24 febrero,2023 5:25 am

Mi encuentro con el GIEI

La política es así

Ángel Aguirre Rivero

 

Esta semana por primera vez tuve la oportunidad de intercambiar algunas ideas e información sobre el penoso y lamentable caso Ayotzinapa con la doctora Ángela Buitrago Ruiz y el doctor Carlos Martín Beristain, ambos integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), que han coadyuvado estos años en la revisión de las investigaciones y con ello, llegar a la verdad sobre la desaparición de los estudiantes normalistas.

En dicha reunión nos acompañó el maestro Félix Santana Ángeles, director general de Estrategias y Atención a los Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, y el maestro Iñaky Blanco Cabrera, quien fungiera como procurador de Justicia del estado, durante la última etapa de mi administración.

Fueron muchos los temas que se abordaron en el encuentro, se resolvieron dudas de ambas partes a la vez que informamos sobre nuestras actuaciones durante y después de tan desafortunados hechos, donde dejamos de manifiesto ante todo, nuestra disposición de seguir colaborando en todo aquello que contribuya al esclarecimiento total sobre este amargo incidente que enlutó a todo el país.

En esta ocasión exigí al representante de la Segob, se nos entreguen copias de las minutas de las diversas reuniones que se celebraron en el Grupo de Coordinación Guerrero, cuyo secretario técnico se encargaba de elaborarlas, quien a su vez fungía como delegado del Cisen.

Muchas luces daría disponer de estos documentos, y no me explico la razón del por qué, hasta hoy se nos han negado, salvo poner trabas a que se esclarezcan los detalles de nuestro trabajo en el municipio de Iguala, mucho antes de que ocurriera la desaparición de los estudiantes, y por supuesto, durante y después de la agresión que sufrieron.

Cuestioné nuevamente por qué no se ha investigado al señor Miguel Ángel Osorio Chong, quien fungía como secretario de Gobernación y al señor Eugenio Imaz, quien ostentaba el cargo de director del Cisen, ante la pregunta, se hizo en esta reunión un silencio sepulcral.

Y nuevas preguntas surgen de manera natural: ¿se busca llegar a la verdad?, ¿no sería de utilidad que declaren estos personajes?, ¿por qué citar a declarar a unos sí y a otros no?, ¿qué hay detrás de estas omisiones?

Por su parte, los miembros del GIEI me preguntaron si conocía al señor Víctor Aguirre, quien era el líder del grupo de la delincuencia organizada el Cida en Acapulco, a lo que les manifesté que desde luego que no, y les sugerí que investigaran hasta sus últimas consecuencias cualquier nexo que pudiera existir de este personaje.

Siempre he dicho a las nuevas generaciones, que quien se vincula con este tipo de grupos, queda atrapado, esclavizado para toda su vida con la delincuencia, que nunca lo hagan, que nunca caigan de las redes que jamás podrán salir. Yo no lo hice.

Les dije también que fue durante mi gobierno, cuando Vidulfo Rosales regresó a ejercer plenamente sus facultades como defensor de los derechos humanos después de haber sido intimidado, a quien le brindamos todas las garantías de seguridad y en tal condición hizo vida y desempeñó su activismo en Guerrero durante mi periodo como gobernador, aunque hoy sostenga lo contrario.

Les expuse la urgente necesidad de iniciar la reparación del daño a los padres de familia, sin que eso signifique claudicar su lucha, pero como un acto humanitario, las familias de las y los padres deben ser atendidos a la brevedad, sin menoscabo de que las investigaciones continúen.

Coincidimos en que, habiendo en la ciudad de Iguala dos batallones, un destacamento de la Policía Federal, una subdelegación de la PGR y otra del Cisen, nunca hicieron acto de presencia durante los infaustos acontecimientos, o no han informado de ello.

Me preguntaron también si yo di aviso de inmediato al Ejército y al gobierno federal sobre lo que estaba aconteciendo en Iguala, a lo que les manifesté que el mismo día 26 a las 10 de la noche, tomé contacto con el general Martín Cordero Luqueño, quien fungía como comandante de la Región Militar y ostentaba el mayor rango castrense, para pedirle su apoyo, lo mismo que con el entonces subsecretario de Gobernación federal, Luis Miranda, quien ofreció enviar a la Gendarmería, los cuales nunca llegaron.

