Jaime Salazar Adame

 De guerras e intervenciones  

De entre los episodios nacionales, el que conmemoramos el 5 de mayo evoca una de las cinco intervenciones extranjeras que se produjeron en territorio nacional, como consecuencia del surgimiento de México a la vida independiente para luego organizar y conformar una nación.

En efecto, a pesar de los 300 años de dominación colonial, España creyó que fácilmente podría recuperar sus antigüas posesiones americanas, y después del primer intento de reconquista, en 1829, por Isidro Barradas, a partir de 1858 insistió nuevamente en intervenir en los asuntos internos de México.

La autoridad española quiso aprovechar la Guerra de Secesión de Estados Unidos, y en 1860 intentó intimidar –a través de Cuba– al gobierno republicano de Benito Juárez, pero al recibir la notificación oficial de sus propósitos la administración estadunidense contestó que .. “reconocía el derecho de España para declarar la guerra a cualquier país del mundo, y que no se mezclaría en el conflicto siempre y cuando se desarrollara conforme al derecho de gentes, no perjudicara los derechos de Estados Unidos, y no tuviera por finalidad adquirir territorio o subvertir la forma de gobierno republicano que en México existía”.

La respuesta del presidente Abraham Lincoln echó por tierra el sueño español de erigir un trono en México. Sin embargo, el gobierno de Juárez confrontaba una situación de penuria desesperante, al grado que el 17 de julio de 1861 se vio obligado a suspender los pagos de la deuda externa, lo que sirvió de pretexto para que Inglaterra y Francia rompieran relaciones con México en unión de España y formasen, el 31 de octubre de ese año, la llamada Convención de Londres, base de la intervención armada en nuestro país.

Napoleón III decidió, el 30 de septiembre de 1861, intervenir en México, y el 2 de octubre del mismo año había dado instrucciones a su embajador en Londres para que procediese a coordinar la acción con España e Inglaterra. A pesar de que la idea intervensionista había triunfado, las intenciones de las tres potencias diferían radicalmente.

Inglaterra no deseaba intervenir en los asuntos internos de México, y trataba exclusivamente de proteger sus intereses y a sus súbditos. Francia quería intervenir en forma integral y apoyar con las armas a Maximiliano para establecer finalmente el Gran Imperio Latino de Occidente. España deseaba la instauración de una monarquía con un príncipe de la Casa de Borbón en el trono. Los objetivos de España se oponían a los de Napoleón III, y estaban muy alejados de los de Inglaterra.

Al firmarse la Convención de Londres, las tres potencias convinieron, entre otras cosas, de partir rumbo a México de tres puntos diferentes, pero sin indicar día y lugar de reunión para las escuadras; tampoco se precisó quién ejercería el mando militar, único de las fuerzas de intervención.

Las fuerzas españolas fueron las primeras en ocupar la fortaleza de San Juan de Ulúa, el 17 de diciembre de 1861, en tanto que las escuadras francesa e inglesa llegaron a la Isla de Sacrificios el 5 de enero de 1862; cuando Napoleón III tuvo conocimiento del desembarco anticipado de los españoles en Veracruz, envió un refuerzo consistente en una brigada integrada por cuatro mil 474 hombres con 616 cabalgaduras. Totalizaron siete mil 474 hombres.

Al correr de los días surgieron profundas diferencias entre los comisarios de las tres potencias y rompieron lanzas entre sí; los comandantes ingleses y españoles, al comprender los verdaderos objetivos de Napoleón III, se negaron a hacerle el juego participando en la invasión y lo dejaron solo en su aventura de conquista.

Los franceses avanzaron, y el memorable 5 de mayo de 1862 tuvo lugar la épica Batalla de Puebla, defendida por Ignacio Zaragoza y sus valientes subalternos Porfirio Díaz, Felipe Berriozábal, Juan Nepomuceno Méndez y Miguel Negrete. Más de siete mil hombres al mando del general francés, conde de Lorencés, atacaron la plaza; se trataba de tropas bien fogueadas en las campañas de Túnez y Argel y debidamente equipadas; las tropas mexicanas sumaban en total tres mil 850, y por esa época el ejército francés estaba conceptuado como el mejor del mundo.

El pueblo inerme echó mano hasta de sus humildes indios zacapoaxtlas para defender, con virilidad sin límites, su solar patrio hollado miserablemente por un invasor, en una lucha a todas luces injusta. A las 4:30 de la tarde de ese día se escribió una de las páginas más sublimes de la historia de México. Los modestos soldados mexicanos, al mando de Zaragoza, le obsequiaron al megalómano Napoleón III la lección de un pueblo que contra todo anhelaba ser libre.

Las tropas napoleónicas se retiraban rumiando su derrota; el comandante del Ejército de Oriente, Ignacio Zaragoza, originario de Bahía del Espíritu Santo, Texas, lugar que abandonó cuando pasó a poder de los Estados Unidos, envió su histórico mensaje dando parte al ministro de la Guerra sobre el resultado de la batalla; uno de sus párrafos decía:

“El ejército francés se batió con mucho valor; su general en Jefe dio pruebas de incapacidad en el ataque. Las armas nacionales, ciudadano Ministro, se han cubierto de gloria, y yo felicito, por vuestro digno conducto, al Primer Magistrado de la República. Para el efecto, yo puedo afirmar con orgullo que el Ejército Mexicano ni una sola vez volvió la espalda al enemigo durante la larga lucha que tuvo que sostener”.

El general Zaragoza murió victima de tifo el 8 de septiembre de 1862, a la temprana edad de 33 años, a escasos 123 días de haber escrito una de las páginas más heroicas de la historia militar de México. El gobierno del presidente Juárez lo declaró Benemérito de la Patria en grado heroico, y decretó que en adelante la ciudad colonial hasta entonces llamada Puebla de los Ángeles, se llamara en su honor, Heroica Puebla de Zaragoza.

