15 noviembre,2022 5:26 am

La marcha

Arturo Martínez Núñez

 

La marcha convocada por distintos colectivos, organizaciones, partidos políticos y personajes variopintos, tuvo una asistencia importante sobre todo en la Ciudad de México. Cuando me refiero a importante, quiero decir que lograron el objetivo de llenar ciertas zonas del Paseo de la Reforma, sobre todo con el objetivo de contar con imágenes con las que pudieran alardear del número de asistentes e intentar convertir una movilización mediana en un evento mayor.

Parece increíble que personajes como el ex presidente Vicente Fox marche al lado de su contrincante en la elección presidencial de 2000 Roberto Madrazo. Que los priistas y los pocos perredistas que aún quedan, marchen codo con codo; que los medios de comunicación que durante décadas ni siquiera informaron sobre las marchas de los movimientos sociales hoy le den revuelo a esta movilización.

Andrés Manuel López Obrador es un político visionario y es sobre todo un tremendo estratega político. Una vez más ha logrado dejar absolutamente claro de qué lado está cada quien. Ha quedado claro que de un lado están todos aquellos que no se resignan a perder sus privilegios: cámaras empresariales, partidos políticos en decadencia, intelectuales y medios sin convenio y todo tipo de clasistas, racistas y déspotas ilustrados que hoy tratan de venderse como defensores de una democracia que no fue una alegre concesión sino una conquista y no de la derecha, tampoco del PRI, sino de la izquierda democrática hoy encabezada por el presidente de la República y Morena.

A diferencia de lo que han repetido hasta el cansancio los voceros conservadores, a nosotros los izquierdistas no nos molesta ni nos enoja que la derecha y los conservadores salgan a marchar, al contrario nos da mucho gusto que ocupen un espacio, la calle, que tradicionalmente han despreciado. Fue patético lo que ocurrió en algunas ciudades de la república como en Acapulco, donde la marcha de los “demócratas” fue encabezada por prominentes priistas que hasta hace poco más de un año eran gobierno.

Desde Morena sabemos que alcanzar la mayoría calificada para la reforma constitucional será una tarea complicada; la propuesta del Presidente busca perfeccionar los mecanismos democráticos, abrir mayores espacios no cerrarlos, ser más transparentes y austeros con los gastos y propiciar mayor participación ciudadana. Si se consigue reformar la Constitución y las leyes secundarias nos dará mucho gusto, pero si no hay condiciones para hacerlo, estamos listos para ganar con las mismas reglas y el mismo aparato con el que ya se les derrotó en 2018 y en 2021.

Que no se confunda nadie, Morena busca perfeccionar el sistema electoral mexicano, no convertirlo en uno hegemónico. No es nuestro tema principal ni es nuestra batalla emblemática. En cambio ha quedado claro que para todos los de enfrente lo único importante es que permanezca incólume el sistema de canonjías y privilegios. Por eso nunca entienden por qué la gente les ha dado la espalda, por qué cada día obtienen menores votaciones, por qué solamente unidos el agua y el aceite pueden plantearnos un poco de resistencia y competencia.

En política hay que tomar partido; no se puede estar con Dios y con el diablo. Sin duda, hay muchas cosas que se pueden y deben mejorar en la administración pública federal, estatal y municipal. Desde el primer día dijimos que la transformación de México era una tarea titánica y que nos iba a llevar varios sexenios completarla. Con reforma o sin reforma electoral, con alianza o sin alianza, con Claudio o sin Claudio, con Salinas o sin Sa-linas, con Los Chuchos y sin Los Chuchos, la alianza popular encabezada por Morena arrasará en las elecciones para gobernador del Estado de México y Coahuila del año 2023, y reafirmará su triunfo en la Presidencia de la República porque esto no lo van a decidir ni los medios de comunicación a modo, ni los intelectuales orgánicos, ni las clases privilegiadas. El destino de México lo va a decidir el pueblo en las urnas.