28 junio,2019 5:16 am

Legna Rodríguez Iglesias: el feminismo de ahora

Adán Ramírez Serret
 
Alguna vez, cuando trabajaba en una biblioteca, tuve una idea un tanto borgeana, y lo hice antes de leer a Borges. Pensé que todos los libros hablaban de sí mismos y que, de manera hipotética, aunque nunca se hablara con nadie de literatura, aun así viviríamos acaloradas disputas literarias. Discutiríamos, por supuesto, con los libros. Ya que todos están dibujando un mundo en donde acogen a unos y expulsan a otros. Y aún lo creo, los libros contienen ideas que son extensiones o refutaciones de pensamientos anteriores. Cada uno es crítica o apología de un pensamiento.
La razón por la que dije que tuve una idea borgeana incluso antes de leer a Borges, no fue porque se me hubiera ocurrido antes, sino que la pensé por haber leído a los herederos de su literatura. Todos los libros están sostenidos por obras anteriores. El conocimiento se va pasando de unas manos a otras hasta que parece que vino de quien sabe dónde y que es universal. Que la literatura es autoreferente, por ejemplo, a veces puede parecer obvio.
Pienso en esto por un libro que cayó a mis manos hace un par de años Mi novia favorita fue un bulldog francés de Legna Rodríguez Iglesias (Caramagüey, Cuba, 1984). Se trata de un libro del cual al principio me atrajo el título pero en cuanto comencé a leerlo me distraje, pues no se habla de un perro ni es una novela “normal” (a saber cuáles lo sean); y pospuse a tal grado la lectura, que lo olvidé. Y es porque hay libros que sólo pueden leerse en el futuro cuando el mundo cambia y crea una nueva versión de nosotros mismos.
Hizo falta que hubiera un movimiento feminista que cimbrara el medio cultural mexicano y, sobre todo, que leyera a algunas escritoras que me han demostrado que aquello que consideraba el futuro, está sucediendo en el presente (la revolución que hay en la idea de maternidad y femineidad, por ejemplo). En específico, quien cambió la visión que tenía de literatura feminista (y valga el pleonasmo), escrita por mujeres, fue Cristina Morales; sobre quien ya he escrito antes en este espacio.
Sucede que hay un humor, una ironía que es incomprensible si no la ejecuta alguien contundente. El humor negro macho en general me aburre pero si una mujer se monta en él, lo renueva y los transforma en algo completamente diferente. Así, el libro de Legna Rodríguez, que se trata de un conjunto de relatos que como ya dije no tienen nada que ver con un bulldog francés, sino más bien con una mujer joven cubana que ve el mundo desde otra perspectiva porque ella misma es otra visión del mundo.
Cuenta la historia de una mujer, reflejo sarcástico de sí misma, que tiene tantos años como tatuajes (uno en el ano, claro); que tiene relaciones sexuales y se enamora tanto de hombres como de mujeres, y su vida es un conflicto para la sociedad pero no para ella misma. No es la rebelde de los 60 o alguien instalado en el libertinaje. Es una mujer que renueva la idea de ser mujer porque la establecida hace mucho que está muerta pero nadie lo quiere ver.
En este libro, algunos de los relatos los escribe un muerto, otros son poemas narrativos con aventuras amorosas; otros, reflexiones, profundas, sobre la vida y el arte, y algunos más declaraciones o “cartas”. Hay una en específico que me dejó helado por deslumbrante, se trata del capítulo tres en donde le escribe a su mamá, “Tú querías que te dijera lo que yo siento por ti, mamita. Lo que yo siento por ti es lo que yo siento por cualquiera. Es lástima, nostalgia y aburrimiento”.
Así tuvieron que pasar dos años para que pudiera entender este libro. Es la ventaja de los libros sobre las personas. Nos esperan con paciencia, haciendo un poco de polvo, en lo que nos damos cuenta de que el mundo ya cambió y que aquello que resultaba grosero o banal, describe el mundo que está allá afuera.
(Legna Rodríguez Iglesias, Mi novia preferida fue un bulldog francés, Madrid, Alfaguara, 2017. 168 páginas).