muy convencidos del proceso europeizante, es decir la Unión Europea no acaba por convencer totalmente a muchos de los ciudadanos de la Europa central. Esto muestra también que el europeanismo no acaba de solidificar los lazos de unión entre todos los países de la Vieja Europa y de la llamada Nueva Europa. Hay una reticencia a una integración total.

El efecto de estas elecciones parlamentarias viene a traer una duda de qué cosa será la Unión Europea que parece ser que en lo económico convence a todo mundo, pero no así en lo político y lo social. Como una gran estructura comercial que da ventajas a los países europeos para poder presentar un frente común tanto a los asiáticos como a los norteamericanos que ha aprobado ser efectiva se ve como una buena alternativa, sin embargo las diferencias políticas parecen ser grandes, las elecciones muestran que no hay un fuerte deseo de una unidad total, menos aún de una Constitución común.

Lo que se puede deducir de esta elección es que los votantes europeos pusieron un freno a sus gobernantes actuales. Votar en contra de los partidos en el poder, también es una señal de que la generación de una Europa homogénea es difícil; existen siglos enteros de diferencias políticas, de diferencias ideológicas y también una diversidad de concepciones del mundo y de religiones que es difícil acabar de un plumazo. La Europa Unida tardará mucho tiempo antes de poderse convertir en una unidad económica, política y social.

Se puede ver también que quienes detentan el poder en sus países recibieron el aviso de que lo pueden perder. Lo más probable es que algunos de ellos pierdan las próximas elecciones y otras cambiarán sus políticas en un intento de complacer a su electorado.

Jaime Castrejón Diez

Gobierno y partido

Por la alternancia en el poder en el año 2000, se empiezan a ver las consecuencias, una mutación profunda en el carácter de la Presidencia. El presidente en la época anterior era jefe de Estado, jefe de gobierno y jefe de partido. De esta forma dominaba los otros dos poderes de la Unión con facilidad y era lo que daba pie al autoritarismo que había cansado ya al ciudadano mexicano, que fue la razón por la que votaron en contra de ese régimen presidencialista. Naturalmente que las consecuencias se vieron de inmediato, sin control del partido y una cierta pugna que hubo al principio del gobierno foxista con su propio partido, se reveló la contraposición de intereses entre ambas instituciones. Las señales fueron claras desde el principio, comenzando por “el gabinetazo”.

Felipe Calderón Hinojosa siendo presidente del partido, cuando de había adelantado la lucha por la candidatura, lo que hoy castiga el presidente Vicente Fox, decía al panismo tradicional “hay que tener cuidado de no ganar el poder y perder el partido”. Esto se vio de inmediato en la formación del gabinetazo, prescindió en gran parte del Partido Acción Nacional y empezó a formar equipos con varios priístas, pero esencialmente con distinguidos miembros de la administración privada y formó una nueva estructura de gobierno que no reflejaba el contenido partidista.

Hubo acomodos en el camino, algunos panistas ingresaron en niveles menores al gobierno federal, pero con excepción del secretario de Gobernación que se colocó en un sitio privilegiado, el caso del senador Medina Plasencia que representa a los intereses del grupo Guanajuato y la propia esposa del presidente, el juego se hacía sin tomar en cuenta al partido. Es decir, se había ganado el poder, pero se había perdido el partido, pero para conservar el poder es necesario el partido.

El panismo doctrinario no estaba a gusto con esta situación y empezó a ver con alarma que el presidente y su versión de neopanismo se había apoderado de las decisiones partidistas y estaba marginando la parte doctrinaria del PAN. Es por eso que se decidió marginar a la primera dama del Consejo Nacional del PAN y después en la Asamblea, al dictar las condiciones para la sucesión presidencial, le había dado un golpe al populismo que le había servido al presidente Fox para ganar la elección; esto es, el que fueran los panistas nada más quienes decidieran la candidatura presidencial, lo que no favorecía el grupo de Los Pinos. Esto era un golpe fuerte para el nuevo presidencialismo, pero era natural, después de la caída del gobierno autoritario ya no tenía la triple corona, era jefe de gobierno, jefe de Estado, pero ya no el jefe de partido. Esto es inédito en nuestro sistema político y de hecho la Asamblea le sacó las manos al presidente de la sucesión dentro del propio Acción Nacional.

La presencia de Felipe Calderón Hinojosa en esa Asamblea fue definitiva, porque ahí se dirimió entre panistas la supremacía entre el secretario de Gobernación y el secretario de Energía, siendo éste último el que finalmente sacó las conclusiones que convenían más al panismo tradicional. La salida del gabinete le quita los reflectores al ex secretario de Energía, pero le permitirá construir su propia figura, a contrapelo de quienes pudieron tener ya la bendición.

