29 julio,2022 12:34 pm

Kenia era golpeada por su esposo, pero no estaba armado, hasta que trajo una pistola y la mató

En Tlalquetzalapa, familiares y vecinas de las dos hermanas asesinadas hablan de los antecedentes del feminicidio. El testigo adolescente del crimen dice que el agresor llegó a la casa donde se encontraban y directamente, sin hablar, les disparó

Tlalquetzalapa, Copanatoyac, 29 de julio de 2022. Avelina y Kenia desde pequeñas quedaron solas, su padre no respondió por ellas; después su mamá las dejó y se fue con otra pareja a vivir a la Ciudad de México. Avelina tenía 2 años y Kenia 6 meses cuando se quedaron al cuidado de su abuelita y una tía. La abuelita las cuidó y dio estudios, llegaron hasta la secundaria.

Cuando crecieron Kenia se fue un rato con su mamá a Chihuahua, donde vivió con la familia que formó y Avelina se quedó en el pueblo.

En Chihuahua conoció a su primera pareja con quien tuvo a su hijo Alexis, el mayor. No duró su relación, se separaron y él se fue a Nueva York, Kenia se regresó a Tlalquetzalapa, municipio de Copanatoyac con su hermana.

La noche de la Tragedia

Eran las 10:15 de la noche. La puerta de metal sonaba fuerte, con toques desesperados. “Mi tía Kenia no lo quería ver y mi mamá dijo vamos a abrirle hablen bien, entonces bajamos, le venimos abrir con mi mamá, mi tía no bajó”.

Fernando llegó con tres acompañantes un pelón, uno de gorra y una señora que llevaba su hijo pequeño y entraron.

El hijo de Avelina narró que su mamá les dio unas sillas rojas, señalándolas, pero Fernando no se sentó y sin dudarlo con pasos apresurados subió al segundo piso a jalar a Kenia para llevársela a la fuerza porque al verla la alcanzó y tiró de sus trenzas, así la traía agarrada por las escaleras, mientras su tía lloraba y le decía que no quería regresar con él.

Recuerda que le decía a Fernando que le pegaba a cada rato, entonces, ya no iba cambiar y ya no se iba ir con él porque siempre venía moreteada y mi mamá siempre la defendía.

“Mi mamá le dijo ¡salte Fernando!, y abrió la puerta. Yo subía para ver a mis primos y hermano, cuando vi que sacó la pistola y le disparo primero a mi mamá cayendo al suelo. Bajé, pero me escondí. Le disparó a mi tía y me descubrió observándole, por lo que corrí nuevamente hacia arriba y les dije a los niños métanse al cuarto. Regresé porque escuché que se habían salido. Mi mamá tirada, me quedó viendo. Sin dudar cerré la puerta y le puse candado”.

Recordó que apenas había cerrado la puerta cuando volvió a escuchar la voz de Fernando, que empujaba la puerta “hijo de tu puta madre abre. No le respondí. Mi mamá, aún respiraba y me miraba”.

Vio a su tía tirada y fue con sus primos para decirles que se fueran a la azotea a esconderse y empezó a buscar ayuda desde su celular marcándole a su tía y todos los contactos que tenía como amigos. Cuando bajó, su madre y su tía estaban muertas.

Horas antes, como a las 5 de la tarde llegó Kenia a la casa de su hermana Avelina porque Fernando la había agredido en su casa en Copanatoyac donde vivían. Eso le había dicho a su hermana.

“Yo fui a traer leña, llegué y fui a vacunar a mis becerros ya cuando llegué mi mamá ya estaba con mi tía Kenia, nosotros ya estábamos cenando, cuando llegó Fernando, nosotros le abrimos bien”.

Fernando no venía solo, llegó con uno que era un pelón y otro de gorra, gordo, chaparro con su mochilita y una señora que no conozco que traía su hijo, lo venía cargando con su rebozo y estaba dormido. Cuando empezaron los disparos ellos se salieron primero y Fernando se quedó al último.

Todo ocurrió como en unos 6 a 7 minutos, antes de que disparara.

Defenderte hasta la muerte

No era la primera vez que Kenia iba a casa de Avelina, fueron varias veces, siempre le contaba que Fernando le pegaba. “Sí, mi tía venia cada rato, en junio vino como cinco veces, en julio vino varias veces y así siempre se ha peleado, en las fiestas también se pelean y siempre mi tía venía aquí con mi mamá y entonces platicaban lo que le pasaba y yo escuchaba que Fernando le pegaba a mi tía Kenia y hasta a veces la veía moreteada de sus piernas, de sus manos de sus cachetes y Fernando siempre la venía a traer, pero nunca traía arma”.

Durante el sepelio las señoras se contaban entre ellas, nosotras siempre le dijimos ya muchacha deja a tu hermana, ella no entiende, el hombre nunca va cambiar, un día te puede pasar algo.

Pero decía es mi hermana no tiene a nadie, sólo nos tenemos nosotras y nos debemos cuidar, y hasta que pasó esto. Avelina era muy buena con la gente, le gustaba mucho ayudar, no merecía morir así, contaban con lágrimas en los ojos y daban el último adiós a Kenia y Avelina en el panteón del poblado, con la tierra mojada porque mientras las velaban el agua se dejó caer.

Jonathan tiene 14 años, fue el que presenció los hechos, porque se considera el más grande, aunque el mayor es Yair, que tiene 15, pero como tiene una discapacidad, le gente se refiere a él como “enfermito”, porque no puede hablar. El más pequeño es Mallonoel, de 2 años, ellos son hijos de Avelina, vivían con su mamá, porque su papá ya no vivía con ellos, no saben dónde vive, algunos les dicen que en Nueva York y otros que en México, sólo les habla a veces, como en el cumpleaños de Jonathan que le habló por teléfono para felicitarlo.

