17 agosto,2020 5:28 am

Medio siglo del TCUNAM

La República de las Letras

Humberto Musacchio

 

El Taller Coreográfico de la UNAM está próximo a cumplir medio siglo de vida. Fue resultado del talento, la santa terquedad y la fuerza de ánimo que siempre caracterizó a Gloria Contreras, la mujer que trabajó junto a George Balanchine, la bailarina de formación clásica y contemporánea, la prolífica coreógrafa, maestra magnífica y enérgica directora que obligaba a cada bailarín a dar lo mejor de sí. Cuando regresó a México, a fines de los sesenta, Gloria se empeñó en mostrar al ámbito dancístico lo que había aprendido en Estados Unidos y Canadá. Por fortuna contó con la simpatía de Héctor Azar y el apoyo activo del gran Eduardo Mata, de modo que la entonces Dirección de Difusión Cultural de la UNAM aceptó patrocinar y hacer suyo el Taller, que se presentó inicialmente en el teatro Jiménez Rueda y luego una o dos temporadas en el auditorio del Centro Universitario Cultural, “La Parroquia”, como le llamábamos los estudiantes. Gloria y sus bailarines recorrían las escuelas invitándonos a las funciones y, al final de éstas, la Contreras se sentaba en el proscenio y nos explicaba muy diversos aspectos del ballet e incluso sus bailarines nos mostraban “de bulto” lo que era una attitude, un demi-plié y otras cosas que nos eran ajenas. Esa tarea continuó durante varios años en el teatro anexo a la Escuela Nacional de Arquitectura donde se formó un numeroso público para culminar en la Sala Miguel Covarrubias, en cuyo diseño y equipamiento fue decisiva su intervención. La burocracia ha tratado más de una vez echar tierra sobre la formidable obra de Gloria, pero ahí está el TCUNAM, para orgullo de todo universitario.

Distinguen a J. de Jesús Sampedro

El Ayuntamiento de Zacatecas otorgó a José de Jesús Sampedro el Mérito Poético Roberto Cabral del Hoyo. Sam, como llaman sus amigos a quien ahora recibe la citada distinción, fue ganador del prestigioso Premio Nacional de Poesía Aguascalientes en 1975 y del Premio Iberoamericano Ramón López Velarde en 2018, entre otras muy merecidas distinciones. Sampedro, incansable promotor y organizador cultural, ha cumplido otra labor de primera importancia que es la edición de la revista literaria Dos Filos, que contra mil obstáculos ha logrado publicar por varias décadas. Bien por el gran poeta zacatecano y por hacernos recordar al querido Roberto Cabral del Hoyo, poeta prolífico y hombre generoso.

INBA: soldados desconocidos

No sobra recordar que las letras mexicanas han tenido nombres que se proyectaron internacionalmente: Alfonso Reyes, Octavio Paz, Juan Rulfo, Carlos Fuentes o Fernando del Paso. Nuestra literatura es, pues, un ámbito respetable, aunque lo ignoren las autoridades. Síntoma inequívoco del desgarriate que priva en las instituciones de cultura, es la designación de personas desconocidas como jurados de los concursos literarios. Las razones son obvias: a la ignorancia del actual funcionariado se suma el mísero pago a quienes deben leer decenas y hasta centenares de libros de poesía, cuento, ensayo o novela enviados a concurso. Por supuesto, quienes tienen cierto nombre prefieren buscar un ingreso por otras vías, pues resulta ofensivo dedicar semanas y tal vez meses a un trabajo –porque es trabajo– que acaba por redituarles corcholatas. De modo que, menos obras faraónicas y mejor pago a los jurados.

Bibliotecas y libros virtuales

En estos tiempos de pandemia hay que emplear el internet para promover y emplear los talentos de cada quien. El biblioteconomista Raúl Reséndiz ha ordenado bibliotecas de varios personajes de la cultura mexicana, como don Eulalio Ferrer, Barbarita Jacobs, Federico Reyes Heroles, José Carreño Carlón o Juan Ramón de la Fuente. Ahora también ofrece ediciones digitales y ya cuenta con 390 obras en inglés. Los interesados pueden contactarlo en [email protected].

Nalgadas a la Real Academia

En la XXIII edición del Diccionario de la lengua española la primera acepción de nalgada es un “golpe dado con las nalgas”, algo poco frecuente, aunque de ocurrir, en México lo llamamos nalgazo. La segunda acepción académica, por mucho la más común, es “golpe recibido en las nalgas”, aunque se trata de una palmada y no precisamente de un golpe, que comúnmente se entiende como el que se propina con el puño cerrado. Nalgón es un americanismo que para la Madre Academia significa “que tiene gruesas las nalgas”, una manera extraña de definir la abundancia de las posaderas o sentaderas, nombres que reciben esas partes de la anatomía en Mexicalpán de las Garnachas. El lexicón académico, en la segunda acepción de nalguear, dice que es “tocar las nalgas o dar palmadas en ellas sensualmente o por chanza”, definición que tendrán que llevar al confesionario los púdicos académicos. La tercera acepción es por completo ajena a nosotros: “mover exageradamente las nalgas al andar”. De modo, pues, que los integrantes de la institución madrileña merecen unas buenas nalgadas. Los de la Academia Mexicana no, porque ellos ni siquiera tienen un diccionario propio, como no sea el fraudulento mamotreto dizque de mejicanismos (rediezzz) de la madrileña Concepción Company.