Tal vez escogió un mal lugar y un mal momento como lo dijo el mismo presidente. Guadalajara después de la Cumbre que se desinfló y no fue tan exitosa ni dio tanto prestigio al gobierno como se esperaba y encima de eso el acto político en la misma ciudad tras la Cumbre, le quitaba espacios al afán del gobierno de construir como un gran triunfo la cumbre jalisciense. Esto naturalmente contrarió al presidente y la acción del regaño público y la reacción de la renuncia del secretario de Energía era de esperarse.

Es necesario hacer una reflexión, está claro que el presidente no tiene partido, es decir, por lo menos su partido está dividido. En segundo lugar, el que marcó los nuevos estilos de hacer política fue él mismo, cuando se brincó las trancas y ya siendo presidente quiere regresar a la época en que el presidente dictaba las reglas para la sucesión presidencial, sin considerar que es imposible regresar las aguas río arriba. Aquí hay una terrible confusión, que es necesario que entiendan quienes llevan los asuntos políticos del país, es difícil recuperar los grandes poderes de un presidente autoritario con la triple corona; cuando hay un presidente demócrata, solamente con dos coronas o cuando mucho una de ellas abollada.

Jaime Castrejón Diez

 Política y justicia

Los acontecimientos que llevaron a la acción judicial de la PGR contra el Jefe de Gobierno, son interpretados de dos maneras diferentes. Por un lado, quienes piensan que todo esto solamente es una maniobra política para frentar las posibilidades de una candidatura para Andrés Manuel López Obrador. Otros piensan que nadie puede estar arriba de la justicia y que las movilizaciones y la popularidad no son la respuesta adecuada para un proceso que es esencialmente jurídico.

Los dos razonamientos son difíciles de conciliar porque cada uno de ellos ve una sola parte del problema. La Suprema Corte de Justicia publicó un desplegado que puntualmente expresaba sus razones por las cuales, el juicio penal por desacato a un amparo estaba sustentado. Lo que sigue es naturalmente un debate de tipo político, las razones que haya habido para iniciar el juicio la ven de distinta forma las dos partes. Lo importante es analizar cada una de éstas y ver cuales son las posiciones extremas a que ha llegado la lucha política en estos momentos.

El Jefe de Gobierno sugiere que en lugar de seguir el proceso jurídico se haga una especie de plebiscito, que la gente vote sobre su posición y si debe ser retirado del cargo o no, haciendo caso omiso del proceso jurídico. Es decir, esto sería el confrontar popularidad contra legalidad, dicho en otras palabras, quien tenga presencia pública y apoyo popular no debe estar sujeto a la ley. Visto de esta manera sería establecer el populismo por sobre la ley que al decirse el Jefe de Gobierno como un gobernante juarista estaría abandonado su posición o malinterpretado el juarismo. Sin embargo, el populismo está establecido estamos viendo en Venezuela con la presidencia de Hugo Chávez que en última instancia es una semidictadura populista haciendo caso omiso de las condiciones de un Estado de Derecho.

El PRD quiere llevar el caso a sus últimas consecuencias, la carta que Leonel Godoy entregará a los Jefes de Estado o representantes que se reúnen en la Cumbre de Guadalajara es más de lo mismo, llevar al ámbito internacional el “chisme” para presionar al gobierno federal. Aún internacionalizado el problema, el dilema planteado es el mismo: o justicia o popularidad. Por más que lo adornen el problema es el mismo desde el principio.

Por otro lado se ve también un deseo de establecer el Estado de Derecho, pero queda la sospecha de que esta actitud es la de “hágase la voluntad de Dios, pero en las mulas de mi compadre”. Difícilmente se pueden conciliar las dos posiciones, pero habría que ver las consecuencias de llevar a sus últimos extremos estas dos posiciones.

Llevado al extremo, el populismo nos llevaría a un asambleísmo interminable que finalmente dominaría un líder carismático, popular, que tuviera que establecer unas condiciones dictatoriales para romper el caos provocado por el mismo sentimiento populista; esto normalmente en la historia nos enseña que ha llegado primero a un férreo control y después a una dictadura claramente establecida.

El otro extremo, es el de manejar todo conforme a derecho y esta sería la forma más civilizada de actuar, siempre y cuando quienes ejercen el aparato de justicia pudieran también evitar la contaminación política. Esto llevaría a un estado de derecho que propiciara la convivencia con reglas claras que en última instancia apuntaría hacia un desarrollo social y político equilibrado.

Como no vivimos en un país perfecto, existe en el sentimiento popular de distintas clases sociales, la duda de que el Estado de Derecho se va a implantar haciendo caso omiso de las posiciones políticas y se estableciera, de aquí en adelante, una forma de vida protegida por las leyes y sus instituciones. Esto deja la duda, porque uno ve la gran corrupción en el sistema de justicia desde los policías, los ministerios públicos hasta muchos jueces que han hecho de la corrupción una forma de vida, nos hace pensar que un Estado de Derecho tendría que empezar por una profunda limpieza de los sistemas judiciales para erradicar la corrupción. Este también sería un caso ideal.

