28 marzo,2020 8:00 am

Joven migrante no entró a EU por el Covid-19 y fue asesinado en la sierra de Chichihualco

Reynaldo es una de las víctimas de los enfrentamientos que no fue reconocido por las autoridades ni salió en los medios de comunicación. No hay información del lugar donde fue abatido ni cómo, dice su padre

Chilpancingo, Guerrero, 28 de marzo de 2020. A mediados de febrero de este año, Reynaldo se despidió de sus padres en Izotepec, municipio de Heliodoro Castillo (Tlacotepec), les comunicó que se iba a Estados Unidos a probar suerte, que los hermanos de su esposa, que radican allá, lo invitaron para que se fueran a trabajar.

El joven de 22 años y su mujer embarazada permanecieron varios días en la frontera, no pudieron cruzar a Estados Unidos porque ya se habían impuesto las restricciones con motivo de la pandemia del coronavirus y se vieron obligados a regresar días después a su pueblo, pero el 8 de marzo, al pasar por Filo de Caballos a bordo de una Urvan del servicio público de la ruta Iguala-Tlacotepec, Reynaldo fue asesinado a balazos.

La historia, contada por Ambrosio, padre de Reynaldo, es una de tantas que va dejando la violencia en la sierra del Filo Mayor.

Desde principios del año el señor Ambrosio sabía que algo malo iba a pasar en su familia. Estaba sorprendido por la gran cantidad de maíz que tuvo esta temporada: “pizqué harta mazorca, no me lo va usted a creer: llené una casa como esta”, dijo mostrando con la vista y el dedo índice de la mano derecha una casa de aproximadamente seis por cuatro metros.

La inusual cantidad de maíz que cosechó era para él un mal presagio, contó.

Reafirmó el mal presentimiento ese día que su hijo Reynaldo fue a despedirse. Refirió que sintió que el pecho se le arrugó. “Arajo vale, nomás porque tu ya lo decidiste así, pero qué vas a hacer allá, aquí, poquito, pero hay que comer, no te agüites”, le dijo a su hijo, éste y su esposa ya tenían empaquetadas sus cosas.

Ambrosio contó que Reynaldo estuvo en permanente comunicación con él durante los casi 15 días que permaneció con su esposa esperando en la frontera para cruzar a Estados Unidos.

Finalmente le habló para informarle que no pudieron cruzar debido a las medidas impuestas por el coronavirus y que se iban a regresar, pero que pasaría unos días a visitar a sus hermanos que radican en Guadalajara.

El 7 de marzo le llamó para decirle que ya estaban en la Ciudad de México de regreso a Izotepec, y el señor Ambrosio le sugirió que se “entretuvieran” unos días por allá, “mientras se calman las cosas, está muy feo por aquí, vale”, le dijo.

Sin embargo, Reynaldo insistió en que llegarían al día siguiente y la tarde del 7 de marzo le habló de Iguala informándole que al otro día saldrían en la primera Urvan del transporte público de Iguala a Tlacotepec.

El 8 de marzo fue domingo, y el padre de Reynaldo no tuvo noticias de él. En la noche le preguntó a su esposa si se había comunicado con ella y le contestó que no, “ni una llamada”.

“Balearon a Reynaldo y mi hija también está grave, arréglese, vamos a verlos”.

La mañana del lunes 9 de marzo el señor Ambrosio salió de su casa cuando apenas amanecía para darle agua a sus bestias. De regreso se desvió hacia la casa de su consuegro, el padre de la mujer de Reynaldo. Antes de que le preguntara, aquél le dijo: “apenas iba para su casa, compadre… balearon a Reynaldo y mi hija también está grave, arréglese, vamos a verlos”.

Ambos viajaron a Chilpancingo y en el camino se enteró que Reynaldo estaba muerto y que su nuera, con seis meses de embarazo, tuvo una amenaza de aborto por la impresión y estaba hospitalizada.

El cuerpo de Reynaldo permaneció en la morgue de Chilpancingo, el Servicio Médico Forence (Semefo), hasta el 12 de marzo, sin que Ambrosio supiera por qué no se lo entregaban y sin saber qué fue lo que pasó.

Le dieron dos versiones: cuando la Urvan en que viajaba pasó Filo de Caballos cerca de Corralitos fue atacada desde la orilla de la carretera. La otra: hombres armados le salieron al paso y apuntando al chofer le ordenaron que se detuviera pero Reynaldo y otro pasajero, joven como él, salieron corriendo y fueron baleados por la espalda.

