23 septiembre,2022 5:14 am

Nuestros militares… y los otros militares

Jorge G. Castañeda

 

Por ahora… como proclamó Hugo Chávez en 1992, al reconocer que no había podido tomar el poder vía un golpe de Estado, la 4T perdió la batalla de la militarización permanente. Todos los chantajes, amenazas, mordidas, ofertas indecorosas y acciones inconfesables por parte del gobierno y de los militares fracasaron. Los priistas, pero también los demás senadores de oposición, resistieron. Por ahora…

En este debate, una de las tesis esgrimidas con mayor énfasis y frecuencia por parte de los partidarios de la militarización consiste en una doble afirmación, discutible, por cierto. Primero, sostienen que la sociedad mexicana aprueba la militarización porque le tiene una gran confianza a las fuerzas armadas, que se manifiesta en múltiples encuestas donde los militares aparecen con un alto grado de aprobación. Enseguida, explican que dicha admiración proviene del origen popular del ejército mexicano, a diferencia de otros, y este, a su vez, nace del origen revolucionario del mismo. Conviene examinar ambos argumentos, a la luz de la situación en otros países.

Primero en América Latina. De acuerdo con la encuesta anual de Latinobarómetro, el promedio regional de la tasa de “Mucha confianza” o “Algo de confianza” en las fuerzas armadas es de 44 por ciento. El país con el nivel más elevado es El Salvador, con 65 por ciento, seguido por Uruguay, Argentina, Brasil, República Dominicana y… México, con 48 por ciento. Lo interesante aquí es que Marta Lagos utiliza la misma metodología en todos los países, todos los años. Sus cifras no corresponden a las de encuestadoras mexicanas, pero poseen el mérito de ser comparables. En toda América Latina, la institución que inspira la mayor confianza es la Iglesia, seguida por… las fuerzas armadas: más o menos la misma prelación que en México.

Por países, los números son los siguientes. En Chile, país de golpe de Estado de antología, la institución que mayor confianza inspira son las universidades, seguidas por las radios y luego por… Carabineros (la policía militarizada), y las fuerzas armadas.

En Brasil, otro país con golpe de Estado (en 1964), la institución con mayor puntaje en que la gente “confía muito” son las fuerzas armadas: 45 por ciento mucha confianza, 35 por ciento “confía um pouco”. Los medios, por ejemplo, solo generan 24 por ciento de mucha confianza; las redes sociales 10 por ciento, la presidencia, 29 por ciento. En Colombia, país sin gobiernos militares desde hace mucho tiempo, 31 por ciento de los encuestados le tiene mucha confianza al ejército, 35 por ciento a la Iglesia (es un país muy mocho), 8 por ciento al gobierno nacional y 10 por ciento a los empresarios.

De nuevo, Iglesia y militares, a la cabeza del ranking de confianza. Huelga decir que, en ninguno de estos países, al igual que en México, existe un verdadero servicio militar obligatorio, y donde por lo tanto habría un ejército igualitario, donde la tropa y la oficialidad reflejara a la sociedad. Los oficiales pueden o no ser de origen oligárquico, pero la confianza que inspiran las fuerzas armadas en estos países es idéntica a la de México. El origen popular o revolucionario de la oficialidad no surte efecto alguno.

Ahora veamos a los países ricos. En Estados Unidos, donde la conscripción terminó en 1971, y donde el ejército es voluntario –o sea, por definición popular– pero también donde ha habido cuatro guerras durante el último medio siglo que han despertado críticas y protestas, 80 por ciento de la gente confía en que las fuerzas armadas actúan conforme a los intereses del país. Siguen los líderes empresariales con 45 por ciento, los medios con 40 por ciento, los funcionarios electos con 25 por ciento.

En Francia, que se podría argumentar que posee un ejército revolucionario (1789) aunque el servicio militar obligatorio fuera eliminado por Jacques Chirac hace más de veinte años, 77 por ciento de los encuestados le tienen mucha confianza o algo de confianza a los militares (los mismos de la Guerra de Argelia). Ocupan el cuarto lugar, después del personal médico y los hospitales (la encuesta fue levantada en plena pandemia), y la ciencia.

En ocho países europeos, incluyendo a Francia, los militares obtienen la mayor confianza (un promedio de 76 por ciento), muy por arriba de los bancos y las instituciones financieras (53 por ciento), el parlamento (43 por ciento) y los medios (41 por ciento). El país donde inspiran mayor confianza es Francia, seguido por el Reino Unido, Italia y Suecia. Alemania, con una historia militar compleja, queda en séptimo lugar, con 70 por ciento.

No encontré datos para Israel y China, quizás los únicos países con ejércitos igualitarios. Pero con estas cifras basta, creo, para demostrar que la situación mexicana es más o menos la misma a la de todos los países. No importa que sean ricos o no tan ricos; con una historia negra de fechorías militares o sin ella; con orígenes de un tipo o de otro. México, para variar, no tiene nada de excepcional en esta materia, salvo en la mente pueril de quienes creen que “Como México no hay dos”.