24 marzo,2018 8:03 am

Inauguran la escultura “Alma imperial” en Diamante mientras “Pueblo del sol” de Pal Kepenyes se pudre

Texto: Óscar Ricardo Muñoz Cano/ Foto: Carlos Alberto Carbajal
Acapulco, Guerrero, 24 de marzo de 2018. Al tiempo que ayer por la noche el gobierno del estado celebraba en medio de pirotecnia y espectáculo la donación por parte del Grupo Autofín y Mundo Imperial de una escultura del artista Jorge Marín, otra pieza, la de Pal Kepenyes, se pudre en el olvido en la zona Diamante.
Alma imperial es una obra de uno de los grandes maestros del arte figurativo en el país, y está hecha en bronce, pesa unas 40 toneladas y representa a un ser alado de más de 12 metros de envergadura con una superficie en color turquesa sobre una larga base.
Según su autor, Jorge Marín, la obra busca “establecer un diálogo no sólo con los habitantes de la región sino con las personas de todas las latitudes del mundo que visitan el puerto de Acapulco”.
Ceremonia fastuosa, invitados especiales y discursos del gobernador Héctor Astudillo Flores, el alcalde Evodio Velázquez Aguirre y el presidente del consejo directivo de Grupo Autofín y Mundo Imperial, Juan Hernández Venegas, quien recordó que esta donación es parte de un plan maestro de inversión y desarrollo a largo plazo para Acapulco.
Mientras tanto, la anterior escultura, de nombre La familia y que ilustraba a un hombre sosteniendo a una mujer en su manos trascendió, quedó a resguardo del Mundo Imperial para su reparación y posterior colocación en la intersección del mismo bulevar de las Naciones y calle Vista de Golf, donde se edificará el Princess Hospital.
Un Pueblo del sol en el olvido
No obstante, del otro lado del mismo bulevar, la icónica Pueblo del sol, de Pal Kepenyes, artista húngaro radicado desde hace muchos años en el puerto, se pudre.
Se trata una estructura metálica de acero de ocho metros de diámetro y 17 toneladas de peso que se ubica sobre el mismo bulevar, pero en el otro extremo, a la altura del entronque con la vía que lleva a la playa Revolcadero.
Colocada en marzo de 1993, durante el mandato del entonces gobernador José Francisco Ruiz Massieu, también priista, representa a un sol, cuyo interior contiene una serie de personajes bailando.
Si bien se había pintado con un color naranja, dicho color fue sustituido durante el sexenio siguiente, el de Rubén Figueroa Alcocer, por un tono cobrizo.
Es a partir de entonces que la escultura pasó a ser un estorbo.
Cualquiera que se acerque a la pieza puede observar que la basura, el óxido y un olor nauseabundo conviven con las personas que usan el lugar como base para desde ahí abordar a los turistas para invitarlos a playa Revolcadero, localizada a poco más de 500 metros.
La base de la estructura, quizás de cemento y piedra, está llena marcas de óxido e incluso con algunas fracturas, mientras que por dentro de la escultura se alcanza a ver una serie de piezas que unen las 60 barras de una pulgada que la sostienen, y que están prácticamente deshechas y carentes de barniz anticorrosión.
A la distancia, se puede ver que Pueblo del Sol se encuentra en mal estado tan sólo por el aspecto de la pátina –superficie– que simula ser cobre o bronce.
Del mismo modo, desde hace mucho no hay una placa que la identifique; existe sólo la señalética que identifica a la calle como Paseo de los Manglares y fue colocada en la administración municipal del periodo 2009-2012.