Lo que nos pasa, es que en estos momentos no existe el mundo ideal de un sistema de justicia sin corrupción, existe una amenaza de populismo desbordado y el pueblo de México está a la expectativa de una solución en que no prevalezcan los intereses políticos y que fuera el inicio de una corrección a fondo del sistema judicial mexicano.

Pasado o futuro

Jaime Castrejón Diez

Dos eventos diferentes sucedidos en la semana nos pueden diagnosticar el complejo entorno en que se desarrolla nuestra vida social. Uno fue la publicación de la entrevista que el general Clemente Vega García, secretario de la Defensa Nacional, concedió en marzo a Jorge Fernández Menéndez y que se publicó la semana pasada en la Revista Milenio. El otro fue la derrota electoral de Víctor Cervera Pacheco, en Mérida, y los resultados electorales en Yucatán. Ambos tienen un denominador común: no se puede revivir el pasado.

La entrevista del general reitera sus puntos de vista que había expresado a fines de febrero, y que comenté en este espacio el primero de marzo. En ambas ocasiones ha hecho un llamado a la conciliación, en sus palabras “tomar lo bueno del pasado y sacar lo malo”. En efecto, el triunfo de la transición española se debió a una decisión sabia, olvidar el pasado y planear el futuro. Nuestra sociedad se vería beneficiada por una actitud igual, porque, como dice el general, en muchos casos los actores indiciados lo hicieron en defensa del Estado.

Para restañar heridas se hizo la amnistía de los actores de la guerrilla, y estos se incorporaron a la vida diaria del país. Muchos de los que habían secuestrado, asaltado bancos y asesinado acogidos a la amnistía llegaron a ser diputados, senadores y altos funcionarios, y todos lo consideramos normal. Se cumplía el objetivo de recuperarlos y sanar heridas del pasado.

Muchos de estos personajes promovieron distintas organizaciones para enjuiciar a quienes en su momento defendieron la integridad de las instituciones nacionales. No es el caso de defender militares delincuentes como los generales Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y otros que delinquieron en su beneficio o de otros, y no para mantener la integridad del Estado. Lo que sí parece fuera de lo normal es escudriñar hechos de hace 30 años, y dejar sin aclarar crímenes recientes como los de Acteal y Aguas Blancas.

En la entrevista del secretario de la Defensa se manifiesta claramente la posición de las fuerzas armadas. Ni defender a delincuentes ni castigar a quienes obedecieron órdenes para salvaguardar al Estado. Da a entender en la entrevista que las presiones en altas esferas del Ejército son fuertes. Los uniformados consideran que el Ejército es un instrumento del gobierno y reciben órdenes, y que su misión es cumplir los mandatos de los que conducen la política. La idea de crear un Ejército renovado, con generales de una nueva generación, muestra la actitud de ver al futuro en lugar del pasado.

A su vez, quienes en su momento conducían el gobierno respondían a agresiones y conductas delictivas, que al ponerse en práctica la amnistía se borraron sus crímenes y se reincorporaron a la vida normal ciudadana. Nos debemos preguntar ¿Sólo debe ir en una dirección la amnistía o debía ir en ambas direcciones y enterrar definitivamente el pasado?

El otro aspecto se dio en las elecciones yucatecas, que mostró que un dinosaurio difícilmente sobrevive en un nuevo entorno. El rechazo de una figura del pasado ejemplifica claramente la situación de echar afuera lo malo y ver el futuro por construirse. Es un claro ejemplo de que se extinguen los dinosaurios en sentido figurado, como los reales se extinguieron hace millones de años. La renovación del PRI quedó en entredicho, la ciudadanía rechazó el engaño. ¿Triunfarán los babysauros? La elección en Tijuana nos dará la respuesta.

Cuando los encuestadores del PRI ya festejaban el triunfo de Cervera Pacheco les cayó un balde de agua fría. El retorno de los brujos no lo deseaban los yucatecos. El PRI especuló con la posibilidad de un regreso sin cambios, con las viejas figuras que creían insustituibles. La elección yucateca confirma que los cambios que espera la sociedad son reales, ya no se chupa el dedo. El resultado mostró la actitud social hacia el PRI. ¿Cuál cambio?

Esta “noticia” de que se entierra el pasado debe preocupar a Madrazo y al PRI. Era claro que el nuevo PRI y Cervera Pacheco eran una contradicción muy clara. ¿Será que el nuevo PRI y Madrazo sigan el mismo camino?

Jaime Castrejón Diez

Pasado o futuro

 Dos eventos diferentes sucedidos en la semana nos pueden diagnosticar el complejo entorno en que se desarrolla nuestra vida social. Uno fue la publicación de la entrevista que el general Clemente Vega García, secretario de la Defensa Nacional, concedió en marzo a Jorge Fernández Menéndez y que se publicó la semana pasada en la Revista Milenio. El otro fue la derrota electoral de Víctor Cervera Pacheco, en Mérida, y los resultados electorales en Yucatán. Ambos tienen un denominador común: no se puede revivir el pasado.

