29 septiembre,2020 5:41 am

Independencia

Arturo Martínez Núñez

 

Los pasados días 27 y 28 de septiembre, se cumplieron 199 años de dos eventos que marcaron la consumación de la independencia nacional: por un lado, el día 27, el ejército de las tres garantías (Religión, Unión e Independencia) entra en la Ciudad de México. Al día siguiente el día 28, se firma el acta de la Independencia nacional, terminando con poco más de 10 años de luchas. La independencia se había consumado, pero sus términos fueron muy diferentes a los que la revolución popular había planteado.

En el año 2021, México habrá de conmemorar el bicentenario de la consumación de su independencia. Una independencia que se logró más con el poder de la política que de las armas.

En octubre 1810, el movimiento independentista encabezado por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, teniendo a su merced a la ciudad de México, y muy probablemente la victoria, decide, inexplicablemente, replegarse tras ganar la batalla del Monte de Las Cruces, muy cerca de Toluca, dando por terminada la primera parte de una revolución que pudo haber triunfado.

A partir de ese momento el movimiento comienza a decrecer hasta quedar prácticamente aniquilado de no ser por las victorias de José María Morelos en el sur, con un ejército constituido principalmente por costeños de lo que hoy es el estado de Guerrero logrando mantener viva la llama de la independencia.

Morelos logra darle forma política al movimiento independentista, a partir de los Sentimientos de la Nación en donde esboza un nuevo sistema lleno de humanismo igualitario y cristiano.

Morelos había logrado articular a todas las fuerzas rebeldes en un organismo representativo, el Congreso de Anáhuac, y con ello la revolución encuentra una forma política que le da solidez y coherencia, pero al mismo tiempo con esta nueva forma comienza el declive.

En España los acontecimientos se suscitaban con velocidad, y tenían repercusión en las colonias, mientras el congreso sesiona, la guerra comienza a cambiar para Morelos, en diciembre intenta apoderarse de Valladolid, sufriendo una cruenta derrota. A partir de ese momento la estrella de la revolución declina hasta prácticamente desaparecer, solamente quedan distintos cuerpos de guerrillas encabezadas por Osorno y Guadalupe Victoria en el estado de Veracruz y por Vicente Guerrero en las montañas del sur.

En enero de 1820, en España comienza la rebelión liberal, durante los meses siguientes, importantes ciudades se unieron a este movimiento, hasta que la turba obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz, el gobierno recayó entonces en una junta que se apresuró a convocar a cortes, con la aprobación forzada del monarca.

“En noviembre un alto oficial criollo perteneciente a una familia de hacendados nobles que se había destacado combatiendo a los insurgentes, Agustín de Iturbide, es nombrado jefe del ejército que habrá de atacar a Vicente Guerrero en el sur. Iturbide despliega un plan bien fraguado. Mediante una  hábil campaña epistolaria logra la adhesión de los principales jefes militares. Lograda ésta, redacta un plan en Iguala aclamado por sus soldados. Proclamaba la independencia, declaraba a la católica como única religión de estado, establecía que el clero secular y regular será conservado en todos sus fueros y preeminencias, y pedía que los europeos, criollos e indios se unieran en una sola nación. Como régimen del nuevo ‘imperio’, mantenía la monarquía. Habría de invitarse al propio Fernando VII a ceñir la corona o, en su defecto, a otro miembro de una casa reinante. Mientras una junta de regencia asumiría el poder. Esta tendría por obligación designar al soberano y convocar a un congreso para redactar la constitución del imperio. (…) el Plan de Iguala logró unificar a toda la oligarquía criolla. Lo que no pudo lograrse en 10 años de lucha, lo logra Iturbide, a partir de un sagaz plan político”.

“Poco después, Agustín de Iturbide, acaso embriagado por el poder absoluto, es coronado emperador de México el 21 de julio de 1822. Los viejos independentistas encabezados por Antonio López de Santa Anna, se sublevan lanzando un proyecto republicano al que se van uniendo antiguos insurgentes como Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero y Nicolás Bravo. Pronto muchas ciudades abrazan el movimiento. El 19 de marzo de 1823, acaba el efímero imperio, Iturbide abdica a la corona y parte poco después al exilio. El congreso, restablecido proclamó el derecho de constituir la nación en la forma que más le conviniera: se anunciaba la república. Mientras se establecía la constitución adecuada, el gobierno quedó confiado a un triunvirato, formado por dos antiguos insurgentes, Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo y un antiguo Iturbidista, el general Pedro Celestino Negrete”. Luis Villoro, La Revolución de Independencia en Historia General de México. El Colegio de México.

La consumación de la independencia mexicana es un hecho que debe de resaltarse y celebrarse, pero poniendo muy claro cual fue su verdadero alcance y las verdaderas causas que lo propiciaron. Haya sido como haya sido, la nación mexicana nacía como un país independiente. El resto del siglo XIX, sería turbulento e inestable hasta la restauración de la república encabezada por Juárez y el largo gobierno de Porfirio Díaz.

Lo que los guerrerenses debemos de resaltar y de los cual debemos de sentirnos orgullos es que en estas tierras, en Iguala, hoy sinónimo de la barbarie, del oprobio, del terror, y de la masacre, hace 200 años se pudo construir el acuerdo político que dio paso a México como nación independiente.

Los guerrerense debemos de prepararnos para festejar el Bicentenario de la consumación de la independencia nacional, y la mejor manera de hacerlo es pensando en un gran acuerdo que nos permita recrear ese pacto que lograron Guerrero e Iturbide, para dar origen a una nueva patria.

Fue aquí, en Iguala, donde se lanza el plan que da origen a la bandera y el ejército que después serían los nacionales. Fue aquí, en donde Iturbide logró con especial pericia ganarse la simpatía de Vicente Guerrero. Fue aquí en donde las dos fuerzas que parecían irreconciliables, se funden en un abrazo para dar pie a una nueva nación. Fue desde Guerrero, desde iguala, donde se consumó el país, que 200 años después, no acabamos de definir.

Los guerrerenses tenemos que jugar un papel central en los festejos del bicentenario de la consumación de la independencia. El Congreso Local, y el Ejecutivo deben de ser parte del Comité Nacional de festejos. Se debe de tomar en cuenta también el enorme esfuerzo que grupos ciudadanos, sobre todo de la ciudad de Iguala, han hecho en este sentido.

El 2021, a pesar de la pandemia, a pesar de la demanda que sigue existiendo y seguirá existiendo hasta la aparición con vida de los 43 normalistas desaparecidos en la trágica noche del 26 de septiembre, debe de volver a ser el símbolo de la unidad, de la paz, de la independencia y de la espiritualidad.

Iguala, está llamada a ser como hace 200 años, pieza clave, en la reconciliación nacional. De los resultados de las investigaciones sobre los terribles acontecimientos del 2014, dependerá que podamos conmemorar con éxito el bicentenario de nuestra independencia nacional.