17 octubre,2018 6:39 am

La Tequilera

Pozole Verde
 
José Gómez Sandoval
(Sexta y última)
¡Ay Jalisco, no te rajes!…
Alma Velasco ha titulado los capítulos de su biografía novelada de Lucha Reyes con frases alusivas a aves que cantan. Cada título corresponde, significativamente, a un período de la vida de Lucha Reyes, representada como ave cantora. Así, entre los primeros está Primeros trinos del jilguero; no falta El ruiseñor palidece ni El pájaro (que) canta aunque la rama cruja, que es un verso ilustre de Salvador Díaz Mirón. El último capítulo se llama: ¿El silencio del ave escondida en la garganta?, elocución misteriosa y dramática que, a modo de pregunta, anuncia… lo que ya sabemos que va a pasar.
El radio es “el aceite del engranaje social” de estos días. Los locutores son personajes destacados por la promoción que hacen de la cartelera artística y de actores, compositores y cantantes.
“–Buenos días, amigos. Nos acaba de llegar un anuncio para ustedes: ‘Hoy, 12 de noviembre de 1941, habrá un suceso extraordinario en el cine Olimpia: a las nueve de la noche será la gran premier de gala de la película ¡Ay, Jalisco, no te rajes!, dirigida por José Rodríguez, con música de Manuel Esperón, basada en la novela del ingeniero Robles Castillo. En las actuaciones participan: Jorge Negrete, Gloria Marín, Ángel Garasa, Antonio Badú, el Trío Tariácuri, Evita Muñoz y la cantante Lucha Reyes”, anunciaba un locutor, quien aseguraba que “después de la función, los artistas mencionados se presentarán en vivo para convivir con ustedes”.
No sólo las vivencias sentimentales han cabido en el afán narrativo de esculpir en las páginas de La Tequilera una Lucha de carne y hueso; aunque ésta nunca parezca convencida de sus propios recuerdos y siempre termine descubriendo el pelo en la sopa, Lucha también habla de sus triunfos. Como cuando ¡Ay, Jalisco, no te rajes! tuvo en exitazo en todas partes, a pesar de que a ella ni a Jorge Negrete les “acomodaba” el tono de la canción. Lucha pide al compositor un cambio, pero éste se niega, y Lucha tiene que aceptar el capricho del autor: ¡Quién iba a pensar que se iba a hacer tan famosa! Si ai luego nos tuvimos que pasar Jorge y yo meses haciendo giras con ella. En Jalisco se hizo como un himno, el público estaba vuelto loco, en Guadalajara nos pasearon por toda la avenida Alcalde en una carreta tirada por caballos, llena de flores… Ya ni me costó trabajo cantarla, bueno, de los agudos, porque era pesada de cantar, tenías que meterle mucha fuerza, pero fue un reto que me gustó… vencí. El maestro Esperón, el compositor, que ni me quería, se ganó el Premio de la Asociación de Periodistas
La película consagra a Jorge Negrete y a Gloria Marín, e impulsa la carrera de Lucha Reyes. “La emperatriz de la canción mexicana” canta el tema por todo el país, cerrando su gira en la Plaza de Toros de la ciudad de México.
Cuando el triunfo no significa nada

El 24 de junio de 1944 Lucha Reyes, ebria, ingirió 25 pastillas de Nembutal con media botella de tequila y falleció. Foto: Internet