Kenia tiene cuatro hijos, el mayor es Alexis que tuvo con su primera pareja y Ángel de 4, Dorian de un año y medio, que es el que se llevó Fernando en la noche después del crimen, Lupe es una bebé que apenas tiene 6 meses.

Pero ellos no vieron lo que pasó cuando les dispararon a Avelina y a Kenia, porque estaban arriba.

Jonathan narra, “mi hermano estaba allá arriba tiene 15 años y puchis tiene 8 años y Ángel tiene 4 años, Mallo tiene 2 años, somos 3 hermanos y mi tía Kenia tiene a Puchis, Ángel, Onquis, Lupe, pero Lupe se quedó aquí porque mi mamá me la dio luego, Onquis (Dorian), es al que se llevaron, el medianito tiene un año y medio, se lo llevaron y mi mamá lo tenía abrazando, pero no sé quién se lo quitó, no sé si fueron los muchachos.

Jonathan después de lo ocurrido subió a la azotea a gritar lo más fuerte que pudo a pedir auxilio, llamó por teléfono a todos sus contactos.

Primero llegó mi tía porque empecé a gritar en la azotea, ya estaba desesperado y bajé y abrí la puerta y vi que mi mamá estaba tirada, después llegó mi tía Chaya y empezó a llegar la gente y la de la tortillería estaba afuera y le empecé a gritar y vinieron. Mi mamá estaba tirada y mi tía también, cuando llegaron ya estaban muertas.

No podían salvarse porque Avelina recibió ocho balazos y Kenia seis, contaron los familiares.

La mamá de Fernando es originaria de Tlaquetzalapa, pero su papá de Potoichan y fue presidente de Copanatoyac entonces se fueron para allá y ahí vivían, Kenia vivía en Copanatoyac.

Una prima contó: “Kenia no decía nada a nosotras de lo que le pasaba, desde antes ya tenía problemas, ya una vez se había escapado, hace dos años se había ido a México porque tengo una hermana allá y vivió con ella.

Pero ella se volvió a regresar, de por sí le pegaba y entonces regresó otra vez y nosotras le dijimos que no estaba bien que ya se había ido, pero ella dijo que iba a cambiar y por eso regresó. Cuando se fue para allá tenía dos hijos, se fue porque le pegaba y allá estuvo un rato, pero después la volvió a animar y volvió a regresar y después tuvo otros dos hijos.

La ayuda gubernamental que nunca llegó

Pidió apoyo en Ciudad Mujer, nosotras le decíamos vete, vete para otro lado, fue a pedir ayuda a Ciudad Mujer, porque quería separarse, pero no nos contó más porque con quien era más apegada es con su hermana Avelina, son medias hermanas, pero confiaba mucho en ella, porque yo le decía vente a mi casa yo también estoy sola, mi esposo está en Nueva York, pero no, siempre que venía se iba con su hermana.

“De hecho, ese señor me llamó como a las 9 o 10 de la noche y me dijo ¿A dónde está Kenia? Le contesté no sé, yo estoy en mi casa, pues entonces dile que ya se venga, ve córrele y dile.

Pero como empezó a llover no fui, sólo le marqué a Avelina y le dije me marcó tu cuñado ¿Qué pasó? me dijo es que se pelearon otra vez”.

“Siempre se han peleado así pero nunca había llegado a esto, entonces Avelina me dijo no te preocupes y le dije y si me vuelve a hablar qué le digo?, dile que no sabes o inventa algo.

El niño me llamó a las 10:19 de la noche, me mandó mensaje diciéndome que le marcara, cuando le llamé me contó lo que pasó y salí corriendo, cuando iba llegando vi a Fernando que iba corriendo y entonces le grité al vecino, pero en eso me resbalé y me caí, ya no me fijé por dónde se fue”.

Justicia y protección a los huérfanos

Un primo de las víctimas dijo: “necesitamos ayuda, son muchos niños, pero si viene con pistola tendremos que entregarle a sus hijos”.

“Se llevó al niño que tiene 2 años, vinieron peritos del Ministerio Público, del Ayuntamiento municipal vinieron unos policías, nada más, pero de ahí no hay nadie que nos apoye”.

“La familia está muy temerosa, la familia quedó desamparada, queremos justicia, medidas de protección para que los niños puedan estar tranquilos, queremos apoyo para Jonathan que presenció todo, está traumado el niño no deja de llorar.

“No confiamos en las autoridades municipales, porque no tenemos garantías de seguridad para poder poner la denuncia y no creemos que hagan justicia, porque la familia es pesada”.

Una vecina de Copanatoyac narró, “estamos todas temerosas, aquí nadie comenta, porque en esa familia son de armas tomar.

El sepelio

Avelina y Kenia fueron enterradas en el panteón de la comunidad, el pasado miércoles, la gente del pueblo las acompañó, durante el recorrido gritaban justicia, esto es feminicidio y una de sus familiares llevaba una bocina con la canción de Sin Miedo, de Vivir Quintana, y otras portaban globos morados.

Antes de cerrar los ataúdes le colocaron a cada una, una bolsita de manta que contenía tortillas pequeñas, maíz, frijol y semilla quemada, dos carrizos llenos con agua y el otro de agua bendita, se va a poner a cada difunta porque la tradición es que cuando partimos al otro mundo debemos llevar agua bendita, agua para tomar y las semillas quemadas para dar de comer a los animalitos para que nos den el paso y lleguemos a nuestra nueva casa.

Texto: Antonia Ramírez Marcelino