11 julio,2018 7:36 am

La violencia se ha generalizado en el estado, señala el director de “Guerrero”

Texto: Tatiana Maillard/ Foto tomada de la película Guerrero
Ciudad de México, 11 de julio de 2018. El realizador francés Ludovic Bonleaux ha documentado, desde hace más de 15 años, la herencia de las luchas sociales, los movimientos guerrilleros, el uso de la fuerza del Estado, el fenómeno del narcotráfico y la subsecuente violencia en contra de la población. Llegó a México en 2002. Cuenta que algunos conocidos le platicaron a grandes rasgos las acciones de lucha y de oposición al poder que por décadas habían caracterizado al estado de Guerrero, y la sangrienta respuesta con la que se buscó suprimir cualquier rebelión.
“Entendí un poco de lo que pasaba, por gente que me lo comentaba en la Ciudad de México y porque leí La violencia en Guerrero de Maribel Gutiérrez, que aborda el fenómeno en los 90. Vi documentales de Canal 6 de Julio sobre la masacre en Aguas Blancas y El Charco”, dice en entrevista telefónica.
Bonleaux se fue a Guerrero, a documentar. Empezó con una serie fotográfica (La herencia de los guerreros, 2001-03), que justamente aborda el legado de las luchas campesinas y guerrilleras de la década de los 70. Posteriormente realizó un documental sobre el asesinato de Zacarías Barrientos, testigo de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp). Le siguió Acuérdate de Acapulco (2013), un largometraje que contrasta el pasado glamuroso del puerto con la violencia que cotidianamente se vive ahí.
“Luego pasó lo de Ayotzinapa”, cuenta Bonleaux, en referencia a la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos. “En 15 años he visto que la violencia se ha generalizado y los atropellos a los derechos humanos se han multiplicado. Antes desaparecían a los activistas, ahora desaparecen a cualquiera. La violencia viene tanto del Estado como de los grupos criminales. La gente vive constantemente en el miedo, y siempre que se quieren organizar, reciben golpes de todos lados”.
Comenzó entonces a filmar Guerrero, su tercer trabajo dedicado a la entidad. No es un documental periodístico ni de investigación. Eso lo aclara de manera tajante. Se trata del retrato de la vida cotidiana de tres personas: Coni López Silva, una luchadora social aliada a la policía comunitaria del Frente Unido para la Seguridad y el Desarrollo del Estado de Guerrero (FUSDEG); Mario Vergara, fundador del colectivo de familiares Los Otros Desaparecidos, quien desde el secuestro y desaparición de su hermano Tomás, en 2008, se ha dedicado a rastrear fosas clandestinas y recuperar cuerpos y material genético; y Juan López, maestro rural de la Montaña, integrante de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en Guerrero y del Movimiento Popular Guerrerense.
“Vi que los grupos comunitarios y sociales se estaban rebelando meses después de la desaparición de los estudiantes. Quise registrar lo que hacían. No quise filmar a líderes, sino a gente de la base que trabaja con otros para mejorar la comunidad. No buscaba líderes porque ya los conocemos y me interesaba más retratar a la gente que intenta reestablecer la democracia, la seguridad y la justicia. Estoy convencido de que sólo se van a restablecer por los mismos ciudadanos. Si los ciudadanos no toman por sí mimos las riendas de la vida pública, no habrá cambios”.
Aunque Bonleaux defiende que el restablecimiento de la justicia y la seguridad no será posible sin la organización de la gente, no se engaña. La realidad es más compleja. “Me hubiera encantado hacer una cinta sobre la gente que logra recuperar democráticamente sus derechos, pero no fue el caso”.
En cambio, su lente dio testimonio de los hechos violentos en Tlapa de Comonfort en 2015, cuando, durante los comicios electorales, policías federales atacaron a la población y mataron al maestro Antonio Vivar, quien previamente había sido entrevistado y retratado por Bonleaux para la realización de este documental.
“He perdido muchos amigos, pero en Guerrero, ¿quién no ha perdido en los últimos años a un familiar o un amigo? No sé si nos estamos acostumbrando, pero tenemos que vivir con esto. Tengo la suerte de que todos los horrores que veo o que vivo, logro expresarlos porque enseño los documentales a la gente. Todo lo que veo, lo saco, no lo guardo para mí. Tal vez es una manera de manejar estas cosas. Otra gente, que vive de manera cotidiana esto, tal vez no pueda sacarlo. Le matan un familiar, le secuestran a un amigo”.
También registró la búsqueda y el hallazgo de cuerpos, la falta de interés de autoridades para acompañar y proteger a los rasteadores durante sus jornadas de búsqueda, el tenso antagonismo entre la FUSDEG y la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG).
Una de las escenas más crudas del documental, es la exhibición de los restos de dos hombres rescatados de unas fosas, en una plaza pública. La gente se congrega, a la espera de que, de dos bolsas de plástico, se extraigan los huesos y pedazos de carne y cabello que posteriormente se colocan en el suelo. Quienes están cerca, se cubren las narices. El resto, saca sus celulares.
“Tomé la decisión de mostrar huesos y cuerpos de manera cruda, porque es el cotidiano de la gente, lo que ven todo el tiempo adultos y niños. El horror es el hallazgo. Tal vez mostrarlo permita hacer sentir a la gente que vive en otra realidad, que está en la comodidad; hacerles sentir lo que sienten los guerrerenses a diario. Por eso decidí mostrarlas. Las editamos. Tuvimos cuidado, las vimos y cambiamos un montón de veces para no llegar a lo morboso.
“Sin embargo, la acción es de alguna manera morbosa, porque se enseñan cuerpos descompuestos en una plaza pública. Esa escena retrata el acercamiento de la gente con el horror y, a la vez, la normalidad con la que la gente toma fotos de eso con su celular, como si fuera una curiosidad o un chisme”.
Guerrero se exhibirá en distintos estados del país bajo el sello Ambulante. Bonleaux confía en que, con el cambio de gobierno, quizá las cosas también se transformen en el estado de Guerrero:
“Si se reconsidera la lucha contra los criminales, podría ser que las cosas se pacifiquen o, por lo menos, que no haya tanta represión, porque la lucha contra el narcotráfico va, además, en contra de los grupos civiles. Quizá con el arribo del nuevo gobierno, la policía y el Ejército no sean tan represivos y se fomente la organización de la gente”.