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Jaime Salazar Adame

Insensibilidad política

 

La consideración de que la guerrerense es una sociedad ancestralmente desigual, escindida en incontables aspectos, es como esos factores divisionistas que contribuyen a explicar su conducta apática ante los problemas colectivos porque sus miembros están más preocupados de su subsistencia cotidiana que de la forma en que están siendo gobernados.

Si la pobreza aumenta, la injusticia se reproduce incrementándose el número de ciudadanos condenados a una existencia ingrata, inaceptable e insoportable, a la vez que se ensanchan las brechas abismales que separan a pobres y ricos, a la ciudad y al campo, a hombres de mujeres y niños del resto de la comunidad.

La insensibilidad mostrada por los guerrerenses nos hace correr el riesgo de acostumbrarnos a mirar la ola de secuestros, matados, abuso de poder, prepotencia, corrupción, entre otros males sociales como algo normal. En la medida en que estas tribulaciones ocurren a la mayor distancia geográfica y afectiva, la observamos en el día a día como una noticia más, sin mayor asomo de indignación, con la eventual exclamación de compasión sentida por el otro, en un momento de extrañeza e incredulidad. Este suceso desaparece con la fugacidad de otra noticia recibida por nuestra conciencia, que es tanto como el doblar la página del periódico.

Los problemas del desempleo, inseguridad, ingresos castigados y los gastos en salud, educación y vivienda no compensan los sacrificios pedidos a la población que cada vez tiende a acostumbrarse a ver más lejana su calidad de vida, mientras mira pasar el triunfalismo con el cual, quienes debieran ser los mediadores entre el gobierno del estado y la sociedad, recogiendo ideas y aspiraciones, o sea, los partidos políticos, sólo pujan por sus propias prebendas.

Entonces es la sociedad civil organizada la que debe enfrentar las mil batallas que no pueden esperar a que las autoridades dicten su veredicto porque existe siempre la colosal sospecha de que éstas son las que articulando apoyos y complicidades conspira contra ella. Los casos son noticia fresca: la cotización en la bolsa de valores inhumanos de la industria del secuestro, la impunidad, la falta de servicios públicos y diversos ayuntamientos acusados por sus propios ciudadanos de corrupción.

Múltiples pruebas ha dado el proceso histórico suriano de que en nombre del pueblo no se tiene un cheque en blanco, y nuevamente toca a la sociedad civil asumir su preponderancia reuniendo voluntades para exigir un ¡ya basta! De la problemática hay que llegar a la solucionática como bien cantó Violeta Parra.

El mensaje de los ciudadanos recogido por los medios de comunicación masiva es claro y convincente: ha llegado la hora de una etapa de transformación profunda de la sociedad guerrerense que acabe con los privilegios, la impunidad y la desigualdad social.

Más aún en el contexto de las comparecencias de los secretarios del gabinete estatal se observarán los anhelos políticos y la cruda realidad social, por ello es deseable que las fracciones parlamentarias se ocupen de la investidura popular que coadyuve a la construcción de una sociedad justa a la altura de nuestro tiempo y a vivir la gran ilusión colectiva de la progresiva modernización guerrerense como se escuchará decir en la tribuna parlamentaria.

Consecuentemente, el Estado de derecho no debe ser únicamente una solemne declaración de principios, sino el fundamento efectivo de la base social, porque la profundidad, la serenidad y el rigor con el que hace cinco años se entregó la encomienda al actual gobierno, constituyen el imperativo para que sin dilaciones se apliquen a inyectar el vigor del bienestar y el progreso que demanda la sociedad suriana sin convulsiones ni sobresaltos como los que aquejan a la mayor parte de los municipios de la entidad.

Para ganarse el reconocimiento popular no basta decir que hemos sido capaces de transitar más o menos pacíficamente por procesos comiciales para dar continuidad a la vida institucional del pueblo de Guerrero, sino dejar sin argumentos ni razón de ser a los grupos armados que se han vuelto una constante en la historia y presente del pueblo suriano porque las causas que los originan son la pobreza, marginación, exclusión y falta de oportunidades para vivir que son la constante social, que en gran medida contribuye a la apatía por la cosa pública.

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Jaime Salazar Adame

La sociedad civil

El más reciente escándalo político escenificado por la detención de un jefe de la Policía Ministerial, como lo es el del vecino estado de Morelos, Agustín Montiel López, y sus repercusiones en Guerrero, por la consideración de que dicho funcionario también lo fue de nuestra entidad federativa en el pasado reciente, nos hacen confirmar que efectivamente en política se han acabado las utopías, como lo intentara explicar Francis Fukuyama con su famosa teoría sobre el fin de la historia.

Dicha utopía como se considera la creación y consolidación del Estado ideal, justo, rico, culto, en la tierra como viejo sueño de la humanidad está acabando en pesadilla, puesto que las manifestaciones de corrupción e inseguridad pública que se propicia desde el interior del Ogro Filantrópico como definió Octavio Paz al Estado y que se atribuyen al encarcelado funcionario morelense, han propiciado que el Estado se encuentre en proceso de declive y la gama de autoridades que desgobiernan, se expanda dramáticamente. Sólo recuérdense casos como el Pemexgate o los videoescándalos, además de los muy conocidos del ámbito suriano.

Así es que debemos conformarnos, en lugar de con el Estado perfecto, con el menos imperfecto posible, que es la democracia, según la definen los teóricos políticos; lo criticable del caso es que como a tales instituciones las operan o manejan los políticos, y estos como hombres de partido no pueden actuar imparcialmente como es deseable, siendo en ese ámbito donde se yerra de tal manera que se filtran poderes no controlados, traficantes de drogas y de armas, así como gángsters, en pocas palabras, los señores de la violencia, a los que se suponía que el Estado moderno pondría fin.

Esto y otras experiencias en Guerrero, parecen indicar que los intereses creados en su entorno son formidables porque ven en la función pública terrenos a repartir entre su clientela y no sobre los ciudadanos (as) capaces, es decir, que entre la capacidad y la supuesta lealtad, se opta por la última, aunque tales despropósitos se carguen al costo de la violencia que se ejerce contra los ciudadanos y los adversarios políticos.

