6 mayo,2018 6:22 am

Los neoliberales odian a las empresas

RAZONES VERDES
Eugenio Fernández Vázquez
  
En estos días, una empresa –pequeña en tamaño, grande en alcances– fundamental para la democracia cumplió su primer cuarto de siglo. El Sur de Guerrero lleva ya 25 años informando contra viento y marea, sobreviviendo a los embistes del poder, político y económico. Es un honor colaborar en estas páginas, y es una buena noticia para todos en México que en este estado y en el país se siga oyendo la voz independiente y honesta de un periódico como El Sur. ¡Enhorabuena! Vamos por los siguientes 25 años de informar con profesionalismo y con valentía.
A propósito de empresas. Quien revise las políticas económicas de los últimos 30 años verá que, digan lo que digan, a los economistas y empresarios que han ocupado el poder en ese tiempo no les gustan las empresas: les gusta solamente un tipo de empresa. Así como a los opositores al matrimonio gay no les gusta la familia, sino un tipo muy específico de familia –con madre sumisa, padre proveedor e hijos prometedores y bien portados–, a los neoliberales no les gustan las empresas, sino las grandes corporaciones depredadoras, irresponsables y muy intensivas en capital. Para ellas tienen créditos fiscales, una infraestructura hecha a la medida y las puertas abiertas. Para los pequeños empresarios y los empresarios sociales, en cambio, tienen trámites fiscales incumplibles, caminos en ruinas y las puertas cerradas, sin importar cuán innovadores, solventes o responsables sean.
El amor por las corporaciones depredadoras de quienes han ocupado la Secretaría de Hacienda en las últimas décadas es claro en su defensa de los créditos fiscales y condonaciones otorgadas, por ejemplo, a Casas Geo. La desarrolladora de vivienda construyó cientos de unidades habitacionales que son un desastre urbanístico y ambiental, hechas en muchas ocasiones saltándose ordenamientos ecológicos y territoriales, gracias a relaciones por lo menos perniciosas con las autoridades locales. Sin embargo, la Secretaría de Hacienda le perdonó cerca de 3 mil millones de pesos en impuestos.
El ex titular de esa dependencia y hoy candidato del PRI a la presidencia, José Antonio Meade, explicó en septiembre de 2016 ante la Cámara de Diputados que estas condonaciones se hacen, entre otras razones, “para preservar empleos”, aunque en realidad las empresas que se benefician de esas condonaciones generan pocos empleos por peso invertido. Los caminos de Hacienda son misteriosos.
En contraste con ello, a las comunidades forestales y los productores agrícolas organizados en Hacienda ni los conocen. A tal grado están fuera del radar de Meade y sus antecesores y compañeros, que por muchos años se les impuso la obligación de generar facturas electrónicas, cuando muchas de estas unidades económicas a duras penas tienen acceso a un teléfono, ya no se diga a internet. A diferencia de corporaciones como Casas Geo, sin embargo, las comunidades forestales y los productores agrícolas organizados sí generan muchos empleos por peso invertido, conservan y restauran el medio ambiente y, en forma especialmente notable, no quieren que Hacienda les regale nada.
Muy elocuente fue una de las frases recurrentes del Foro Nacional Cafetalero que reunió a varias de las organizaciones de productores de café más importantes del país en Cuetzalan, Puebla, hace unos días: “No somos mendigos”, dijeron varios líderes. “No queremos ni regalos ni subsidios sino mecanismos financieros justos y adecuados”, explicaron.
Empresas y empresarios hay muchos, y en todos los niveles. Sin embargo, el piso no es parejo para todos. Los más pequeños enfrentan condiciones muy adversas. Una estructura fiscal muy deficiente y un sistema de reporte y pago de impuestos complicado y oneroso no facilitan su vida. El deterioro de la infraestructura de caminos en las zonas rurales y forestales del país, junto con la falta de inversiones en telecomunicaciones que les permitan integrarse con plena fuerza en mercados que requieren constante comunicación empeoran las cosas aún más. Aparte, la informalidad genera un círculo vicioso del que es difícil salir sin una intervención pública fuerte y bien diseñada.
Si a Meade y sus aliados en verdad les gustan las empresas –y no solamente las empresas que integran, por ejemplo, el Consejo Mexicano de Negocios–, harían bien en dejar de financiar a los depredadores y mejorar las condiciones con las que batallan los pequeños empresarios rurales. Es la única forma en que el crecimiento económico sí nos beneficiará a todos.