28 abril,2024 8:50 am

La única felicidad es la imperfecta: Gabriel Rolón

 

Ciudad de México, 28 de abril de 2024. Gabriel Rolón desmitifica la felicidad: está idealizada, siempre es imperfecta, no tiene que ver con el éxito ni la euforia.

En su nuevo libro, La Felicidad. Más allá de la ilusión (Paidós), el psicoanalista argentino incluye historias personales, de sus pacientes, de la literatura y la mitología, que cuestionan ideas preconcebidas sobre ese tema.

“Los seres humanos, por lo general, tenemos esa tendencia a idealizar mucho las cosas. Idealizamos nuestra niñez, a nuestros padres, el amor, y me parece que también idealizamos mucho la idea de la felicidad”, explica en entrevista.

Creemos que la felicidad es un momento o un estado en el que nada nos falta, agrega, y que llegaremos a ella cuando logremos estar completos, sin heridas, dolores ni tristezas.

“Si la felicidad fuera eso, la felicidad no existiría. ¿Por qué la gente no es feliz? Porque la idealiza demasiado, porque pretende algo que jamás va a lograr un ser humano. ¿Quién de nosotros camina por la vida sin heridas? ¿Quién no extraña a un ser querido que perdió? ¿Un amor que no fue? ¿Una ilusión que no salió? ¿Un proyecto que se frustró?”, se pregunta el autor de obras como Historia del diván, Encuentros (El lado B del amor), El precio de la pasión y El duelo.

Y entonces, ¿qué clase de felicidad sí es posible?

Yo acuñé una palabra, un neologismo, “faltacidad”, que es una felicidad que es capaz de alojar nuestras faltas, nuestros dolores, nuestras ausencias. La felicidad, la idealizada, no existe. Existe la faltacidad, que es una felicidad imperfecta, una felicidad a veces un poco triste, una felicidad que no elimina nuestros dolores de vida.

Y aclara: en este libro el lector no va a encontrar la fórmula de la felicidad.

“Respeto la convicción de que cada ser humano tiene una felicidad que le es propia. Que lo que te hace feliz a vos, no me hace feliz a mí, probablemente. A veces, el hecho que hace feliz a uno, hace infeliz a otro. Esto es la vida.

“La mujer que amo, elige a otro hombre, ese hombre es feliz, mientras yo sufro. Y si me hubiera elegido a mí, sufriría él. El mundo está lleno de situaciones que marcan que el desafío es encontrar cada uno su propia felicidad”, dice.

El también escritor, músico y actor, invita a cada persona a mirarse hacia adentro, a recorrer el laberinto de sus contradicciones, intentando resistir las trampas de la comodidad del que dice “yo soy esto y no voy a cambiar”.

La opción, plantea, consiste en que cada uno explore quién es y cuáles son sus deseos más profundos, “porque difícilmente alguien puede ser feliz si no sabe cuáles son sus deseos”, advierte el psicoanalista, quien estuvo de visita en México el pasado marzo.

Debemos apuntar a la felicidad o, al menos, construir un estado interior capaz de vivir momentos de felicidad, que acepte que a veces hay que ser feliz, aunque sepamos que esas cosas no van a durar.

La vida misma es una fuente de desdicha y enlista: la gente que amamos se muere, las parejas nos abandonan, nos traicionan a veces, los amigos a veces nos desilusionan, del trabajo nos echan, la vida todo el tiempo atenta contra la felicidad eterna.

“Por eso hay que asumir esos momentos de felicidad que ocurren aquí y ahora, y no obsesionarnos por proyectarla en un futuro”.

También existe el riesgo del autoengaño, de la ilusión y confundirlo con la auténtica felicidad…

Sí, claro. Nos engañamos mucho. Confundimos la felicidad con el éxito, con la alegría, con la euforia. Y la felicidad es bastante distinto. Creo que es un estado mucho más calmo, mucho más pacífico que la euforia, que el saltar a gritos, requiere de un momento de introspección.

Y hay mucha gente que confunde estar feliz con no estar mal. No están siendo felices. Dicen: no me falta nada, mi familia está bien, nadie está enfermo. Bueno, eso es no estar mal. Ser feliz es mucho más difícil y hay que trabajar mucho más para construirla.