La lección que nos dejan los citados episodios es que al vivir en un mundo interdependiente por efectos de la globalización, los individuos son cada vez más protagonistas y el Estado es cada vez menos activo y más limitado por la sociedad, aunque los ciudadanos (as) tienen que ocuparse de sí mismos. Como ejemplo veamos a dónde nos conduce el régimen de las pensiones. El cargar la culpa a los demás, a la sociedad o a las circunstancias, también es cada vez menos admitido y si el Legislativo no ejerce sus atribuciones, la sociedad civil si lo está haciendo.

Lo que observamos es que la democracia como tal no está siendo amenazada desde fuera con utopías dictatoriales, sino que el desafío le está llegando desde el interior, desde sus problemas internos de participación, educación, violencia, delincuencia, pobreza. Luego entonces, la serie de instituciones no gubernamentales de carácter plural con la suficiente fuerza para servir de contrapeso al Estado y, aunque no impidan a éste cumplir con su papel de guardián del orden y arbitro entre los grandes intereses, sí pueden impedir que domine y atomice al resto de la sociedad.

Porque allí donde se vigoriza, la sociedad civil constituye el emplazamiento de complejidad, opciones y dinamismo, y por tanto se instituye en el enemigo del despotismo político porque es una condición necesaria para la libertad, tal y como lo manifiesta el conglomerado constituido en el Frente Cívico de Acapulco con expresiones en casi todos los municipios de la entidad, por lo que sugiero que ya debe cambiar su denominación a Frente Cívico de Guerrero, puesto que incluso sus propuestas para 2005 son de carácter estatal.

Se trata pues de que los gobiernos violentos no continúen destripando a la sociedad y robando a la población en el sentido literal de la expresión, ni tampoco usurpen la capacidad de auto organización pacífica, como se observa cuando se trata de grupos afines u organizaciones promovidas por el propio gobierno estatal.

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Jaime Salazar Adame

Tata Gildo

Este 13 de abril rememoramos que en 1762 nació en el pueblo de Tecpan don Hermenegildo Galeana, bravo entre los bravos y uno de los pilares más fuertes de la insurgencia, a quien parientes, amigos y soldados llamaron afectuosamente Tata Gildo por su afabilidad paternal. La conmemoración de este acontecimiento biográfico es de la mayor trascendencia para la historia del municipio de Tecpan, del estado de Guerrero, del país y nos convoca a la reflexión.

En el lapso temporal de 52 años en el que transcurre la vida de Hermenegildo Galeana, de su nacimiento a su muerte en 1814, se dan los intentos autonomistas criollos de 1808 de carácter pacifista para lograr la independencia de Nueva España; la guerra insurgente iniciada por Hidalgo en 1810; el momento culminante de la insurgencia con las campañas político militares de Morelos y los acontecimientos que describen el ideario del Rayo del Sur, como Los Sentimientos de la Nación, durante los cuales se erige la provincia de Tecpan en 1811 y se establece el Primer Congreso de Chilpancingo en 1813.

El padre de los Galeana, un marino de origen vasco, radicó en la región de Tecpan y fundó una familia de agricultores que llegaron a poseer grandes extensiones de tierra, sólo calcúlese los 500 kilómetros de litoral que posee la entidad suriana y compárese con los 170 kilómetros que comprendían sus propiedades, de allí que hayan logrado el control comercial de la Costa Grande. El intercambio comercial lo hacían con la Tierra Caliente, Michoacán, Guanajuato y con mercaderes del Galeón de Manila en Acapulco.

Esa actividad les permitió relacionarse con destacados arrieros como Morelos, Guerrero y Valerio Trujano. Antes de la guerra de independencia Hermegildo Galeana estaba dedicado a la administración de la hacienda El Zanjón propiedad de uno de sus primos pues era diestro en el manejo de las armas, la equitación y las faenas del campo y contaba con instrucción primaria.

La familia Galeana siendo la más rica de la región, propuso a Morelos en una reunión con Vicente Guerrero y otros arrieros, en casa de Valerio Trujano, en Tepecoacuilco, su adhesión, apoyo económico y con recursos humanos a la causa de la Independencia, a condición de salvaguardar sus intereses económicos teniendo al mando de la provincia que habría de crearse en el sur a un miembro de dicha familia.

Por esto, la Costa Grande sería la región más importante de tal demarcación política. En efecto, Morelos designó a Antonio Galeana jefe de la provincia que tuvo por cabecera a la población de Tecpan, la cual fue elevada a la categoría de ciudad con el nombre de Nuestra señora de Guadalupe, antecedente del actual estado de Guerrero, pues prácticamente se integró con la misma conformación territorial actual.

Al concretarse tal acuerdo don Hermenegildo con sus primos José Antonio y Juan José Galeana, y el padre de éstos, Pablo Galeana se unieron a las tropas insurgentes que mandaba el generalísimo Morelos. A la sazón Hermenegildo contaban con un pequeño cañón que rescató de un navío que naufragó en la costa, y que denominó El Niño. Siendo esta pieza de artillería la primera con la que contaba el rudimentario ejército.

Muy pronto los soldados realistas conocieron el valor temerario de Galeana. Incansable, enérgico y bondadoso a la vez, conservó siempre una profunda admiración por Morelos y un encendido patriotismo. Cuentan sus biógrafos que en 1812, en uno de sus múltiples combates, esta vez en Amilpas, hizo gala de su valor e incluso salvó la vida de Morelos, pues luchando como el último de sus soldados se expuso constantemente.

Cuando ocurrió el sitio de Cuautla, Morelos confió a Hermenegildo Galeana la defensa de uno de los puntos más importantes y peligrosos como fue el Convento de San Diego; allí Galeana confirmó su fama de guerrero intrépido y valiente, porque con arrojo indomable rechazó varias veces al enemigo causándole grandes pérdidas.

