24 septiembre,2021 5:06 am

Janet Skeslien Charles y el amor por las bibliotecas

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Adán Ramírez Serret

 

Janet Skelsien Charles (Montana, 1971), en su novela La biblioteca de París, toca algunos de los temas que más me apasionan, el primero, el de aquellos personajes que arriesgaron sus vidas y son olvidados por la historia (en muchos de los casos, mujeres), y el segundo, las bibliotecas, esos sitios que me parecen los más bellos del mundo. Para leer, claro, también por tener tal cantidad de libros enfrente y pensar que se puede pasar la vida entera allí; incluso, las bibliotecas tienen ciertos fetiches para mí, el olor de los libros, por supuesto; la experiencia estética de ver bloques enteros de lomos y la posibilidad de perderse en corredores laberínticos de literatura.

A los diecisiete años, comencé a trabajar en la Ciudad de Oaxaca en la biblioteca del IAGO, fundada por el pintor Francisco Toledo. Recuerdo haber leído miles de libros allí, pero también conocer gente maravillosa y la experiencia inolvidable de mirar el cielo profundamente azul de Oaxaca, y luego entrar a las salas de lectura plagadas de libros de arte, arquitectura, filosofía y poesía, y sentir la fuerza de estar vivo mientras aspiraba el olor a papel y naftalina.

Sin duda en México hay pocas bibliotecas, pero las que hay son maravillosas. Está la ya mencionada del IAGO en Oaxaca, la biblioteca Palafoxiana en Puebla, la Biblioteca México, la Vasconcelos, la del Colmex y varias más en la Ciudad de México que son bellísimas, y con un acervo maravilloso y muchas más que seguro desconozco.

La biblioteca de París es precisamente una novela que cuenta la historia de un grupo de personas, mujeres en su mayoría, que en plena Segunda Guerra Mundial arriesgaron sus vidas para que mucha gente a quien le fue prohibido leer, le fuera posible seguirlo haciendo.

La trama la llevan dos mujeres, Odile, quien vive en París poco antes y durante la Segunda Guerra Mundial, y Lily, una adolescente norteamericana que habita un pequeño pueblo de Montana, en Estados Unidos, durante la década de los 80.

Odile sabe lo que ama: leer todo el día. Su vida transcurre dentro de las páginas de los libros y desde allí se enfrenta al machismo de su padre, quien no quiere que ella trabaje y está empeñado en conseguirle un esposo, y a la realidad del mundo en la cual la guerra se hace cada vez más y más inminente. Sabe que el único lugar en donde puede hacer resistencia a esto es desde una biblioteca, así que se acerca a la que más le gusta a pedir trabajo, la Biblioteca Americana en París.

Mientras, Lily lleva una vida un tanto anodina, todo es normal en su vida, salvo que su madre sufre una extraña enfermedad, y, junto a su casa, vive una misteriosa mujer de origen francés.

Ahí llega el punto de encuentro, Lily se interesa en aquella mujer mayor, quien a todas luces contiene pasado, un aura mágica, en otro idioma, Lily jamás ha visto algo así en un pueblo como el suyo. Entonces, la novela comienza a ir y venir, entre el París de los años cuarenta y Montana en los años ochenta.

La historia que cuenta La biblioteca de París es muy hermosa, pues mediante estas dos personajes, descubrimos a aquellas mujeres que en verdad existieron, que cuando le guerra se hizo cada vez más dura, y llegaron los nazis a París y comenzaron a perseguir a todo mundo, judíos, claro, pero también cualquier habitante que fuera de un país adverso a Alemania durante la guerra, se volvía un enemigo.

Y la biblioteca, claro, en poco tiempo estuvo en el punto de mira, pues si algo odiaban los nazis, eran los libros. Así que, luego de prohibir que fueran judíos a la biblioteca y de hacer una purga cargada de odio hacia personas y libros, estas mujeres (que en verdad existieron) se dedicaron a salvar libros, y a llevarlos, arriesgando su vida, como ya dije, a quienes no podían salir de sus casas y amaban leer.

Janet Skeslien Charles, La biblioteca de París, Ciudad de México, Salamandra, 2021. 428 páginas.