METALES PESADOS
Tryno Maldonado
La traición a Ayotzinapa ocurrió el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
La traición a Ayotzinapa ocurrió cuando, bajo la oleada de indignación y de protestas por todo el país, Peña Nieto llamó a “superar” el caso y promovió una “verdad histórica” ignominiosa.
La traición a Ayotzinapa viene ocurriendo en los últimos 98 años, a la par de la lucha histórica por la supervivencia de las normales rurales que dan educación y dignidad a miles de hijos de campesinos.
La traición a Ayotzinapa ocurrió cuando los gobiernos asesinaron a Lucio, a Genaro. Pero también ocurrió cuando asesinaron a Alexis y Gabriel el 12 de diciembre de 2011. Ocurrió cuando le arrancaron el rostro a Julio César y cuando dispararon a sangre fría a Daniel y a Julio.
La traición a Ayotzinapa ocurrió cuando el gobierno abandonó a su suerte a padres y madres de los normalistas desaparecidos que debieron vérselas por sí mismo en la búsqueda de sus hijos. Es responsable, por tanto, de las muertes de Minerva Bello, Bernardo Campos y Tomás Ramírez.
La traición a Ayotzinapa que hoy persiste también ocurrió el 25 de mayo de 2018 en Iguala. En campaña electoral, el hoy ocupante de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador, prometió delante de padres y madres de los 43 normalistas desaparecidos que, tan pronto como “triunfara” el movimiento que él –y nadie más que él– encabeza, habría justicia para los jóvenes de Ayotzinapa. Pero él ya se va y la justicia jamás llegó.
La traición a Ayotzinapa ocurre cada vez que se refuerza la protección incondicional del hoy ocupante del palacio a los militares implicados en el caso. Comenzando por el rescate del que era titular de la Secretaría de la Defensa Nacional con Enrique Peña Nieto, el general Salvador Cienfuegos, de una corte de Nueva York por cargos de narcotráfico. AMLO manifestó en 2018 su desacuerdo con quienes afirmaban que si se aclaraba lo ocurrido en Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014, se afectaría al Ejército. Sin embargo, hoy protege a toda costa a ese mismo Ejército, hace acuerdos bajo la mesa para garantizar la impunidad de los militares, persigue y ataca a quienes han demostrado la participación castrense durante la noche de Iguala y al fiscal especial Omar Gómez Trejo, hoy exiliado. No sólo eso: se niega a entregar la información militar requerida para las líneas de investigación que apuntan claramente al Ejército. AMLO hoy afirma, contradiciendo el ethos de toda su campaña electoral, que no, “no fue el Ejército”.
La traición a Ayotzinapa tuvo lugar también cuando Omar García Harfuch fue cobijado por Morena, AMLO y Claudia Sheinbaum. La libreta de contactos de Sidronio Casarrubias –líder del grupo criminal Guerreros Unidos implicado en la simbiosis entre Estado y crimen organizado en torno al caso Ayotzinapa– fue obtenida tras su captura en 2014. Pero se le ocultó al Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: en ella aparecía García Harfuch, entonces coordinador estatal de la Policía Federal –corporación también implicada en el caso–. A sabiendas de esto, y contrario a las demandas de madres y padres de Ayotzinapa al respecto, García Harfuch fue nombrado posteriormente secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México bajo el respaldo de Morena y de la jefa de gobierno ahora candidata presidencial Claudia Sheinbaum. García Harfuch participó en las reuniones de trabajo de autoridades estatales y federales para conformar la “verdad histórica” del entonces procurador Jesús Murillo Karam y promovida por el ex presidente Peña Nieto, en la que se afirmaba que los 43 normalistas fueron incinerados.
La traición a Ayotzinapa ocurre hoy mismo, durante la mayor crisis de desapariciones en la historia. Ocurre cuando el gobierno de la llamada Cuarta Transformación deja a su suerte a familias buscadoras por todo el país, les cierra las puertas y el corazón e impone un oprobioso y enrevesado censo nacional de desaparecidos que rasura las cifras con meros fines electorales. Instauraron la desaparición oficial de los ya desaparecidos.
La traición a Ayotzinapa sucede cada vez que AMLO criminaliza, estigmatiza y se burla –llamándoles “fresas” y “seudo estudiantes”– a los compañeros de los 43 normalistas que han exigido justicia frente a las puertas de su palacio.
La traición a Ayotzinapa ocurrió cuando policías estatales de Guerrero asesinaron a sangre fría al normalista Yanqui Kothan Gómez Peralta el pasado 7 de marzo. Tan sólo 35 horas antes, Yanqui había exigido justicia para los 43 normalistas desaparecidos junto a sus compañeros de academia frente al palacio de AMLO. Pero el presidente sólo se burló de ellos desde su conferencia diaria mostrando una resortera y tachándolos de provocadores.
Justicia para Ayotzinapa. Justicia para Yanqui Kothan.