La entrevista del general reitera sus puntos de vista que había expresado a fines de febrero, y que comenté en este espacio el primero de marzo. En ambas ocasiones ha hecho un llamado a la conciliación, en sus palabras “tomar lo bueno del pasado y sacar lo malo”. En efecto, el triunfo de la transición española se debió a una decisión sabia, olvidar el pasado y planear el futuro. Nuestra sociedad se vería beneficiada por una actitud igual, porque, como dice el general, en muchos casos los actores indiciados lo hicieron en defensa del Estado.

Para restañar heridas se hizo la amnistía de los actores de la guerrilla, y estos se incorporaron a la vida diaria del país. Muchos de los que habían secuestrado, asaltado bancos y asesinado acogidos a la amnistía llegaron a ser diputados, senadores y altos funcionarios, y todos lo consideramos normal. Se cumplía el objetivo de recuperarlos y sanar heridas del pasado.

Muchos de estos personajes promovieron distintas organizaciones para enjuiciar a quienes en su momento defendieron la integridad de las instituciones nacionales. No es el caso de defender militares delincuentes como los generales Acosta Chaparro, Quirós Hermosillo y otros que delinquieron en su beneficio o de otros, y no para mantener la integridad del Estado. Lo que sí parece fuera de lo normal es escudriñar hechos de hace 30 años, y dejar sin aclarar crímenes recientes como los de Acteal y Aguas Blancas.

En la entrevista del secretario de la Defensa se manifiesta claramente la posición de las fuerzas armadas. Ni defender a delincuentes ni castigar a quienes obedecieron órdenes para salvaguardar al Estado. Da a entender en la entrevista que las presiones en altas esferas del Ejército son fuertes. Los uniformados consideran que el Ejército es un instrumento del gobierno y reciben órdenes, y que su misión es cumplir los mandatos de los que conducen la política. La idea de crear un Ejército renovado, con generales de una nueva generación, muestra la actitud de ver al futuro en lugar del pasado.

A su vez, quienes en su momento conducían el gobierno respondían a agresiones y conductas delictivas, que al ponerse en práctica la amnistía se borraron sus crímenes y se reincorporaron a la vida normal ciudadana. Nos debemos preguntar ¿Sólo debe ir en una dirección la amnistía o debía ir en ambas direcciones y enterrar definitivamente el pasado?

El otro aspecto se dio en las elecciones yucatecas, que mostró que un dinosaurio difícilmente sobrevive en un nuevo entorno. El rechazo de una figura del pasado ejemplifica claramente la situación de echar afuera lo malo y ver el futuro por construirse. Es un claro ejemplo de que se extinguen los dinosaurios en sentido figurado, como los reales se extinguieron hace millones de años. La renovación del PRI quedó en entredicho, la ciudadanía rechazó el engaño. ¿Triunfarán los babysauros? La elección en Tijuana nos dará la respuesta.

Cuando los encuestadores del PRI ya festejaban el triunfo de Cervera Pacheco les cayó un balde de agua fría. El retorno de los brujos no lo deseaban los yucatecos. El PRI especuló con la posibilidad de un regreso sin cambios, con las viejas figuras que creían insustituibles. La elección yucateca confirma que los cambios que espera la sociedad son reales, ya no se chupa el dedo. El resultado mostró la actitud social hacia el PRI. ¿Cuál cambio?

Esta “noticia” de que se entierra el pasado debe preocupar a Madrazo y al PRI. Era claro que el nuevo PRI y Cervera Pacheco eran una contradicción muy clara. ¿Será que el nuevo PRI y Madrazo sigan el mismo camino?

Jaime Castrejón Diez

 Lo esencial y lo superfluo

Al pasar, aparentemente, de los escándalos a la normalidad, estamos entrando a una fase que podríamos considerar surrealista de la política. Aparentemente nadie quiere cerrar este capítulo vergonzoso por diversos motivos. Unos porque esperan que pasen al olvido ciertos temas centrales y otros porque consideran que todavía se pueden ordeñar más estos incidentes.

Hay cosas que no pueden cambiar, si es complot o no hay pruebas fehacientes de corrupción en altas esferas del gobierno del Distrito Federal, con o sin complot hubo falta de pericia en el trato diplomático con Cuba. El tercer aspecto que es importante es que PAN, PRI, PRD vieron en estas circunstancias posibilidades de obtener ventajas políticas, PAN frenando a López Obrador, PRD y PRI en ataque frontal al secretario de Gobernación. En los dos casos se trata de los dos aspirantes mejor colocados en las encuestas y por lo mismo excelentes blancos para el ataque.

¿Cómo queda el universo político después de estos sucesos? Hay la parte dura de los políticos y los medios que no quieren que esto se acabe y en el otro extremo quienes ven los noticieros o los diarios y dicen ¡ya estuvo bien! En medio hay distintos matices de los dos extremos. Lo que es cierto que se está prolongando esta etapa pero, a pesar de los deseos de los interesados, no va a durar hasta el momento de las grandes decisiones de los partidos y su mayor logro es que la opinión pública se vuelva más escéptica.

