9 diciembre,2022 4:57 am

Irene Vallejo: la originalidad de copiar

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Adán Ramírez Serret

 

Uno de los rasgos que se exigen al creador en la actualidad es la originalidad. La capacidad de hacer algo nunca hecho por nadie. Una nueva asimilación o una ruptura con una tradición.

Sin embargo, las cosas no siempre han sido así. En el Renacimiento, por ejemplo, lo más importante era saber copiar a los clásicos grecolatinos. Se hacía de diferentes formas, unos, copiando de la manera más precisa; y otros, copiando y agregando.

Quizás el arte se mueva en el presente en el equilibrio entre copiar y crear aunque pocos artistas estén dispuestos a aceptarlo. Muchos cuestionarán la originalidad y dirán que es imposible hacer algo nuevo; para otros es una pérdida de tiempo la influencia de los clásicos. La lectura y asimilación de los mitos y literaturas fundamentales como la Biblia y los mitos grecolatinos.

Irene Vallejo (Zaragoza, 1979), ha sabido combinar el poder de una potente influencia grecolatina mezclada con la literatura contemporánea que se interesa por la originalidad y la creación. Vallejo se ha vuelto un éxito de ventas con su libro de divulgación literaria El infinito en un junco que cuenta la historia del libro en la antigüedad.

Ahora, tras el éxito fuera de serie para un ensayo sobre libros, se ha publicado a nivel mundial su segunda novela, El silbido del arquero, sacada a la luz por primera vez en 2015 en una pequeña editorial de Zaragoza.

Para quienes leímos su brillante ensayo sobre juncos, mercenarios y bibliotecas, resultaba interesante acercarse a Irene Vallejo antes de su brillante libro que le ha dado la vuelta al mundo.

El silbido del arquero comienza en el terreno del mito bien conocido por Vallejo, el del héroe troyano Eneas errando al buscar un nuevo lugar en dónde asentarse, las profecías dicen que hará un reino memorable, pero él se encuentra deshecho junto con toda su tripulación después de una feroz tormenta que los ha hecho naufragar a una tierra desconocida en donde pronto los harán cautivos.

La novela está contada por tres personajes en primera persona, por Eneas, por Elisa y por Ana. Tres grandes personajes de la Eneida de Virgilio. Hablan en primera persona y Vallejo logra esa magia de imitar poniendo un toque extra. Porque está el hermoso libro de Virgilio para conocer la historia mítica de los troyanos que devinieron en romanos, pero Vallejo tiene la capacidad de hablar desde esos grandes personajes, de meterse dentro de sus pensamientos, de hacerles un homenaje y de reinventarlos.

Vallejo cuenta el mito, pero también se introduce en otro tema apasionante: la escritura de Virgilio de esta gran obra siendo el gran poeta de Roma; conflictuado por la fuerza política del encargo de Augusto, quien la ha pedido la obra para que lo vincule a Eneas.

Vallejo hace gala de su erudición pintando un rico cuadro de época, con una Roma inmensa, plagada de diferencias, con opulencia y miseria. No es cualquier novela histórica esta parte, pues aparecen por un lado los dilemas que sufre y las decisiones que debe tomar el autor para escribir esta gran obra. Además, que toda esta Roma está vista desde la mirada de Virgilio.

Así, mientras se leen en un capítulo las aventuras de Eneas, con sus apasionados amores con Dido; en el otro aparece Roma y sus clases sociales y mundo decadente, lleno de poetas y políticos.

Irene Vallejo imita la tradición, retoma a los héroes para ofrecer una novela llena de vida, sencilla, con ganas de que los héroes latinos y los grandes poetas de Roma, habiten de nuevo el mundo.

Irene Vallejo, El silbido del arquero, Ciudad de México, Penguin Random House, 2022. 251 páginas.