10 octubre,2023 4:53 am

Jon Fosse, solemne lentitud del hambre, la pobreza y el sufrimiento

Federico Vite

 

La reciente elección del Premio Nobel de Literatura, cuya lista de favoritos estaba plagada de autores comerciales, dio un resultado sorpresivo que da un respiro para quienes entienden que la literatura no es precisamente un negocio, ni un sitio ideal para el tráfico de influencias sino una indagación constante sobre el alma humana y el lenguaje. En especial, el lenguaje.
En español hay pocos libros de Jon Fosse, autor noruego recientemente “descubierto” por el mundo, gracias a que obtuvo el Nobel. Así que seguramente el lector en español tendrá pronto material del consagrado dramaturgo, poeta y narrador. Ha sido traducido a cuarenta idiomas y en inglés, paso obligado para la internacionalización de la obra, tiene muchos seguidores, pero lo mejor de este hombre sigue en la chistera de su idioma, el noruego.
Trilogía (traducción del noruego a cargo de Cristina Gómez Baggethun y Kristi Baggethun. De Conatus, España, 2022, 160 páginas), de Jon Fosse, es una colección de tres novelas cortas en las que se narra, con un lenguaje sencillo, la historia de una pareja de adolescentes (Asle y Alida) que va a tener un hijo e intenta sobrevivir sin familia ni apoyo, ni mucho menos dinero. La fragilidad como herramienta de análisis ante el caos del mundo, eso podría ilustrar muy bien este libro breve, en el que el fuego del primer amor literalmente quema una vida, porque la indagación de Fosse va más allá de la pareja y aparecen los padres de ambos jóvenes y los hijos de esos jóvenes. El retrato de esa familia joven es oscuro.
Trilogía se divide en Vigilia, Los sueños de Olav y Desaliento. Historias publicadas de manera independiente; luego agrupadas en el volumen que hoy comento.
Vigilia nos presenta a Asle y Alida, una muy joven pareja que en un entorno agreste –dominado por la pobreza, donde la única solución es la pesca y el mar es el medio para buscar otras tierras–, busca un hogar. Ellos se conocieron en una fiesta (él, músico; ella, sirvienta) y se hicieron uno desde el primer encuentro. El texto inicia con la premura de una pareja joven, ella embarazada, en busca de un sitio para pasar la noche, pero nadie los recibe. Él debe actuar rápido porque es otoño, hace frío y comienza la lluvia. Logra, mediante un escalofriante hecho, hacerse de una casa. Fosse muestra a estos jóvenes las inclemencias de la etapa adulta. Ellos anhelan sentimientos nobles y una vida tranquila, pero la realidad es otra y deberán cometer algunos delitos para salir avantes en un entorno que rechaza la bondad.
En el segundo libro, Los sueños de Olav, los jóvenes (Alida y Asle) y su hijo recién nacido (Sigvald) viven en las afueras de Bjørgvin con nombres falsos. Él sale en busca de unos anillos o una pulsera para su esposa; pero un viejo barbado lo reconoce en una taberna. Sabe que él no es Olav sino Asle y que ha cometido algunas atrocidades. Intenta sobornarlo, pero no lo consigue y una serie de equívocos le conducen directo a la horca. Tiene que pagar por sus delitos.
En Desaliento el lector conoce a Ales, la segunda hija de Alida, ya anciana, quien detalla la vida después de Asle, el esposo que simplemente ha desaparecido y de quien se rumoran atrocidades. Es una historia en la que el autor hermana a dos personajes femeninos y expone como un monstruo a Asle, aunque Ales no cree que el primer esposo de su madre haya sido un asesino. En este apartado, Fosse sale eventualmente del realismo para ingresar a terrenos de corte fantástico. En especial, porque Ales ve a su hermana muerta: “la Hermana Pequeña está ahí acostada, pálida y ausente, y Ales nunca olvidará su rostro pálido, su boca abierta, sus ojos entornados, los verá siempre, porque la Hermana Pequeña enfermó y murió”. La vida de Ales y Alida son reflejos distintos del paisaje frío y marino, pero sirven muy bien para ilustrar el interés narrativo de Fosse, un cauce por las vicisitudes de un país que a ojos del mundo pareciera resuelto y económicamente poderoso, pero también oculta pesadillas.
