19 septiembre,2023 5:13 am

La política exterior en la aldea global

 

Abelardo Martín M.

Desde que el mundo se convirtió, auténticamente, “en un pañuelo” porque la aldea global dejó de ser una utopía y se convirtió en un vecindario en el que sus habitantes se enteran, al momento, en vivo y a todo color, de todo lo que ocurre en el mundo, sobre todo de lo malo, mucho más que de lo bueno, ya que si fuera de esta manera el estado de ánimo personal, local y mundial sería totalmente diferente.
No son pocos los mandatarios en el mundo que tienen una política exterior no caracterizada por el llamado “turismo oficial”, es decir que los gobernantes con sus grandes aparatos y cuantiosas comitivas de funcionarios, empresarios, líderes sociales y económicos andan de país en país con el aparente propósito de promover inversiones, desarrollo, y que lo único que produjeron –como se hizo durante varias décadas por los gobiernos de México–, fue una presencia que no tuvo los resultados prometidos, y menos esperados.
La pandemia de 2020 contribuyó también a que las grandes juntas internacionales en distintas partes del mundo no se celebraran y se dio lugar o espacio a las teleconferencias o video conferencias bilaterales y hasta multilaterales. Si hasta conciertos con más de 100 músicos o cantantes fue posible producir y colocar en las redes sociales, eventos que fueron todo un éxito mundial, lo mismo ocurrió con los encuentros entre mandatarios de distintos países, trátese de regiones entre sí o de los cinco continentes.
Centrado en el esfuerzo de transformar el país desde el momento que tomó posesión, de hecho desde que ganó por amplio margen la elección que lo llevó al poder, el Presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado poca importancia a su presencia internacional, en particular cuando se refiere a la realización de visitas o giras al extranjero. El actual mandatario ha hecho gala de su austeridad o de su rechazo a que las relaciones internacionales sean el pretexto para viajar, placearse a nivel internacional o aparentar que es, en los encuentros internacionales, en los que se demuestra si se es sólo mandatario o se tiene nivel de estadista.
De ahí que, el presidente López Obrador ha sostenido que la mejor política exterior es la interior, y lo ha repetido cuando aborda ese tema, y ha cumplido puntualmente esa convicción.
Por ello es relevante la reciente gira que llevó a cabo en América del Sur, en la cual visitó Colombia y Chile, ambos países significados por tener gobernantes de izquierda, y en el caso chileno, marcado por la singularidad histórica de estar presente en la conmemoración del medio siglo del sanguinario golpe de Estado contra el gobierno del Presidente Salvador Allende.
Fuera de un par de visitas a Estados Unidos, obligadas por la estrecha relación de la economía mexicana con la de aquel país y por los compromisos derivados del tratado comercial entre ambas naciones y Canadá, ésta es apenas la segunda gira de trabajo que durante su mandato cumple López Obrador en el extranjero; hace poco más de un año realizó igualmente una breve visita por Centroamérica y Cuba.
La gira ocurrió una vez que el Presidente entregó el bastón de mando a quien ha sido nombrada para encabezar la defensa de la 4T, Claudia Sheinbaum, con lo que simbólicamente López Obrador ha dejado en sus manos la conducción del movimiento que él encabezó hasta ahora.
A su regreso de Chile, el Presidente acudió, también de manera inusitada, a la toma de protesta de la gobernadora del estado de México, Delfina Gómez Álvarez, que con su triunfo electoral y su naciente mandato, ha puesto fin a la leyenda del poderío perpetuo del Grupo Atlacomulco, la más importante fortaleza del antiguo régimen, que gobernó la entidad sin interrupción desde la tercera década del siglo pasado hasta hace unos días, en que finalmente tuvo que entregar el poder, con todos los costos de retraso, desigualdad e injusticia que ello implica. El Estado de México es, sin duda, el estado más pujante de los 32 que conforman la república mexicana, con todas sus características de estado moderno, industrial, turístico, cultural, pero también con gravísimos rezagos y abusos de destrucción inocultables.
La hazaña de romper la hegemonía priísta en su principal refugio no es menor, aunque sea parte de la cascada morenista que ha logrado ya el triunfo electoral en la mayoría de las entidades del país. Ahora, como en todos lados, como ha ocurrido en el país mismo, viene lo difícil, desmontar el entramado de contubernios e intereses que han dominado la entidad mexiquense durante tantas décadas y llevar a cabo, en cada municipio y comunidad, una real transformación social, en beneficio de los más pobres.
Por fortuna, la maestra Delfina tiene no sólo la sensibilidad social y política, sino la fortaleza necesaria para encabezar esa tarea, cuyos resultados se producirán en los primeros meses de gobierno, puesto que su sueño de transformar la realidad de los marginados, los pobres, los desamparados en todas las regiones del estado, está por fin al alcance de su mano. Desde que inició su carrera hace varias décadas en su natal Texcoco, la maestra Delfina tiene claro que el problema número uno es combatir la corrupción y, con el ejemplo, lograr un gobierno en el que la honestidad no sea palabra de campaña, sino una tarea diaria. Quienes duden de su postura, más pronto que tarde, se llevarán una dura experiencia y una sorpresa porque tiene el carácter, la fortaleza y la decisión de no transigir ni ceder ni un ápice en esa tarea.
Mientras en el estado de México se inaugura una etapa de transformación y esperanza, en Guerrero las noticias por desgracia son motivo de preocupación y alarma. La ejecución con unos días de diferencia, primero del fiscal regional en Tierra Caliente, Víctor Manuel Salas, quien acababa de tomar posesión del cargo, y luego del delegado de la Fiscalía General de la República en el estado, Fernando García, en Chilpancingo, dan muestra de la fuerza y la impunidad con que se mueven los sicarios del crimen organizado en territorio guerrerense. El fin de semana, atentaron también contra el vicefiscal y el director de investigación de la Fiscalía estatal. El atentado no tuvo éxito pero igualmente está impune. Y si se revisan los registros de violencia en los últimos años, queda claro que no se trata de hechos aislados, aunque la escala sí va subiendo hasta niveles inusitados. Si eso ocurre con las autoridades encargadas de tener a raya a los delincuentes, ¿qué puede esperar el ciudadano de a pie, el comerciante, transportista o prestador de servicios? La presencia de la criminalidad no es nueva en Guerrero, tiene una historia de muchas décadas.
En ese ambiente, estamos a una semana de conmemorar el noveno aniversario de la noche negra de Iguala, en la que desaparecieron 43 normalistas de Ayotzinapa. Ahí el esclarecimiento de los hechos y al castigo a los culpables sigue pendiente, está en proceso, pero ya empezaron las protestas y van a crecer, dicen los informados.