De hecho los partidos han perdido presencia y credibilidad desde antes y con esto también se ven afectados. Esto obliga a reflexionar ¿Por qué los partidos políticos mantienen la llave del Poder? En encuestas recientes los partidos son vistos con desagrado por la ciudadanía, quedaron por debajo de los policías en la opinión de los encuestados. Es momento de volver a retomar el argumento de si sólo los partidos pueden registrar candidatos a puestos de elección popular ¿No es esto una democracia indirecta?

Con el escenario que hemos vivido en las últimas semanas hay suficiente evidencia para decir que los partidos tienen demasiado poder, más de lo que merecen y que la legislación en materia electoral es cuestionada. ¿Marcará esta etapa el principio del fin de la partidocracia?

Es importante en estos momentos darnos cuenta que en todo este proceso la opinión pública detecta un vacío; los partidos opuestos al gobierno lo han llamado un vacío de poder, lanzando toda la responsabilidad al Ejecutivo. La realidad es que el vacío es de instituciones, desde la Presidencia, el Legislativo, el Judicial y los medios. Ninguno ha encontrado el papel real que le corresponde y eso lo resiente la sociedad.

A falta de avances reales en los temas fundamentales del país, todos los actores políticos mencionados buscan impactar a la opinión de la sociedad, se ha convertido en más importante la “imagen” que la realidad como ya lo había sugerido Giovanni Sartori en su libro Homo Videns al aseverar: “… la democracia representativa no se caracteriza como un gobierno del saber sino como un gobierno de la opinión, que se fundamenta en un público sentir de res pública”.

En su reciente artículo en Letras Libres, Enrique Krauze cita al filósofo hindú Amartya Sen sobre este tema. Dice Sen: “La democracia no reside sólo en la expansión del voto y las elecciones libres. ‘La gloria’ de la democracia está en el ‘debate público abierto’ ”… –las comillas son de Krauze. En ese artículo propone un comité de opinión pública, que es deseable, para sacar del empantanamiento el debate en los órganos constitucionales.

A estas alturas ya la ciudadanía tienen formada una opinión. Por muchos años el Estado de Derecho ha sido la bandera política por excelencia, pero ahora eso ha cambiado. Las encuestas muestran que las procuradurías están respondiendo más a intereses políticos que a la verdadera causa de la justicia. La falta de confianza en el sistema se ha vuelto el sentir general y eso significa que la definición real de Estado, esto es que lo conforman gobierno y gobernados, ha dejado fuera el interés de los gobernados, que no es ya el mismo de los partidos.

Cuando se piensa en nuevas alternativas es porque las instituciones tradicionales han fracasado y son necesarias nuevas vías. Repensar la distribución del poder en función de la evolución del país es indispensable cuando el discurso político es más parte de la picaresca que digna de estar en el Diario de los debate.

Lo esencial y lo superfluo

Jaime Castrejón Diez  

Al pasar, aparentemente, de los escándalos a la normalidad, estamos entrando a una fase que podríamos considerar surrealista de la política. Aparentemente nadie quiere cerrar este capítulo vergonzoso por diversos motivos. Unos porque esperan que pasen al olvido ciertos temas centrales y otros porque consideran que todavía se pueden ordeñar más estos incidentes.

Hay cosas que no pueden cambiar, si es complot o no hay pruebas fehacientes de corrupción en altas esferas del gobierno del Distrito Federal, con o sin complot hubo falta de pericia en el trato diplomático con Cuba. El tercer aspecto que es importante es que PAN, PRI, PRD vieron en estas circunstancias posibilidades de obtener ventajas políticas, PAN frenando a López Obrador, PRD y PRI en ataque frontal al secretario de Gobernación. En los dos casos se trata de los dos aspirantes mejor colocados en las encuestas y por lo mismo excelentes blancos para el ataque.

¿Cómo queda el universo político después de estos sucesos? Hay la parte dura de los políticos y los medios que no quieren que esto se acabe y en el otro extremo quienes ven los noticieros o los diarios y dicen ¡ya estuvo bien! En medio hay distintos matices de los dos extremos. Lo que es cierto que se está prolongando esta etapa pero, a pesar de los deseos de los interesados, no va a durar hasta el momento de las grandes decisiones de los partidos y su mayor logro es que la opinión pública se vuelva más escéptica.

De hecho los partidos han perdido presencia y credibilidad desde antes y con esto también se ven afectados. Esto obliga a reflexionar ¿Por qué los partidos políticos mantienen la llave del Poder? En encuestas recientes los partidos son vistos con desagrado por la ciudadanía, quedaron por debajo de los policías en la opinión de los encuestados. Es momento de volver a retomar el argumento de si sólo los partidos pueden registrar candidatos a puestos de elección popular ¿No es esto una democracia indirecta?

Con el escenario que hemos vivido en las últimas semanas hay suficiente evidencia para decir que los partidos tienen demasiado poder, más de lo que merecen y que la legislación en materia electoral es cuestionada. ¿Marcará esta etapa el principio del fin de la partidocracia?

