3 junio,2018 6:55 am

La desigualdad ya era grave, pero es peor de lo que pensábamos

Eugenio Fernández Vázquez
Razones Verdes
 
Las cifras son de escándalo, y no dejan mucho margen para la duda. Según un estudio que acaban de publicar Raymundo Campos Vázquez, Emmanuel Chávez y Gerardo Esquivel en la revista Latin American Policy, el uno por ciento más rico de la población concentra la cuarta parte del ingreso del país. Su análisis muestra que, además, éste es el resultado de casi 25 años de desigualdad en aumento, que ocurrió mientras más de 50 millones de personas se mantenían en la pobreza.
Los datos oficiales con los que contamos para analizar cómo le ha ido a cada quién en los últimos años ya eran, por lo menos, preocupantes. Por ejemplo, según la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), entre 2008 y 2016 los ingresos promedio nacionales disminuyeron 8 por ciento, pero esa caída no ha sido pareja. Sin ir más lejos, entre 2012 y 2016 cuatro de cada 10 mexicanos vieron disminuir sus ingresos, en cambio el 10 por ciento más rico de la población ganó 6 por ciento más que cuando Enrique Peña Nieto llegó a Los Pinos.
Es cierto que los ingresos del 10 por ciento más pobre del país también mejoraron, pero siguió sin ser suficiente: los ingresos de ese segmento de la población pasaron de 2 mil 90 pesos mensuales por hogar a 2 mil 273 pesos –casi la mitad de lo que ganaba el escalafón siguiente. Con todo y la gravedad de ese proceso, sin embargo, la ENIGH oculta una realidad que es mucho peor.
Según Campos Vázquez y sus colegas, la ENIGH enmascara hasta qué grado el ingreso de las familias más ricas del país ha ido aumentando, porque los datos que recoge son reportados por los encuestados, y es sabido que los estratos más ricos de la población tienden a reconocer ingresos notablemente menores de los que perciben en realidad. Puesto que en México no se cuenta con registros fiscales públicos, como sí ocurre en otros países –inclusive en varios de América Latina–, los autores del estudio tuvieron que poner en marcha una serie de estrategias para corregir esos datos, y hacer que reflejen mejor la realidad. Usando datos de las cuentas nacionales y aplicando distintas herramientas estadísticas, lograron obtener cifras que muestran lo que está ocurriendo verdaderamente con la distribución del ingreso en México.
Las conclusiones que presentan muestran que 1 por ciento de la población recibe 25 por ciento del ingreso que se genera en el país. Y eso no es lo más grave. Unas 12 mil personas –poco más que la población de Cocula y más o menos la mitad que la población de Olinalá, ambas en Guerrero– concentran 5 por ciento del ingreso total del país.
Los números que presentan Campos Vázquez y sus colegas muestran también que el ingreso promedio anual del 1 por ciento más rico del país pasó de aproximadamente 300 mil dólares a 450 mil dólares entre 1992 y 2016. Esto quiere decir que sus ingresos aumentaron cerca del 1.6 por ciento anual.
Esto significa también –cuando se lo mira en perspectiva y a la luz de los datos sobre pobreza y desempeño económico oficiales– que el grueso de las ganancias obtenidas por el crecimiento de la economía mexicana –de por sí menor de lo deseable– se lo quedaron los mexicanos más ricos. La concentración de la riqueza en lo más alto de la cima de la pirámide de la desigualdad es tan brutal que el 0.01 por ciento de la población gana 200 veces más que lo que reciben los que se ubican entre el 90 y 95 por ciento más rico de la población.
A la luz de estas cifras, y de lo que cualquiera que salga a la calle puede ver, sorprende que quienes han estado a cargo de las políticas públicas los últimos 30 años insistan en que el país va bien y que estaban en lo correcto. Deberían estar, por lo menos, buscando qué falló en el modelo e ideando formas de corregirlo. Pero eso, claro, requeriría honestidad intelectual, y no es algo que abunde entre los ex secretarios de Hacienda.