Después del sitio de Cuautla en el que Morelos y sus soldados dejaron recuerdos imperecederos, continuó la campaña por la libertad, Galeana siguió luchando incansablemente. En Ozumba peleó contra el realista Luis del Águila; en El Cacalote contribuyó ampliamente a la derrota de Andrade; en Oaxaca ocupó los conventos de Santo Domingo y El Carmen. En 1811, en Acapulco sostuvo el rudo combate librado en el cerro de El Veladero contra las tropas del brigadier Gabriel de Armijo; en Tecpan, su tierra natal, se lanzó sobre los cuarteles realistas apoderándose de armas, pertrechos y víveres.

Cuando la buena suerte de los insurgentes empezó a declinar y los fracasos se sucedieron con frecuencia, el 27 de junio de 1814 después de un furioso combate librado entre las tropas de Galeana y Juan Ignacio Ferand, en un encuentro cerca del río de Coyuca Tata Gildo es derribado con todo y caballo, y aún cuando trata de defenderse, es batido con varias descargas que lo dejan sin vida. Todavía así de certero machetazo le cortaron la cabeza, que llevada en una pica fue colgada en un árbol en la plaza de Coyuca y posteriormente enterrada en el templo de ese lugar. Su cuerpo fue sepultado en un paraje que hoy se llama Los Cimientos.

Cuando Morelos tuvo conocimiento de la muerte del valiente Galeana, exclamó: “Matamoros… Galeana… he perdido mis dos brazos, ya no soy nada”. El 21 de julio de 1823 don Hermenegildo Galeana fue declarado Benemérito de la Patria; años después su nombre fue escrito con letras de oro en el Congreso de la Unión. El pueblo que lo vio nacer lleva su nombre: Tecpan de Galeana.

El paso del tiempo hizo que la región suriana modifique, complete o deteriore su adaptación a las fuerzas económicas de cada momento, de tal manera es indicativo que la derrota del movimiento popular de Independencia impidió que los Galeana pasaran a la historia como caciques de la entidad, y por el contrario hoy los recordamos como los héroes que son.

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Jaime Salazar Adame

Control parlamentario

Como consecuencia del brevísimo acto de entrega al Congreso del quinto informe de gobierno, nuevamente se pone en el tapete de la discusión el papel que la representación popular de mayoría opositora ha venido desempeñando durante la segunda parte de la gestión administrativa renejuarista, y con este acto ritual se asume que su labor de control se ciñe a la recepción de datos sobre la gestión anual del gobierno para contrastarla con las políticas públicas que deberían presidir la conducta gubernamental.

Si la labor de redactar leyes como expresión de la voluntad general y principal cometido de los señores (as) diputados prácticamente le ha quedado grande a su desempeño, y han sido más duchos en rectificar las que envía el Ejecutivo, por lo menos se esperaba que la presencia de partidos políticos en el arco parlamentario tales como el PRD, PAN, PT, PRS y CD serviría para controlar al ejecutivo (PRI-PVEM) y adoptar su papel de normador del gobierno estatal, pero no resulta así porque la mayoría multicolor que lo apoya no fiscaliza su actuación, recuérdese la aprobación de la cuenta pública sin recato alguno.

Como sabemos el significado que mejor expresa la idea del control parlamentario por su configuración democrática y pluralista es la exigencia de responsabilidades políticas que hasta el momento no se ha dado en el estado de Guerrero, y todo indica que la minoría de edad como es tratado el pueblo por los institutos políticos sigue vigente, puesto que los comicios como máxima expresión democrática es un mecanismo artificial, organizado para la libertad del pueblo de elegir a la LVII legislatura, pero sin encarnar esta Cámara la decisión popular de acotar al poder Ejecutivo. De ese tamaño es la responsabilidad histórica de los partidos políticos de la llamada oposición.

Ahora sólo falta que en la actividad parlamentaria en puerta como es la comparecencia de los señores funcionarios de primer nivel, en la mayoría-minoría opositora partidista, el control cobre presencia en el debate y no vayan a salir con el señuelo de que la política estatal puede conducirse dentro del sistema a partir de ideologías diversas, y así permanecer sentados para no cansarse a la espera de poder convertirse en gobierno, situación más oportunista que ocuparse de su labor de hacer visible a la opinión pública los yerros del Ejecutivo.

Tal situación contribuirá a dar mayor presencia a otro actor político como es la opinión pública, y la tarea de control no concluirá con la recepción del penúltimo informe de gobierno, que se quedaría en la indagación y comprobación, sino tendría como finalidad dar una respuesta a la conducta del gobierno sobre la base del cumplimiento de su Plan Estatal de Desarrollo. Esto evitará la repetición de las preguntas retóricas, que se plantean en cada ceremonial conociendo sobradamente las respuestas. Un acto así no es otra cosa que obsequiar al gobierno la oportunidad de lucirse en el ámbito parlamentario, olvidando las fracciones partidistas que la libre discusión no se agota exclusivamente con los señores (as) diputados porque su destinatario final es la sociedad guerrerense en su conjunto que toma nota y lleva la cuenta.

Esto nos lleva a la consideración de que quien quiera ser gobierno por parte del PRD, y sólo falta un año para el relevo efectivo, deberá contar con el respaldo y simpatía de la opinión pública y no ilusionarse con la cesión gratuita del poder por el gobernante en turno como inocentemente se está divulgando.

En fin, como todo el mundo sabe el control no sólo debe recaer sobre el gobierno sino sobre la propia mayoría parlamentaria que lo apoya, como en los buenos tiempos del PRI. En otras palabras, la alternancia en esta vía no se mira por ningún lado y la sociedad civil se está pronunciando por Zeferino Torreblanca Galindo.