Es importante en estos momentos darnos cuenta que en todo este proceso la opinión pública detecta un vacío; los partidos opuestos al gobierno lo han llamado un vacío de poder, lanzando toda la responsabilidad al Ejecutivo. La realidad es que el vacío es de instituciones, desde la Presidencia, el Legislativo, el Judicial y los medios. Ninguno ha encontrado el papel real que le corresponde y eso lo resiente la sociedad.

A falta de avances reales en los temas fundamentales del país, todos los actores políticos mencionados buscan impactar a la opinión de la sociedad, se ha convertido en más importante la “imagen” que la realidad como ya lo había sugerido Giovanni Sartori en su libro Homo Videns al aseverar: “… la democracia representativa no se caracteriza como un gobierno del saber sino como un gobierno de la opinión, que se fundamenta en un público sentir de res pública”.

En su reciente artículo en Letras Libres, Enrique Krauze cita al filósofo hindú Amartya Sen sobre este tema. Dice Sen: “La democracia no reside sólo en la expansión del voto y las elecciones libres. ‘La gloria’ de la democracia está en el ‘debate público abierto’ ”… –las comillas son de Krauze. En ese artículo propone un comité de opinión pública, que es deseable, para sacar del empantanamiento el debate en los órganos constitucionales.

A estas alturas ya la ciudadanía tienen formada una opinión. Por muchos años el Estado de Derecho ha sido la bandera política por excelencia, pero ahora eso ha cambiado. Las encuestas muestran que las procuradurías están respondiendo más a intereses políticos que a la verdadera causa de la justicia. La falta de confianza en el sistema se ha vuelto el sentir general y eso significa que la definición real de Estado, esto es que lo conforman gobierno y gobernados, ha dejado fuera el interés de los gobernados, que no es ya el mismo de los partidos.

Cuando se piensa en nuevas alternativas es porque las instituciones tradicionales han fracasado y son necesarias nuevas vías. Repensar la distribución del poder en función de la evolución del país es indispensable cuando el discurso político es más parte de la picaresca que digna de estar en el Diario de los debate.

Jaime Castrejón Diez

Los juegos de apariencias

El retiro de los embajadores entre México y Cuba y la polémica que desató una redefinición de las relaciones bilaterales con la Habana, que en realidad significa también el fin de un juego de apariencias que se sostuvo por muchos años. Su inicio se dio con el presidente Adolfo López Mateos que veía en el aislamiento de Cuba un gran problema y como él era especialmente partidario de la autodeterminación de los pueblos inició una política que trató de evitar el aislamiento total de Cuba.

Este fue un legado político que los gobiernos respetaron por muchos años. Él no era un ingenuo, sabía que no era una autodeterminación del pueblo en el estricto sentido de la palabra sino que se trataba de una disidencia política en el continente que a su juicio debía ser respetada y no combatida desde el exterior.

Ese era el principio de una actitud que heredarían los siguientes presidentes. Díaz Ordaz envió un alto funcionario a Cuba y éste visitó los campos de entrenamiento guerrilleros y se le aseguró que no había ningún mexicano. El pragmatismo de Díaz Ordaz fue mantener la posición tradicional a cambio de que no hubiera actividades clandestinas en territorio mexicano auspiciadas por Cuba.

Los presidentes que siguieron aceptaron como política de Estado la solidaridad con Cuba, por un lado la gran simpatía del pueblo mexicano por el pueblo cubano y al mismo tiempo porque ninguno de los presidentes priístas quería echarse encima a la izquierda mexicana.

Hay que recordar que en esos tiempos la izquierda mexicana estaba atomizada y no tenía realmente una posibilidad de poder, pero López Mateos tampoco quería que se extinguiera la llama de la izquierda, ya que eventualmente temía que fuera la derecha la que avasallara la política del país.

Los siguientes presidentes comprendieron que alejarse de la posición Lopezmateísta, era peligroso, porque se consideraría contrarrevolucionario y vino un juego de apariencias en el que México jugaba el papel del único amigo en el continente del gobierno cubano, pero manteniendo cierta distancia. Había un chiste en la época de otro presidente que se dice que venía en su coche y le preguntaba el chofer, “hacia dónde nos vamos señor Presidente” y él le contestaba, “pon el indicador a la izquierda y da rápidamente vuelta a la derecha”, este era el concepto que se tenía de la actitud de los presidentes priístas hacia la isla de Cuba, por un lado darle un tinte izquierdista a su imagen para que la izquierda local se sometiera a la hegemonía de su presidencia.

El cambio de actitud se dio por allá por la segunda mitad de los ochenta, a pesar de que José López Portillo simpatizaba ideológicamente con la posición desafiante ante la penetración ideológica norteamericana, llegó a la conclusión de que México no necesitaba a Cuba para su desarrollo, pero que podía convertirse en un instrumento de presión hacia los Estados Unidos para obtener beneficios para el país. Después el país dio un giro hacia la tecnocracia pero se mantuvo esta actitud de apoyo hacia Cuba, más como un instrumento de presión que un apoyo real a las ideas castristas.