Me expresaron su preocupación también porque supuestamente un grupo de policías ministeriales habían participado de manera directa en la persecución de los jóvenes de Ayotzinapa. Mi respuesta fue contundente: si se les demuestra alguna participación tendrán que ser castigados con todo el peso de la ley.

Considero finalmente, que fue una reunión productiva en un marco de respeto y lo único que espero es que se llegue a la verdad por muy dolorosa que ésta sea. Sé que al final de este episodio de mi vida, podré caminar por Guerrero como siempre lo he hecho, mirando de frente a mis paisanos, conversando con ellos y estrechando sus manos como siempre, con un gran amor por mi gente y mi querida tierra suriana.

 

Del anecdotario

 

Don Jesús Estrada García, mejor conocido como Chuche Maraca, fue presidente de la asociación ganadera en Ometepec durante más de 15 años. Pocas veces hacía uso de la voz, pero la gente lo quería y de manera especial los pequeños ganaderos, quienes siempre lo proclamaban para que siguiera al frente de la pequeña organización ganadera.

Sólo en alguna ocasión se salió de sus cabales cuando Lelo Cuache, en una asamblea alcanzó a gritar:

–¡Auditoría para Chuche, auditoría para Chuche!

El tío Chuche se puso de pie sólo para decir:

–Conmigo te matas Lelo, conmigo te matas.

Fueron las únicas palabras que pronunció durante su gestión como presidente de la ganadera.

Mi padre, que era muy afecto a las bromas, un día llegaron hasta sus abarrotes a preguntar si vendían maracas y les dijo que no, pero les indicó el camino para que lo llevaran hasta la casa del tío Chuche quien al abrir su puerta preguntó:

–¿Qué se te ofrece muchacho?

–Pues me dijeron que usted vende maracas.

Muy enojado, preguntó: –¿quién te dijo eso?

–El señor don Delfino Aguirre, él me mandó para acá.

–Pues mira chamaco, el señor Aguirre te hizo bien pendejo, yo soy ganadero, no maraquero.

Siempre que yo visitaba Ometepec, me mandaba a regalar quesos y crema que él producía, y yo a cambio le mandaba sus vitaminas “mágicas” que las esperaba como cosa de comer.

Un día se voló la barda, pues a mi hermano Carlos Mateo, quien transitaba por su casa, lo detuvo en su camioneta para decirle:

–Mateo, Mateo…

–¿Qué pasó tío Chuche? ¿Qué se te ofrece tío?… Todos lo queríamos entrañablemente.

–Dile a Layo que me reciba (siendo yo gobernador).

–Claro tío, yo le digo.

–Pero no se te pase, dile que me reciba, que me reciba.

–Él a todo mundo ayuda, a todo mundo le da. Dile que a mí me dé también… pa’mi chicles aunque sea, pero que me dé.

Cómo te extrañamos tío Chuche Maraca.

La vida es así…

Posdata:Por cierto, quien preside hoy la asociación ganadera en Ometepec, es un sobrino del tío Chuche, Pedro Torres Estrada o Pedro Chicharrón. Él es muy apreciado por su gremio y tiene a cuestas la organización de la exposición ganadera, agrícola y artesanal de esta Semana Santa que estoy cierto, será una de las mejores de toda su historia, por el rescate de diversos eventos populares gratuitos y el decidido apoyo que les ha ofrecido la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, quien se ha comprometido a cortar el listón inaugural de ésta, que es sin duda, la concentración ganadera más importante de nuestro estado. El Ayuntamiento se ha sumado a este esfuerzo, por lo que se espera una verdadera fiesta de artesanos, palenque, gastronomía, agricultura y eventos culturales.

Finalmente, sin que me gane el cariño, me parece justo y merecido que se haya decidido que las instalaciones de la expo ganadera lleven el nombre del profesor Delfino Aguirre Rivero, en reconocimiento a toda su lucha y trabajo que ha entregado en beneficio de esta noble actividad.