21 abril,2023 4:59 am

J. M. Servín: el cronista del DF

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Adán Ramírez Serret

 

Cuando se habla o cuando se escribe siempre se cae en una autocensura. Aquel flujo de palabras que viene de nuestros pensamientos y sentimientos perpetuamente es recortado por la pertinencia, por los prejuicios y en muchos casos por el miedo. Las groserías y pensamientos directos como latigazos son editados antes de ver la luz. A veces, por esta prudencia, pensamientos potentes y originales, se transforman en ideas comunes y chatas. Pero ¿qué pasa cuando no hay autocensura y se dice, se escribe todo con la electricidad del pensamiento? El resultado es J. M. Servín (Distrito Federal, 1962).

En los últimos tiempos la literatura está súper ideologizada y la mayor parte de la literatura concentra su fuerza en la agenda política que haga. Es tanto o más importante la militancia y activismo político que cualquier búsqueda estética. Palabra ahora cargada de un tufo hierático e intelectual, tan apestosa como la naftalina.

Sin embargo, durante la primera parte del siglo XX, durante las vanguardias artísticas, hubo una persona, que, ya en el ocaso de estos ismos tan radicales como el futurismo, dadaísmo o cubismo, se dio cuenta que la política, la revolución, no estaba necesariamente en los ideales políticos, sino en la forma de acercarse al arte, en específico a la literatura, en el caso de André Bretón, pues para él, la militancia política estaba en el mismo acto poético, porque la poesía es revolucionaria. En la forma de escribir está la política.

Esto me recuerda mucho a la escritura de J. M. Servín, en donde las palabras están vivas, listas para confrontar, con la pólvora suficiente para reventar oídos y pensamientos.

  1. M. Servín se ha consolidado como uno de los autores más originales del panorama mexicano. Escribiendo siempre, ya sea ficción o crónica, desde una trinchera en la que aguanta todos los disparos del mundillo literario mexicano, y también desde donde cada que puede, lanza granadas poderosas: libros contraculturales, fuera de las modas y llenos de latigazos y chispas que son aire puro, metralla refrescante por originales y desobligados.

Su entrega más reciente es Mi vida no tan secreta. Un conjunto de crónicas autobiográficas en las cuales a la vez que cuenta su historia y la de su familia, narra la historia del Distrito Federal y del país.

En estas crónicas aparece el mejor Servín, en lo personal mi favorito, pues el centro del relato es su familia: las personas que más ha amado. Entonces, la crudeza del ojo crítico de Servín, que puede decir sobre el país, “Nos salpicaba un poco la abundancia de ese cuerno que se nos clavaría por el culo a todo un país más temprano que tarde”. Aquí habla de la primera parte del mandato de López Portillo. Se transforma en historia íntima, relatos familiares crudos y amorosos.

El libro cuenta la historia de una familia en México entre los años setenta y los primeros dos mil. La historia de la ascendencia de J. M., el padre, hijo de un español errante en México y los Estados Unidos. Y de su madre, una niña que creció en un hospicio en Guadalajara. La historia de amor de sus padres, el rapto de su madre. La vida dura de una familia con diez hijos acostumbrada a creer en vírgenes y santos y a la cual la fortuna nunca sonríe.

En este libro, Servín cuenta cosas duras, el destino tragicómico de este país con sus ídolos y tragedias. “En el estéreo, como en todas partes, sonaba José José. El Príncipe de la ciudad triste e intoxicada. Todo era tragedia en él. La tragedia amorosa de millones. Su película autobiográfica coincidió con el terremoto y nadie fue a verla”.

Este libro es también la confesión, el relato de una persona apasionada de la lectura, y que en un ambiente en donde lo mejor hubiera sido ser otra persona, decide luchar por ser escritor. Por formarse de manera autodidacta en un medio literario elitista y clasista, en donde todo son influencias, Servín cree en el lenguaje directo para insertarse en el canon, para ser una grieta. Una ruptura que, en su fragmentación, hace literatura.

J.M. Servín, Mi vida no tan secreta, Ciudad de México, Random House, 2022. 446 páginas.