La situación fue más tensa durante el periodo presidencial de Ernesto Zedillo que veía a Cuba como el refugio de su archienemigo Carlos Salinas de Gortari y en alguna forma su animadversión se reflejaba en una actitud tibia. Se hizo más tensa cuando aquella crítica de Castro de que los niños mexicanos sabían más de Mickey Mouse que de sus héroes, aguantó el agravio, pero se fueron haciendo más y más frías las relaciones.

En este momento realmente podemos ver que la relación con Cuba se ha deteriorado  a punto de la ruptura. El problema se agudizó por la posición de México de que un relator especial de la Comisión Internacional de Derechos Humanos debía ser admitido por La Habana. El voto de México molestó a Fidel Castro, como le molestó el voto de Perú que también fue calificada de abyecta en el discurso del 1º de mayo, por lo que el presidente Toledo también retiró a su embajador.

El alejamiento hacia Cuba ha sido visto como una forma de acercarse a los Estados Unidos después de haberse alejado fuertemente con su voto en el Consejo de Seguridad sobre la guerra de Irak. Por otra parte en estos momentos era más importante para el gobierno de Castro el apoyo de México en los momentos en que la transición, se quiera o no se quiera, empieza a llegar a Cuba y el aspecto de derechos humanos se ha convertido en su talón de Aquiles. Llegó el momento en que por las circunstancias mencionadas han hecho entrar en una fase de intercambio de golpes, como la conferencia de prensa del canciller cubano. Lo que hace pensar sobre los dos bandos: esto ya no es diplomacia.

Jaime Castrejón Diez

La sesión legislativa

Terminada la sesión del poder legislativo se confirma la incapacidad de legislar que ha caracterizado a las últimas dos legislaturas. Para ser más exactos en el lenguaje debiéramos llamarla “la cesión” legislativa, porque cedieron su función reguladora de la vida del país por la de la guerra intestina de partidos, se recordarán más por estas razones que por su aportación a la vida nacional.

La realidad vista por la ciudadanía es que cedieron su función modeladora del sistema político por luchas de facciones y por tratar de dirimir luchas inter-partidos e intra-partidos bloqueando el ejercicio de su función fundamental: legislar. Esta etapa de la legislatura se recordará más por el derrocamiento de Elba Esther Gordillo como coordinadora de la bancada del PRI, por la purga priísta delas comisiones, por el enojo de las multas del IFE, por la alianza del PRI-PRD porque un diputado panista llamó a algunos diputados delincuentes electorales que por las leyes que emitieron. Es decir lo anecdótico avasalló en lo sustantivo.

No cabe duda que el desprestigio que la legislatura se ha ganado con la ciudadanía es merecido, la esterilidad la detecta todo mundo. Pero sería necesario asomarnos también al interior de la institución. Sus reglamentos son muy antiguos y ya obsoletos para una sociedad como la nuestra. Se requiere rediseñar el poder legislativo para que sea adecuado a las necesidades de una nación que quiere emerger y no puede, porque los compromisos políticos y clientelares de sus legisladores impiden que actúen con visión para que el país evolucione. Tal vez los mismos diputados con otras reglas funcionarían mejor, pero entre las cosas que tiene pendiente la transición son la actualización, la profesionalización del poder legislativo y la responsabilización de los legisladores con sus electores.

Esto lleva a tres temas, la creación de una ley orgánica del poder legislativo que refleje la realidad del México actual, la reelección de los legisladores y si se sostendrá a los legisladores sin representación: los plurinominales.

¿Qué tan válido es un legislador que no representa a nadie? Se puede decir que representan a su partido, pero de hecho diluyen la representación de quienes han sido electos por la ciudadanía. Se ha dicho que es para que los ideólogos de los partidos aseguren su presencia y que ellos fueran los conductores de sus bancadas. ¿Pero cuantos ideólogos necesitan? En la situación actual el 40 por ciento de los diputados no representan a nadie y el 50 por ciento de los senadores tampoco.

Muchas veces se ha mencionado lo exitoso que fue el proceso de la transición española. Hay que recordar que el Pacto de la Moncloa tenía un plan maestro para modernizar el Estado Español y que los partidos pusieron por delante el éxito del proceso de reforma y hubo un compromiso de los distintos partidos de llevarlo a cabo. Las Cortes (equivalente a nuestra Cámara de Diputados) decidieron por unanimidad el 3 de noviembre de 1977: “Asumir la responsabilidad que le incumbe en el desarrollo de las medidas legislativas que exige el cumplimiento del acuerdo…” Si analizamos el procedimiento es claro que la transición se logró por dos razones muy claras: había un plan maestro acordado previamente y las Cortes apoyaron la decisión sin jaloneos partidistas.

