10 julio,2020 4:49 am

Mariana Enríquez: una escritora gótica en el siglo XXI

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Adán Ramírez Serret

 

Los fantasmas y los otros mundos siempre han sido parte de la humanidad. Caminar en medio de una densa oscuridad sin sentir que algo nos tocará un hombro o que alguien pueda estarnos mirando, es casi imposible. Tan humano como sentir hambre o tristeza.

Pensar que hay algo más allá de nuestro mundo y después de la vida, ha sido irresistible desde los tiempos más remotos y ha fundado nuestra cultura. Lo que se vive y lo que se sueña han vivido en constante mímesis desde que la historia existe.

Sin embargo, antes de la ciencia y el positivismo, no había una división clara entre ciencia y religión. A finales del siglo XVIII, con el nacimiento de la razón y la ciencia moderna, lo real y lo imaginario tomaron caminos paralelos; así, con el inicio del Romanticismo vino un género, el gótico, que pensaba más en la muerte que en la vida o en la posibilidad de vivir lo más profundo la segunda sólo a través de la primera. La existencia sólo era posible si se tenía un pie en la tumba y se dialogaba con algo intangible como la muerte o el amor a través de la poesía.

Autores como Lord Byron, Edgar Allan Poe o Wilkie Collins habitaron este universo y crearon obras escalofriantes, apasionantes, en donde se vivía al filo de la vida y la muerte. Obras llenas de espíritus, asesinatos y demonios.

Siempre fue un género marginal, pero para el siglo XX, los herederos de estos grandes autores, quienes escribían sobre el terror y mundo sobrenaturales, fueron considerados, en su gran mayoría, literatura mediocre, de entretenimiento.

En donde tuvieron más éxito fue en el cine. Stephen King es un ejemplo paradigmático de esto. Y en el rock, con The Cure o Love & Rockets, sólo por citar un par.

Pero como siempre, las modas cambian y desde hace algunos años el terror ha dejado de ser clasificado como un subgénero y ya hay muchos autores –muchos maravillosos–, que escriben tocando este género. Ahora todo es diferente.

Quizá una de las mejores o hasta ahora la más destacada, es Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973). Una amante de la oscuridad, de los panteones y de los espíritus que los habitan. Es cuentista, escritora de viajes, periodista y una novelista fuera de serie.

Su más reciente novela, Nuestra parte de noche, Premio Herralde de Novela 2019, ha sido un fenómeno que ha cautivado a la parte más importantes y difícil del mundillo literario, los lectores. Se trata de una novela que se recomienda de boca en boca y que llena de pesadillas a quienes se aventuran en sus páginas.

Es la historia de un padre y un hijo. La novela comienza como una especie de Road movie en donde estos erran en el norte de Argentina, en Corrientes, en la colindancia de Brasil y Paraguay.

Juan y su hijo, Gaspar, van a la casa de los abuelos luego que se muriera brutalmente atropellada la esposa de Juan y la mamá de Gaspar. Así que un viudo y un huérfano recorren en coche la extensa geografía argentina.

En unas cuantas páginas, sabemos que el hombre está en los primeros treintas y los últimos días de su vida porque está brutalmente enfermo del corazón y siente que cada respiro puede ser el último. Ambos, padre e hijo, comparten un poder, tienen la capacidad de vislumbrar los otros mundos que rodean la realidad para los que la mayoría estamos cegados. La novela es un viaje por las sectas, la dictadura argentina y los oligarcas de este país.

Nuestra parte de noche es una novela escrita sobre La Oscuridad, parece hecha por una especie de médium que habita cada página, involucra a quienes la leen, los toma suavemente del brazo y los lleva hacia su fascinante mundo, en donde conviven la vida y la muerte.

Mariana Enríquez, Nuestra parte de noche, Ciudad de México, Anagrama, 2019. 667 páginas.