 

¿Cuáles son los mayores obstáculos para llegar a esta felicidad?

Vivimos en un mundo caótico, agresivo, lleno de discriminación, de destrucción y no podemos evitar que nos afecte. Es más, no sólo no podemos, no debemos. Yo, si alguien es muy feliz, mientras a su alrededor la gente está sufriendo, a mí no me gusta esa persona.

También debemos entender que no podemos esperar a que el mundo sea amable para poder ser feliz. Siempre ha habido pueblos en guerra. El ser humano es destructivo, conflictivo, complejo, por eso yo creo que lo que podemos hacer en un mundo tan difícil es construir en nuestro micromundo, con tu familia, con tus amigos, con tus compañeros de trabajo.

Trabajar mucho para que en el pequeño mundo que habitamos dentro del gran mundo convulsionado, las reglas sean otras, nos tratemos con amabilidad, con gentileza, con respeto, nos pidamos perdón si nos equivocamos, nos demos un abrazo, aunque no opinemos lo mismo. En esos 10 metros cuadrados construyamos otro mundo.

 

 ¿La felicidad se busca, se construye, es el azar?, ¿o es un poco de todo?

Yo creo que es un poco de todo eso. De lo que dijiste lo que menos me gusta es ‘se busca’, porque toda búsqueda está condenada al fracaso. Cuando buscamos algo siempre encontramos otra cosa. Vos proyectás y es una ilusión y una expectativa tan grande cuando buscamos algo que, cuando encontramos eso, es menos de lo que creíamos, entonces, nos va a desilusionar.

Sí es importante trabajar mucho para encontrar ese estado. Ya estoy construyendo la felicidad cuando intento ser más tolerante, más comprensivo, cuando renuncio a pelear. Claro que hay batallas que merecen ser libradas, pero son muy pocas en la vida. La mayoría de las veces estamos en disputa por cosas que no tienen ninguna importancia. Veo gente que se quiere, pero pelea y pelea, ‘yo te dije y tú me dijiste’, ‘pero cuando tú hiciste’. Una vez le dije a unos pacientes, ¿saben cuál es el problema?, que vos querés tener razón y vos querés tener razón, y a veces hay batallas que vale la pena no dar. Muchas veces es preferible tener paz y no tener razón. Si es trascendental, hay que expresarse, pero si es una estupidez, déjalo y dale la razón.

¿Y tiene que ver el azar? Por supuesto, porque a lo mejor en el lugar en el que conociste a la persona que amas, tal vez ese día podrías no haber ido. Y luego ya lo que construyen depende de ustedes.

 

¿Hay algunas pistas para construir la felicidad?

Yo no soy mucho de dar tips, pero una que puede servir es: no tomemos decisiones que no podemos sostener. A veces, por ejemplo, por miedo a quedarme solo me quedo en una relación que después me duele mucho, entonces no hay que tomar decisiones con las que más tarde uno no pueda convivir.

No hay que perdonar cosas que para nosotros sean imperdonables. A lo mejor, perdonas una traición, y esa traición te persigue toda la vida, y viviste 10, 15 años en un vínculo donde todo el tiempo estuviste enojado, porque no pudiste perdonarlo y te generó una herida que te resultó imperdonable.

Tampoco hay que estar en situaciones que nos obliguen a entrar en conflicto con valores éticos para nosotros.

Hay una serie de detalles que básicamente tienen que ver con quién quieres ser en la vida y cuando hay algo o alguien que te aleja de lo que quieres ser en la vida, tu posibilidad de ser feliz desaparece.

 

¿Eres feliz?

(Sonríe) Tengo momentos de felicidad, no quiero confundir algo que puedo tener con algo que debo ser. Tengo muchísimos momentos de felicidad. No soy feliz, porque en cualquier momento la vida va a jugar su azar y puedo encontrarme ante el dolor.

Voy transitando, intentando que la culpa por lo que no pude hacer y la angustia por el devenir no me obnubilen de este momento presente en el que tengo la obligación, para conmigo mismo, de construir un estado para intentar que, si pasa un momento feliz, yo lo pueda reconocer.

 

Texto y foto: Agencia Reforma