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Jaime Salazar Adame

La planificación de la capital

A la luz de nuevas interpretaciones acerca de la fundación de la ciudad colonial española en las tierras recién conquistadas al imperio mexica, se abren por lo menos dos hipótesis: la primera que establece el ordenamiento urbano a través de una planta rectangular de cuadrícula. La segunda es la que lo fijaba dando preferencia a cuestiones prácticas tales como la ventilación natural del asentamiento por los vientos cambiantes del clima en un trazado radial de calles.

Quizá la combinación de ambas hipótesis ayude a explicar el por qué de la red callejera de la capital del estado de Guerrero, la muy noble y leal ciudad de Chilpancingo es tan complicada como su alumbramiento. Sin embargo, lo que más llama la atención es que las autoridades municipales están esperando que los servicios que debe suministrar la infraestructura urbana actual explosionen en su totalidad para hacer algo para detener su franco deterioro y brindar los servicios que vía de los impuestos invariablemente cobran.

Tal vez la hipótesis que sostienen los principales del ayuntamiento capitalino sea que el origen de la ciudad es espontáneo o independiente del tipo de asentamientos o ciudades planificadas y creció al ¡hay se va!, después de la división en cuarteles por medio de calles cardinales y su división en filas de parcelas, las naves –tan largas como las naves de las iglesias– la subdivisión de éstas en terrenos para establecimientos de la casa consistorial o ayuntamiento y la parroquia, además en su área central: la plaza de armas.

La planta cuadricular en la que se asentaron las primeras familias españolas cuando Chilpancingo funcionaba en torno del campamento de remuda que se estableció para facilitar el tránsito de los viajeros y comerciantes que se trasladaban de la ciudad de México al puerto de Acapulco y a la inversa, así como a Puebla y Veracruz.

Además de esa función también se hizo con fines de poblar las tierras recién conquistadas, estamos hablando de fines del siglo XVI, concretamente la fecha que algunos historiadores señalan como en la que aparece por primera vez el nombre de Chilpancingo en las Reales Ordenanzas de Felipe II, o sea, el año de 1591, y en consecuencia las llamadas repúblicas de indios fueron paulatinamente desplazadas de las mejores tierras de labor hacia cerros y cañadas.

Sólo por ocuparnos del problema mayor al que nos enfrentaremos en un futuro muy cercano, nos referiremos concretamente al conflicto de la red de agua entubada que se caracteriza por su nula programación en la distribución del vital líquido porque son cada vez más las colonias centrales como la Viguri y lejanas como la Temixco que lo denuncian, no teniendo otra opción más que comprar agua a los piperos que se cobijan de la ineptitud de los funcionarios encargados de la distribución del agua.

Por otra parte no se puede producir el milagro del agua en casa porque los tramos de tubería de segunda obsequiada en sus “buenos tiempos” por Pemex, revientan como chorizo asado en la calle menos imaginada derramando el fluido por días y semanas hasta que algún vecino piadoso lo reporta a la oficina de la “agua potable”, léase Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo alias inCAPACH.

Igualmente el líquido no corre como agua en la calle, dentro de sus fundas de fierro porque la escasez del erario no alcanza para pagar las facturas de la energía eléctrica por el bombeo y la Comisión Federal de Electricidad se da gusto cortando la luz al pueblo sediento y mugroso. Salvos son los que se hallan alrededor del agua que baja del parque nacional de Omiltemi y además no está salada como la de Acahuizotla.

También resultará interesante saber qué pasa con el 6 por ciento que a cada usuario de la luz les ejecutan en cada factura por el consumo de energía eléctrica en sus hogares, ¿a cuántos miles asciende el pago del alumbrado público y cuáles y cuántos son los focos que cambia el H. Ayuntamiento cada mes en las oscuras calles, callejones y avenidas de Chilpancingo?

Ahora que pensándolo bien el rectángulo de los elementos en los que se desplantó la construcción de la histórica ciudad debido a la topografía del terreno, bien pudo haber sido un paralelogramo por la deformación natural del terreno, a su topografía, al estilo de la ciudad de las Siete Colinas como se conoce Roma, y esas notables irregularidades sean las que nos trasmite la primera autoridad municipal entratándose de servicios públicos.

En cambio en el plano catastral sea rectangular o irregular el terreno no hay ciudadano o ciudadana que se escape del pago de impuestos, con sus respectivos recargos por pagar a destiempo o con requerimiento, aunque éste no se halla hecho efectivo en cuanto a la notificación y entrega del aviso de pago. De lo que sí podemos estar seguros es que en el plano moderno de la ciudad se paga doble un servicio de agua entubada inexistente, porque al final lo que urge es el agua y la autoridad no se da por enterada y los piperos sí.

Habrá pues que resaltar que la gran mayoría de las ciudades planificadas se encuentran en el centro y norte de México, y por lo tanto, la continuidad espacial, temporal e institucional no llegó a estos lares, y por ello, el agua se va por donde se resbala.

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Jaime Salazar Adame

Benito Juárez

La coincidencia de las efemérides del natalicio del Benemérito de las Américas, Benito Juárez García, con la entrada de la primavera se da cada 21 de marzo, sólo que la del lejano 1806 nos recuerda al humilde pastor de ovejas, es decir, al niño indígena de San Pablo Guelatao que fue salvado de las aguas como Moisés, más que al del nacimiento de quien llegó a ser extraordinario político liberal creador de casi todas las Leyes de Reforma.

Recordar a Juárez es reconocer sus méritos como el más firme sostenedor del sistema republicano y de la soberanía e independencia nacional cuando México aún no se consolidaba como Nación, cuestión que le tocó cimentar en sus ocho periodos como presidente itinerante y abogado.

Hijo de Marcelino Juárez y Brigida García, indios de raza pura zapoteca y campesinos muy humildes. Al fallecer sus padres se fue a vivir al lado de su abuela y tío Bernardino. A los 11 años de edad no sabía leer ni escribir e incluso ignoraba la lengua castellana pues hablaba su lengua aborigen.