La prosa de Fosse es parca. Ordena las oraciones de manera clásica: sujeto, verbo predicado. Esencialmente sus párrafos son largos y los diálogos carecen de guion largo y se caracterizan por la brevedad y la poca información que revelan, agrandan el misterio que ocultan; por ejemplo:
“Y tú qué eres, dice la Vieja
Yo, dice Olav
Yo lo conozco, dice la Muchacha
Para que lo sepas, dice
Así que lo conoces, dice la Vieja
Pero monedas no tienes, dice
Quién ha dicho eso, dice Olav
Tienes dinero, dice la Muchacha
y se acerca a él y le rodea la espalda con un brazo y la Vieja sacude la cabeza y la Muchacha se apoya en él y le besa la mejilla
Pero qué estás haciendo , dice la Vieja”.
De acuerdo con la traductora, Cristina Gómez Baggethun, este libro busca imitar el habla de la zona rural de Noruega, donde la gente se expresa poco y usa, por tanto, muy pocas palabras. Eso queda bien cincelado en el libro, porque no hay un despliegue voraz de frases ni sentencias matonas, como tantas veces se le pide a un narrador premiado.
Quien se asoma a Trilogía descubre un autor que maneja muy bien el tempo narrativo. No se detiene ante ninguna de las convenciones usuales de la literatura comercial, de hecho, ni siquiera usa capítulos para dividir sus novelas, que aunque breves, tienen muchos cambios en el punto de vista, en el tempo e ingresa a los personajes a la trama de golpe. Pinta a los actantes de manera minimalista y funciona muy bien la estrategia para poner en marcha el trabajo estrictamente dramático de las historias, que aunque aparentemente dispersas, ofrecen el sesgo vital de una familia. Es decir, los desplazamientos de los personajes en todo el cuerpo del relato tienen que ver con momentos importantes de Asle y Alida. Los padres, los hijos y los nietos. No es un libro ortodoxo y eso lo aplaudo. De hecho, esta agrupación de textos me recuerda, estilísticamente, a la sólida obra de Juan José Saer, aunque con matices, claro está, porque lo de Saer es inimitable. No tiene parangón.
Fosse en este libro esboza una fragilidad vital y su apuesta va desde la estructura de las frases. Son voces parcas, insisto, e incluso la voz narrativa apela a este requerimiento estético; pero esa fragilidad logra una volcadura textual, un soplo de la mancha tipográfica, que permite recrear la violencia de la vida rural de Noruega y la economía de recursos usada por el autor es envidiable. Pienso en lo que logra Fosse y es inevitable traer a colación a Saer. Recuerdo a bote pronto El entenado o El limonero real. Dos piedras angulares de un continente literario aún por descubrir. Lo de Fosse y lo de Saer dialogan a la perfección. Trilogía tiene otro ritmo, otro tiempo y va con lentitud hacia donde nadie quiere ir: la médula de lo humano. Lo de Saer, aunque suene exagerado. implica detener el tiempo narrativo.
También me pregunto, al ver el revuelo causado por un escritor que no vendía mucho, pero tenía prestigio, ¿qué seriedad hay en los editores que no ven lo que hay que ver? Ahora los editores corren por los libros de este hombre, cuya proposición estética me parece sólida, aunque evidentemente no comercial. Pienso en esos editores y en los malabares que deben hacer ahora para tener sellado al nuevo Nobel, para traducirlo, para darle lustre a un trabajo que no han hecho: buscar metal en las minas. Esta vez la decisión de la Academia Sueca cayó en un autor desligado de los mercados internacionales, desligado también de la figura pública de un autor con fama. De hecho, Fosse tiene pocas apariciones en público. Él sabe que el trabajo serio se realiza en silencio.