El contraste es muy claro. Pero los que deseamos una transición vemos que en el primer lugar no hay un plan maestro acordado, principalmente por los intereses partidarios y de personas que obstaculizan el proceso de transacción. Por otra parte, porque se presentan reformas aisladas y no un todo consistente. Hay dos formas de enfrentar este proceso, positivamente haciendo a un lado todos los intereses parciales en aras de un sistema operante que refleje los anhelos sociales. Por otra parte hay una forma negativa de verlo, seguir pugnando por prevalecer como personas o como partidos por encima del bien general.

Al cerrar este periodo de sesiones el enfoque ha sido claramente negativo, prevalecieron los intereses particulares de partidos y de personas. El poder legislativo ha caído en un círculo vicioso, se establecen polémicas intrascendentes    y los ofendidos obstruyen las propuestas del contrario en principio. Es decir, se trata de legislar con espíritu de vendetta y no como un cuerpo colegiado que solidifique la tan llevada y traída transición.

Si hay o no sesión extraordinaria es intrascendente. Veremos más de lo mismo. Se requiere que en este receso se reflexione y se autoevalúen, porque en la transición queda muy mal parado el poder legislativo

Jaime Castrejón Diez

Democracia cuestionada

El desarrollo estabilizador, el desarrollo dependiente, la alianza para el progreso, la globalización, han sido visiones del mundo que en su momento entusiasmaron a los países en vías de desarrollo. En cada ocasión el desencanto hizo que se buscaran otros rumbos. Siempre detrás de todos los esquemas había un anhelo común: la democracia. Durante seis décadas las distintas versiones del cambio fueron ensayadas sin que se dieran los resultados esperados. La población aumentó y el número de pobres también creció.

El anhelo común de la región era el respeto a su voluntad y a poner límites al poder de los gobiernos y obligar al respeto a los derechos humanos. Poco a poco en América Latina los gobiernos autoritarios fueron cayendo, entre ellos el nuestro, que por 71 años había mantenido el poder. Común en todos los casos fue que al llegar los gobiernos democráticos no hubo lo que se esperaba: la solución mágica de los problemas ancestrales. El efecto dramático ha sido la desilusión con los gobiernos democráticos. La verdad es que en el camino al cambio democrático se aseveró que el problema social y económico se terminaría cuando el voto ciudadano se respetara. En la retórica de las campañas no se distinguió entre un cambio político que daba legitimidad de origen y un cambio en las estructuras económicas que no se gana en las urnas, se tienen que trabajar políticamente.

Una encuesta que llevó a cabo el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) arroja resultados adversos a los gobiernos democráticos. El estudio encabezado por el ex canciller argentino Dante Caputo muestra una actitud alarmante el 56% de los encuestados en 18 países preferirían un gobierno autoritario que resolviera sus problemas. El común denominador de los encuestados es que el cambio de un gobierno autoritario a uno democrático no ha resuelto los viejos problemas. Se puede decir que se suman peras y manzanas, que los programas de desarrollo eran económicos y la democratización es una tendencia política. Pero eso no satisface a la ciudadanía, su aspiración no es solamente de una democracia política, sino de una democracia económica. En cierta forma el lenguaje de campaña fue demagógico, se unieron los conceptos y la ciudadanía esperaba el cambio general al llegar los nuevos gobiernos.

El mensaje que manda esta encuesta es muy claro, no es la solución económica o política aislada lo que reclama Latinoamérica; es la conjunción de las dos, es liberalizar las estructuras políticas al mismo tiempo que se modernizan las estructuras económicas. Se han visto desplazadas élites políticas y han tomado su lugar nuevas élites que tampoco satisfacen las aspiraciones populares. Lo que es peor, la política partidista se ha centrado en una confrontación de poderes que tiene como objeto hacer fracasar al contrario en el camino se da la parálisis que vivimos.

Todo indica que los viejos métodos de gobernar son obsoletos, que el monopolio de los partidos políticos y la desigual distribución del ingreso son los retos de esta nueva etapa de la vida común en Latinoamérica. La sustitución de importaciones fracasó tanto como la sustitución de élites. Es claro que tiene que encontrarse un método que respete a los ciudadanos con conceptos democráticos y que se extienda la democracia a lo económico.

Lo estamos viendo en nuestro país, las nuevas élites se comportan como las anteriores, están amarradas a un sistema que no permite cambios drásticos que son necesarios. Y el sistema sigue buscando los equilibrios para que haya cambios sin cambiar. El gatopardismo de las élites autoritarias también aqueja a las nuevas élites. El problema es de fondo, no de actores. Esta encuesta debe sacudir el mundo político.

Lo vemos en México constantemente, los índices de pobreza no mejoran y el “cambio” esperando sólo nos ha traído polémicas entre actores y partidos que repiten sin cesar los mismos argumentos, mientras los ciudadanos no vean mejoras en su bienestar empieza a haber un gran pesimismo hacia el futuro. Dan ganas de gritar: ¡ni uno es el mesías ni el otro es el rayo de esperanza!