Un año más tarde se fue en busca de mejores horizontes, abandonó su pueblo natal trasladándose a la ciudad de Oaxaca, en donde encontró protección a lado del sacerdote franciscano Antonio Salanueva, encuadernador de libros, quién le enseñó el oficio y lo envió a la escuela primaria.

Cuando la cursó, pensando dedicarlo a la carrera eclesiástica, lo inscribió en el seminario de Oaxaca donde estudio latín, filosofía, teología. No sintiendo vocación por el sacerdocio, Benito Juárez se inscribió                                 en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca. En 1831, siendo todavía estudiante de derecho, fue nombrado regidor del Ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca, iniciando así su carrera política que lo habría de llevar a la cúspide. En 1833 se recibió de abogado y al año siguiente fue elegido diputado despuntando ya como un gran político.

Habiendo sido asesinado el caudillo suriano Vicente Guerrero, pidió que los restos del valiente insurgente fuesen velados en la ciudad de Oaxaca; ello le granjea el odio de los conservadores quienes lograron que fuera recluido en prisión durante varios meses y desterrado a la ciudad de Tehuacán, Puebla.

En 1841 regresó a Oaxaca por haber sido nombrado juez de lo civil y de Hacienda; tres años más tarde, el 3 de julio de 1843 contrajo matrimonio con Margarita Maza, de 17 años de edad, quien sería la abnegada esposa del paladín de La Reforma y aguerrido luchador contra el imperio de Maximiliano.

El general Antonio de León, gobernador del estado, le otorgó el puesto de secretario general de gobierno; tiempo después fue electo diputado federal y en 1846, fue elegido gobernador constitucional de su estado natal, cargo que desempeñó de 1847 a 1852, reorganizando la hacienda pública, la administración de la justicia y la policía.

En 1852, al terminar su mandato gubernamental, Juárez fue nombrado director de su alma mater, el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, donde fue maestro de otro oaxaqueño que con el correr de los años se convertiría en su adversario: Porfirio Díaz. En 1853, el dictador Santa Anna, conociendo las ideas republicanas de Juárez, lo mandó aprehender y después de tenerlo preso en las tinajas de San Juan de Ulúa, lo desterró a la Habana, Cuba, de donde se trasladó a la ciudad de Nueva Orleans. Allá trabó amistad con los liberales –también desterrados–, Melchor Ocampo, Filomeno Mata, Camilo Arriaga y Montenegro.

Con ellos planeó su regreso al país y cuando el 1 de marzo fue proclamado el Plan de Ayutla y encabezada la rebelión armada contra Santa Anna por el caudillo de la insurgencia Juan Álvarez, Juárez desembarcó en Acapulco y se le incorporó. Álvarez, quien al hacerse cargo del Poder Ejecutivo lo nombró ministro de Justicia y negocios Eclesiásticos.

Desde ese puesto, Juárez inició su campaña contra los privilegios de que disfrutaban el clero y el ejército. Su actitud motivó que fuera disuelto su ministerio. Tiempo después fue electo nuevamente gobernador de su estado natal.

En 1856 el presidente Ignacio Comonfort lo designó ministro de Gobernación y al ser derrocado mediante el Plan de la Ciudadela, Juárez quedó como presidente substituto iniciando así su periodo trashumante por todo el territorio nacional combatiendo la Intervención Francesa.

En julio de 1859 empezó a expedir las importantes Leyes de Reforma, en tanto que se sucedían en la presidencia por al bando conservador: Zuloaga, Robles Pezuela, Mariano Salas, Miguel Miramón, Pavón y Maximiliano de Habsburgo.

En 1867, el 15 de julio, entró triunfante a la ciudad de México para ser reelegido, presidente por séptima ocasión; el 1° de diciembre de 1871 ocupó la primera magistratura por octavo ocasión, muriendo el 18 de julio del siguiente año, víctima de angina de pecho.

Sus restos reposan en el panteón de San Fernando en la capital del país. En todo el territorio nacional, ciudades, escuelas, calles y avenidas, recuerdan la figura del indio de Guelatao, el humilde pastor de la sierra de Ixtlán, Oaxaca, uno de los más prominentes presidentes de México que a fuerza de estudio y recia voluntad se encumbró mereciendo el nombre de Benemérito de las Américas.

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Jaime Salazar Adame

  Terrorismos

El siglo XX puede ser recordado a través de la historia de la humanidad como “el siglo de la violencia”, por las dos guerras mundiales, la Alemania nazi e Hiroshima y Nagasaki, sólo para citar los ejemplos más notable de aquella connotación heredada a la incipiente centuria actual que nació con más juegos de artificio que con bases sólidas de un nuevo orden internacional, como se puede palpar en los más modernos trazos de la violencia extrema en guerras de conquista por los recursos y riquezas naturales.

Como otra forma extrema de violencia política se ha catalogado al terrorismo. Si bien su análisis es un tema complejo, de manera general se podría mencionar que su característica principal es el uso de la violencia sin discriminación de individuos o bienes contra los que se dirige, y que dispone de un componente político, porque el uso de la violencia se hace para alcanzar el poder de manera más directa, de no resultar así, estaríamos dentro del campo de la criminalidad pura y dura. Aunque tal vez, la línea divisoria sea tan tenue que apenas y se perciba.

Estando pues inmersos en la cultura de la violencia, debemos señalar que los medios masivos de comunicación cumplen aquí igualmente una función, en el sentido de que llevan a que las organizaciones armadas dispongan de suficiente autonomía e independencia para que sus acciones tengan un alcance mundial y que ningún individuo, grupo o nación quede psicológicamente impenetrable a la formación de sus objetivos políticos, porque al fin y al cabo, el terrorismo es fundamentalmente propaganda.

Así lo percibimos en toda su crudeza, impacto, dolor, indignación y solidaridad con las víctimas de lo que los medios han dado en llamar la “matanza en Madrid” del pasado 11 de marzo. Por sus características y consecuencias este acto criminal es la continuación de lo acontecido en las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, evento con el que miramos que el mundo se tambalea al borde de un desastre terrorista que parece sustraerse a todo control.