Ese mismo 1941, “en el mundo continúa la Segunda Guerra Mundial con sus incontrolables, nefastos resultados. Inesperadamente, un submarino alemán hunde el barco mexicano Potrero del Llano, propiedad de Petróleos Mexicanos, en aguas del Golfo de México” y “el gobierno se siente obligado a declararse en guerra”.
A estas alturas, a Lucha, que se ha separado de Félix definitivamente, le valía una pura y dos con sal lo que pasara en el mundo. Ni los vivos ni los muertos de guerra eran mi asunto. Bastante tenía yo cargando con mi existencia. Pa’ qué ocultar que buscaba embrutecerme todo el día con tequila… Ora sí que cuando mi Negro (Félix) se fue, a mí se me acabaron las correas pa’ detenerme. Y a quien no le cuadrara que me anduviera emborrachando, ya se podía ir largando a otro lado… y pa’ que más les guste, desde ese día, Lucha Reyes anda de amores con quien se le dé la gana… traía cargando tanta rabia
No atiende a Marilú, pues son días en que le duele hasta el pelo, días muy borrosos, revueltos, como entre humo… Recuerda víboras que se mordían la lengua por enterarse si yo me encobijaba con éste o con el otro… o con la otra… porque se andaban escandalizando con que también me arrastraban las mujeres… y yo digo, ¡bueno, y a ustedes que chinteguas les importa con quien me acurruco! A poco tiene uno que ir a explicarles hasta eso a los fisgones… y por mí que piensen lo que quieran. A veces le atinaban, aunque yo no confirmaba nada… y a veces de plano se quedaban cortos
A pesar del exceso de tequila y de todo, Lucha alterna “con la actuación” de María Teresa Montoya en Laberinto, obra de Luis G. Basurto, en el Teatro Hidalgo. En el Palacio de Bellas Artes comparte créditos con Tata Nacho y Manuel Esperón. Canta en el Wakikí, en el Venus, en el Río Rosa y en el Teatro Abreu. Participa en la primera exhibición internacional de modas del Hemisferio Occidental que organiza la casa de modas estadunidense Neiman Marcus. En el Follies se presenta en el mismo programa que Cantinflas.
Lucha está hasta arriba. Ora que, cuando se sube a las mesas a cantar, y como mucho de lo que canta (Por una mujer ladina perdí la tranquilidad, / ella me clavó una espina que no me puedo arrancar, por ejemplo) está dirigido a las mujeres, sigue dando qué hablar…
Ella no se queda atrás: Ya se les olvidó lo mal que me trataron cuando decían que mi estilo no era de los finos. Si Tata Nacho dijo bien clarito que yo inicié la degeneración de la canción y el mal gusto… En su confusión, siente que es tarde para pedirle perdón a la tierna de Marilú, y se refugia en Meche y Carmela.
En 1943, el Indio Fernández dirige la película Flor silvestre, protagonizada por Dolores del Río y Pedro Armendáriz. En ella, Lucha Reyes comparte canciones con el Trío Calaveras y con Antonio Bibriesca, “el guitarrista número uno de México”. La Del Río es reconocida por su actuación como “rancherita” y su belleza. El público retaca hasta los pasillos de los cines que exhiben la película.
La crisis de Lucha sube de tono y su discurso interior se atiborra de dudas y contriciones maternales y uno que otro golpe de pecho –aunque poco le importa no arrepentirse, pues –reconoce– el dolor es egoísta… En su exasperación, los motes superlativos, lo de “emperatriz de la canción mexicana”, lo de “la reina del mariachi”, no significaban nada. ¿Hombres? Sí, pero, mentira que un clavo saque otro clavo, ninguno la hacía olvidar a Félix. Parecía que se ponían de acuerdo: cada hombre nuevo me trataba peor… sí, eran sanguijuelas… se me hace más bien que yo misma los jalaba a eso, como si necesitara un castigo
Como si pagara una culpa
Andaba de novia con el piloto aviador y general Antonio de la Vega García cuando, en una de las espléndidas comidas que organizaba para su familia en su casa del caminito de Contreras (donde sembró flores y árboles frutales), alguien le preguntó qué le había pasado, pues traía la cara llena de moretones… Meche muestra su antipatía por Antonio cuando éste comenta que no le parece bien que una artista como Lucha eche tortillas, y a doña Victoria no le satisface que Lucha le eche la culpa de los moretones a una puerta.
“–Pos solamente que haya sido una puerta de esas que dan vueltas, porque te agarró de los dos lados. A ver si ya aprendes a fijarte con qué te golpeas –le advierte su mamá volteando a ver a Antonio”. Él carraspea y se hace el loco.
El asunto se olvida pues Lucha le anuncia a su mamá que “ya está lista” la fábrica de sombreros que le había pedido. Se dan el fuerte abrazo que parecía imposible. Doña Victoria agradece a su hija, y, “ya que estamos aquí”, le dice a Antonio que ya está bueno de que a su Lucha se le atraviesen tantas “puertas”…
Lucha ha bajado de peso. Se siente enferma y con insomnio, aún tiene miedo de que se le vaya la voz… “Con Antonio, parece que paga una culpa, que se castiga a ella misma.”
Sólo quería ser una mujer feliz…
En 1943 Lucha filma el cortometraje Qué rechulo es mi Tarzán, dirigido por Max Liszt. “Lucha Reyes, la cantante triunfadora… se desplaza sobre la cúspide de la montaña, mientras María de la Luz Flores Aceves, la mujer que se ve al espejo cada día, hinchada, ojerosa, con las comisuras de la boca caídas, se precipita por su despeñadero personal”.
Cierta noche, Lucha se negó a salir a escena en el Wakikí. En el cabaret había personajes importantes y Antonio pretende obligarla a cantar. El público coreaba su nombre, pero ni así: “¡Lucha Reyes vale pa’ pura madre! –gritó, según Alma, como si estuviera en una canción. Yo ya no soy Lucha Reyes, yo quiero ser nomás una mujer… una mujer feliz” –deslizó, empinando su caballito de tequila. Y no salió.
La escena que antecede el final parece salir de la imaginación de la novelista, un exceso dramático con pretensiones de sintetizar los equívocos alcohólicos y el sordo final de la protagonista. El 24 de junio de 1944 Lucha, ebria, recorre las calles cantando, acompañada por cuatro músicos que consiguió en una cantina arrinconada. Lucha llora. Le empiezan a temblar las piernas y, a sus espaldas, los músicos van desertando uno tras otro. Antes de volver a su casa, ya ha percibido “cuánta distancia vacía percibe entre ella y la vida”.
Lucha Reyes envió a su sobrina a la farmacia y se tomó veinticinco nembutales con media botella de tequila, como nos contó Alma Velasco desde el principio.
La autora
Alma Velasco, autora de Me llaman la Tequilera, emocionantemente versátil. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música y se licenció en Letras y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Es actriz, cantante y escritora de libros para niños. De su impulso a la lectura en voz alta nació el libro La voz: universo sonoro. Fue becaria del FNCA, y en 1995 ganó el Premio Nacional de Traducción de Poesía del INBA. La UNAM le otorgó la Medalla Gabino Barreda al Mérito Académico y en 2002 obtuvo el Premio de Poesía para Niños Narciso Mendoza.