19 julio,2022 9:38 am

Muere José Luis Medina, el más avezado alumno acapulqueño de la pintora surrealista Sofía Bassi

El creador nacido en Morelia pero registrado en Acapulco pobló sus obras de ángeles y serafines. Convalecía en el Hospital de El Quemado por un accidente en su casa. Fallece a los 81 años

Acapulco, Guerrero, 19 de julio de 2022. La mañana de ayer falleció el pintor acapulqueño José Luis Medina luego de convalecer varios días en el Hospital General de Acapulco (en El Quemado) tras un accidente en su casa; tenía 81 años de edad.

De vocación surrealista, fue conocido principalmente por sus ángeles, figuras que predominaron su obra desde hace muchos años.

Nacido en Morelia, Michoacán, el 3 de septiembre de 1940 pero registrado en Acapulco, incursionó en las artes desde muy joven al incorporarse en los años 50 como cantante en una estación de radio porteña y posteriormente al sumarse a los trabajos de una compañía de teatro.

Más adelante, según relataba él mismo, descubriría su interés por las artes plásticas por lo que se inscribió en lo que era el Instituto Regional de Bellas Artes en Acapulco, ubicada entonces en el edificio Pintos en el centro del puerto, pero debido a problemas económicos lo dejó.

Fue años más tarde, a finales de los setenta, hasta que conoció a la pintora Sofía Bassi –quien estuvo presa cinco años en Acapulco por haber asesinado a su yerno, el conde Cesare D’Acquarone, de cinco balazos en una casa en Las Brisas a finales de los años 60– cuando se decantó por la pintura.

En ese sentido, y en entrevista con El Sur publicada el 27 de diciembre de 2013, recordó que “yo pertenecía a un grupo de teatro, y montamos varias obras en la cárcel y ella acudía a vernos. Un día me preguntó que qué tanto yo hacía y le dije que además de actuar escribía poesía y también pintaba… (Y) con el tiempo le llevé las primeras cosas que empecé a pintar y me ayudó con mi primera exposición, ella la patrocinó”.

Lo anterior ocurrió en enero de 1971 y desde entonces surgió la amistad entre ellos dos y que concluiría sólo con la muerte de Bassi en 1998.

“Uno de los consejos que aún recuerdo de ella es el de que debería considerar que alguien me diera clases de historia, de arte, pero no sobre cómo pintar; ella me dijo: déjese llevar, usted póngase a trabajar y déjese llevar, que eso es el surrealismo; la intuición es la que le va a mostrar lo que va a hacer…”, dijo a El Sur en la misma entrevista y en la que agregó “los pintores tenemos algo de divino”.

Así, el pintor, cuyo nombre completo es José Luis Gregorio Medina Manzanares, gustaba de decir que era un pintor autodidacta destacando que la escuela surrealista es sin duda una de las que se puede decir está siempre de moda; “surgieron los ismos y terminaron su ciclo, pero el surrealismo se mantiene gracias al aporte de gente como la propia Sofía Bassi, Leonora Carrington o Remedios Varo”.

Quijotes, cristos, corazones y paisajes oníricos formaron parte de su obra pero fueron los ángeles las figuras que predominaron.

Al respecto, dijo en su momento a El Sur que “yo hacía esos ángeles en tarjetas de Navidad que enviaba a familiares y amigos, pero eso cayó en desuso. Sin embargo, los ángeles tuvieron mucha demanda y los seguí haciendo por mucho tiempo más, hasta que su sentido fue solamente comercial”.

A lo largo de sus cincuenta años de carrera, que combinó con su trabajo como empleado del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Acapulco, su obra fue expuesta en diferentes estados de la república así como en países como Estados Unidos, Argentina, España, Holanda y Suecia.

Su última exposición en Acapulco la llevó a cabo el primero de julio de 2021 en la Galería Ixcateopan del Centro Cultural Acapulco.

Quedó pendiente la edición de un libro sobre su obra.

Al cierre de la edición los restos del pintor aún no habían sido entregados a su familia por parte del nosocomio debido a los trámites legales.

Texto: Óscar Ricardo Muñoz Cano