A pesar de que los terroristas suelen integrarse en grupos pequeños, muy cerrados, que no se plantean la necesidad de construir amplios movimientos políticos, sus acciones generalmente son muy efectivas. En ese sentido el impacto que sus operativos causan en la opinión pública de los colectivos a los que pretende representar, no es un elemento a tomar en cuenta en la planificación de las acciones según algunos especialistas. Del mismo modo, estas no se enmarcan dentro de objetivos políticos precisos, más allá de la mera destrucción del poder establecido.

Asimismo, los medios nos hacen percibir que las actuales estructuras sociales, políticas y económicas de la sociedad actual con la complejidad que las caracteriza, se hacen cada vez más vulnerables para esta nueva clase de “guerra inventada” para un sistema político democrático; en este sentido algunos autores apuntan que habrá tantos incidentes terroristas como objetivos tenga el gigante de la sociedad industrializada y desarrollada, así como sus asociados.

Tal y como lo acabamos de percibir en España, el objetivo central del terrorismo es irrumpir como actor principal en la escena política, intentando el cambio fáctico del sistema político o de sus decisiones, por ello la actuación directa sobre la opinión pública resultó altamente rentable, pues se trataba de amedrentar para boicotear o en el peor de los casos influir en el sentido de los comicios que a tres días del atentado se debían celebrar y se celebraron en toda la península ibérica.

Como el terrorismo necesita ser noticia de primera plana y diariamente si es posible hasta convertirse en vanguardia de una demanda social más o menos amplia, tratando de activar una supuesta “base social”; aprovechar cualquier motivo de queja o protesta social para obligar a crear una brecha entre la opinión pública y el gobierno, implementó el plan “trenes de la muerte” para que con esta masacre, más de doscientos muertos y cerca de mil quinientos heridos, la ciudadanía diera el voto de castigo al partido político del presidente José María Aznar por haberse aliado con los Estados Unidos en la guerra en Irak, aún cuando los españoles abiertamente se pronunciaron contra la alianza del gobierno español con el de George W. Bush.

Por lo tanto, a los terroristas no les importa tanto demostrar que las instituciones no satisfacen las demandas sociales, cuando no son capaces de acabar con ellos mismos, porque de lo que se trataba era de debilitar la moral del enemigo y para esto fue fundamental la opinión pública. Por eso el gobierno español desde un principio estableció como principal línea de investigación a la banda terrorista separatista vasca ETA y hasta la noche anterior a los comicios aceptó también como otra posible autoría del atentado al grupo terrorista Al Quaeda, del que con los cinco detenidos al momento cobró fuerza la presencia árabe en España.

En consecuencia, esta cultura de la violencia se alimenta y reproduce manteniendo activos los factores de segmentación social y política, que ahora se manifestaron en los comicios celebrados el 14 de marzo en España y donde en efecto, el gran perdedor fue el Partido Popular del presidente Aznar, ganando la mayoría de curules para formar gobierno el candidato Rodríguez Zapatero del Partido Socialista Obrero Español que salió del palacio de La Moncloa hace ocho años.

Por otra parte, la inmensa lección para los terroristas es que su dinámica fue contrarrestada mediante el avance del consenso democrático porque la gran mayoría de los ciudadanos, cerca del 80 por ciento del padrón electoral salió a ejercer su derecho al voto. Amén de las multitudinarias muestras de repudio a la violencia que se expresaron por toda España y principales ciudades del planeta.

¿Todo indica que el presidente Bush seguirá el derrotero de Aznar?

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Jaime Salazar Adame

 Decálogo de la excelencia

En estos tiempos de modernización, control de calidad y marketing político los hombres y las mujeres son espoleados para aspirar al logro de sus ideales, es por ello que la gran mayoría de las instituciones estatales y privadas establecieron un decálogo de la excelencia y la productividad para el personal que desee conservar su empleo, para los que aspiran a formar parte de la plantilla laboral y más que nada para ganarse la confianza de los inversionistas extranjeros.

Es el caso de derechohabientes, consumidores o usuarios que se enfrentan todos los días con la puritita modernidad encarnada en los empleados de las oficinas y servicios públicos que tienen la obligación de consentirlos, al llevar a la práctica la competitividad para servir porque ofrecen de su formación la experiencia, de su saber el don de gentes y de su arcón la sonrisa, traducidos en los mandamientos siguientes.

1) Ofrecer bienes y servicios de mayor calidad. A no dudarlo es tarea efectuada a conciencia por los empleados, enfermeras y médicos del ISSSTE porque apuestan por la calidad de vida y promueven la cultura de la sana convivencia.

2) Servir a los clientes con mayor rapidez y eficiencia. La pagaduría de las oficinas gubernamentales se lleva de calle al más pintado, al mantener sin rechistar a enormes filas de empleados y pensionados que aguantan las horas de pie para poder cobrar salarios y pensiones.

3) Hacer las cosas bien a la primera. Ni falta hace observar las chambonadas de casi todas las obras públicas que son una amenaza para el bienestar y el bolsillo de los contribuyentes porque el gobierno no se somete a ningún tipo de control fuera de su ámbito de poder.

4) Realizar una gama cada vez más compleja de tareas. Dirección de tránsito: cuida la vía pública para estacionar vehículos oficiales; destina dos o tres calle de norte a sur y de oriente a poniente en el mismo sentido para evitar que regresen los despintados; reservar las calles del centro histórico de la ciudad para estacionamiento exclusivo de autobuses, peseros y taxis que invariablemente se paran a media calle y en semáforos con luz verde para subir y bajar pasaje.

5) Reducir costes de supervisión. Las kilométricas unifilas y sentafilas bancarias que después de los cuatrocientos números de esperar turno, mandan al usuario a buscar al gerente para que le estampe un garabato. También los servicios telefónicos y de los mismos bancos que grabadora con voz melosa después de dos decenas de opciones te solicita esperar a que se desocupe un funcionario para atenderte personalmente.