Este domingo 22 de marzo cuando el padre de Reynaldo contó la historia, no había platicado con su nuera debido a que seguía internada, confió en que ella tenga la verdad de lo que pasó ese 8 de marzo.

¿Cómo vela un cuerpo un desplazado?

Ambrosio recibió el cuerpo en avanzado estado de descomposición a pesar de que el mismo día que murió fue trasladado al Semefo, en esas instalaciones no recibió el tratamiento adecuado y se lo entregaron despidiendo olores insoportables.

En medio de su aflicción Ambrosio no pudo llevarse el cuerpo de Reynaldo a Izotepec para sepultarlo. Sus familiares y vecinos de allá le advirtieron que seguía la violencia en el corredor de Filo de Caballos y que no los dejarían pasar con el cadáver.

Previamente, un pariente de Chilpancingo le había conseguido una casa vacía y abandonada en la colonia Ricardo Flores Magón para que velera el cuerpo y se realizara el Novenario de rezos.

A esa casa llevaron el cuerpo el 12 de marzo pero no estuvo mucho tiempo. Se lo entregaron como a las 5 de la mañana y a las 7 se lo llevaron inmediatamente a sepultar al panteón ubicado al norte de la capital. Era imposible mantenerlo más tiempo por el olor que despedía.

Asistieron al sepelio sólo los familiares más cercanos: padres y abuelos de Reynaldo, y cuando mucho otras ocho personas, mujeres y niños. Los mismos que asistieron al novenario de rezos en la casa prestada, en medio de vecinos desconocidos de los que muy pocos les manifestaron solidaridad.

En lo que transcurrían los 9 días de rezos, a don Ambrosio le angustiaba no saber qué sería de su vida y la de su esposa después del novenario.

A su casa de Izotepec ya no podría regresar, un poco para no tener el recuerdo de su hijo, pero más por la violencia que se ensaña contra los pobladores de esas localidades, sin que el gobierno haga algo para impedirlo.

“Si viera usted, cuando entran (integrantes de grupos delictivos) llegan con camionetas y cargan con todo, refrigeradores, pantallas, salas, comedores, dejan limpias las casas y uno nomás viendo y pidiéndole a Dios que no le den un balazo”.

El día que mataron a Reynaldo se vivió una jornada violenta en Filo de Caballos. A las 6 de la mañana hombres armados del Cártel del Sur irrumpieron en la base de la Policía Comunitaria de Tlacotepec y sacaron a cinco policías comunitarios a quienes ejecutaron en el centro del pueblo.

Después de la ejecución otro grupo de sicarios del mismo cártel entró al corredor por la carretera de El Naranjo y llegó a Tres Cruces, y en  La Vuelta del León, cerca de Los Morros, emboscó a una Urvan del servicio público de Tlacotepec. Allí hirieron a la maestra Sinahí Castillo Gutiérrez, directora del telebachillerato 64 de  Puerto del Varal, Heliodoro Castillo  y a tres pasajeros más. La maestra falleció seis días después.

En el otro extremo, de Filo de Caballos hacia Tlacotepec, entre El Ranchito y Puentecillas, otro grupo del mismo cártel tendió otras dos emboscadas, una en el punto conocido como Colambres donde atacaron una camioneta de una familia que venía de Puerto del Varal a Filo de Caballos y mataron a un hombre de 64 años, e hirieron a una joven y a otros dos civiles que no tienen relación con la Policía Comunitaria. Todos eran de una misma familia.

Policías comunitarios iniciaron una pesquisa a pie y en tres ocasiones tuvieron enfrentamientos de 30 a 40 minutos con los agresores hasta que los replegaron rumbo a Yestla, municipio de Leonardo Bravo. En el sitio de los enfrentamientos quedaron dos de los forajidos abatidos.

Sin embargo, no existen indicios de que Reynaldo haya sido abatido en alguno de estos eventos de violencia. El ataque en el que perdió la vida fue en otro hecho casi a la misma hora y en la misma zona pero no se dio a conocer en los medios de comunicación.

En el mismo incidente donde fue asesinado Reynaldo también murió otro joven del que tampoco se conoce información.

Don Ambrosio contó que junto con el de Reynaldo estaba el cadáver del otro joven que fue levantado por las autoridades ministeriales en el mismo lugar.

Historias como la de Reynaldo se tejen muchas en estos días de violencia en la sierra del Filo Mayor. La gente desplazada de esos pueblos registró en los últimos 8 días que 50 personas fueron asesinadas, cifra que las autoridades no han reconocido.

Texto: Zacarías Cervantes / Foto: Archivo