16 diciembre,2023 5:20 am

Las toneladas de cocaína que el gobierno de AMLO dejó entrar a México

DE NORTE A SUR

Silber Meza

 

Una operación de entrega “controlada” de droga y dinero regularmente funciona de esta manera: una estructura de inteligencia infiltra a una organización criminal, después solicita que se apruebe un agente encubierto y la interceptación de comunicaciones; se consigue el dinero que se va a utilizar, billetes que provienen del propio crimen organizado; se compra la mercancía para que sea trasladada a otro país, usualmente a Estados Unidos; un elemento de la policía nacional previamente entrenado por agencias de inteligencia, como la DEA, realiza las transacciones, sea para comprar la droga y trasladarla o para convertirse en el vehículo de traslado y cobrar por ello; se lleva la droga y el dinero en aviones oficiales o comerciales previamente acordados con las autoridades de los países; se entrega y/o vende la droga en el país de destino final y se deposita el dinero en las cuentas bancarias de los grupos criminales. El círculo completo.

Con toda esta operación, lo que buscan los gobiernos, especialmente el de Estados Unidos, es hacerse de pruebas que les sirvan para armar casos ante la justicia de sus países y asegurar la extradición de criminales.

El problema está en que, muchas veces, las operaciones no resultan como pensaban: se les pierde la droga, depositan dinero que no se confisca, los criminales desaparecen y los casos no logran armarse. Pero también hay que decir que en otras ocasiones sí resultan exitosas.

Les llaman “controladas” porque se cree que no les perderán el rastro a las mercancías y, al final, podrán desarmar las estructuras del crimen organizado.

Estados Unidos ha funcionado así desde 1950, al menos, y aunque no son nada transparentes con eso, para nadie es un secreto que realizan estas operaciones. El caso de México es diferente, y más en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

El presidente mexicano siempre se ha jactado de defender la “soberanía” nacional, la no intervención, y lograr el respeto de parte del gigante estadunidense. Y uno de los altercados que ha tenido ha sido, justamente, en contra de la agencia antidrogas estadunidense, la DEA. En particular, después de que ésta detuvo en su territorio a Salvador Cienfuegos Zepeda, exsecretario de la Defensa Nacional, acusado de crímenes relacionados con el narcotráfico.

De acuerdo con publicaciones periodísticas y con un exagente de la DEA que pude entrevistar, desde que llegó López Obrador al poder la cooperación con las agencias de inteligencia, y en particular con la antidrogas, se vino abajo. Al presidente no le gustó la operación de los grupos SIU, que son unidades sensibles de inteligencia que trabajan con agentes mexicanos en coordinación con la DEA. Es decir, la agencia formó decenas, tal vez cientos, de agentes mexicanos en los que creyó podía confiar.

Sin embargo, el proceso de descarte de elementos a través de exámenes de confianza no le ha funcionado del todo a Estados Unidos y ha habido casos de corrupción escandalosos, como el de Iván Reyes Arzate, integrante de una SIU y excolaborador de Genaro García Luna en la Policía Federal, acusado de asociarse con el narcotráfico.

Según documentos de tres entregas controladas de la DEA y el ICE hallados en la filtración de los correos electrónicos de la Fiscalía General de la Nación de Colombia, durante los primeros cuatro años del gobierno de López Obrador se permitió el “tránsito y/o destino” de 5.4 toneladas de cocaína y 5 millones de dólares de procedencia ilícita.

Publiqué esta información en El Universal como parte del proyecto #NarcoFiles, el nuevo orden criminal. Un enorme trabajo periodístico trasnacional sobre el crimen organizado global, sus innovaciones, sus tentáculos y quiénes los combaten. El proyecto se inició con una filtración de correos electrónicos de la Fiscalía de Colombia a la que tuvimos acceso nosotros, otros periodistas de México y más de 40 medios de comunicación en todo el mundo.

Ahora, después de esta revelación, ya sabemos que aunque el presidente se pelee con la DEA y las agencias extranjeras, incluso aunque les ponga más reglas y mantenga un discurso público de ruptura, las entregas controladas de droga y dinero al estilo Rápido y Furioso han continuado, y todo apunta a que van a seguir sucediendo.