6) Adaptarse a los continuos y significativos cambios. Precandidatos y precandidatas a puestos de elección popular, mientras no cobren la primer quincena, ya que quienes los eligen son ciudadanos que se informan, reciben y emiten opiniones, critican, aprueban, debaten en eso que llamamos la esfera pública.

7) Alcanzar rápidamente un alto nivel de competencia y mantenerlo. Policías antimotines y plantonistas que invariablemente tratan de ponerle puertas al cielo.

8) Ser competentes en múltiples áreas de productos y servicios. Las secretarias de los funcionarios que se encierran a piedra y lodo en sus alfombrados despachos.

9) Mantener la productividad con menos personal. Los organismos encargados de distribuir el agua entubada, en donde es más fácil encontrar el cofre del pirata que entregar las minutas de recibos a cada secretaria de cada sección, de cada área de cada jefe del laberinto que tienen por oficinas.

10) Hacer frente al diluvio de información. Los votantes en las actuales campañas electorales que se hallan a cerebro abierto y con los sentidos despiertos, porque los lugares de la palabra: los conciliábulos, los clubes, los cafés, las tertulias, las asociaciones, las redacciones de periódicos, las instituciones de conferencias y debates, los mercados son los modernos ágoras, los lugares donde la palabra hablada y escrita se convierte en sólidos soportes institucionales y empresariales para que el mensaje llegue a los ciudadanos e influya así en el proceso político, cual es la trama de las sociedades abiertas en un mundo cambiante.

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Jaime Salazar Adame

 La política académica de la UAG

 

Como sabemos las universidades de provincia como la Autónoma de Guerrero no disponen de recursos suficientes para emplearse a fondo en actividades sustantivas de la importancia de la investigación que apuntalen el desarrollo de la entidad guerrerense, fundamentalmente porque se carece de decisión para realizarla. Sólo funcionan  algunos grupos basados en actitudes y valías personales que disponen de financiamiento externo al autogestionarlo exitosamente.

En todo caso, cuando se plantean objetivos estratégicos, se hace en el corto plazo y en función de los estímulos económicos para la realización de esa y otras actividades sustantivas como la docencia y la vinculación con el entorno, porque la UAG dispone de docentes e investigadores activos dispuestos a la hora de asumir los retos del subdesarrollo, pero los académicos que producen se ven truncados simple y sencillamente por la primacía de los grupos de presión que han instrumentalizado a la institución para fines de índole político partidista.

De tal manera se mira tan desagradable e indignante situación porque los responsables de la administración universitaria al desviar los recursos destinados por las autoridades de la Secretaría de Educación Pública para el pago de las llamadas becas al desempeño académico, envían claras señales a la sociedad que no dejan lugar a dudas acerca de que la “Universidad de tales grupos” va por un lado y la universidad de los grupos activos académicamente va por otro. ¿O cómo explicar que casi al concluir el ciclo anual del citado estímulo económico sólo se halla pagado aproximadamente la mitad de los recursos entregados para ese fin por la SEP? ¿Y por otra parte se continúen otorgando becas y prebendas a activistas del proselitismo político en boga?

Dicho de otra manera: la supervivencia de las actividades sustantivas como docencia,     investigación y vinculación en el marco de los programas de desarrollo institucional y de la llamada reforma universitaria, no es buena, simple y sencillamente porque la subsistencia de los trabajadores académicos depende de su agilidad en la consecución de fondos e infraestructuras, y cuando disponen de esquemas estratégicos como el Programa para el Mejoramiento del Profesorado (Promep) y las famosas tortibecas, tales estímulos que formalmente son parte del salario, les son regateados, jineteados y finalmente desviados.

Qué mejor espectáculo que difundir ante la sociedad y los empresarios para penetrar en el sector productivo que la máxima casa de estudios escriturada al grupo en el poder de golpe y porrazo está eliminando el protagonismo de los trabajadores académicos, la certeza de la investigación, el apostolado de la enseñanza y la correa de transmisión academia-sociedad al optar por el impulso de actividades político electorales ajenas a su naturaleza, sólo véase el desplegado publicado por El Sur (23/02/04) a favor de un precandidato a la gubernatura firmado por autoridades universitarias encabezadas desde el propio rector hasta directores de Unidades Académicas pasando por dirigentes sindicales como los del STAUAG y del STTAISUAG.

Como la educación es un problema general que exige un tratamiento especial para la universidad en su conjunto, su prestigio a menudo depende del eco que la propia institución logre en su entorno, porque el éxito de la investigación atrae fuentes de empleo, es decir, capital y empresas, así como la reputación de la enseñanza proporciona confianza y crédito en los egresados, es decir, en los profesionistas universitarios, y ambos aspectos repercuten en la forma de la vinculación con los sectores social y productivo, de todo esto se desprende la importancia que los conductores de la UAG debieran dar a la institucionalidad, traducida en el respeto a los derechos de los trabajadores, en seriedad, mesura y dignidad al encargo que recibieron sólo por cuatro años no por secula seculorum.

Desviar los recursos de los estímulos al desempeño académico de sus exclusivos fines profesionales por parte de quienes administran a la Universidad de Guerrero son actitudes desmoralizadoras que minan irremediablemente el entusiasmo de los grupos académicos que contra viento y marea, tratan de mantener en su campo del conocimiento una posición universitaria digna a pesar de la exclusión que significa el arrebatarles una prestación ganada a partir de esfuerzo y tesón.

Es lamentable que en el contexto de las anticipadas campañas políticas por el gobierno de la entidad, la Universidad Autónoma de Guerrero sea protagonista en los embates políticos, y no de los debates en las propuestas de solución a los problemas del atraso, el desempleo, la violencia y desigualdad sociales que priman en la entidad suriana, urgida de adelanto del conocimiento científico y su acertada aplicación a través de tecnología para satisfacer las necesidades del hombre como factores esenciales para el bienestar y progreso de los pueblos.

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