25 noviembre,2023 4:27 am

Otis desapareció la playa en la Bonfil y el mar sigue pegando a los negocios, dicen locatarios  

 

“El huracán nos quitó 80 metros de playa. Se llevó las palapas, las sillas, los camastros y se llevó la arena. Va un mes que la marea no baja, nunca nos había pasado esto”, advierten

 

 

 

Acapulco, Guerrero, 25 de noviembre de 2023. En la colonia Bonfil, el huracán Otis desapareció la playa y un mes después de la tormenta, el mar sigue pegando y carcomiendo las estructuras de los restaurantes que esperan la llegada de los turistas, para poder activar la economía de esa zona que vive de la gastronomía.

La fuerza del ciclón, con vientos de más de 300 km/h, destruyó las palapas de al menos 30 negocios, donde prácticamente se comió su playa y este viernes la marea sigue golpeando las paredes de los pocos locales que quedaron de pie.

“El huracán nos quitó 80 metros de playa. Se llevó las palapas, las sillas, los camastros y se llevó la arena. Va un mes que la marea no baja, nunca nos había pasado esto. Luego llovió fuerte dos días seguidos y más subió el agua, ni los pescadores quieren meterse a pescar, está turbio el mar”, contó Isidro, de 56 años, y dueño de una tienda que fue víctima de los saqueos.

“Estuvo feo, nunca había pasado algo así antes. Yo sólo veía como salían volando las cosas, era un remolino que espantaba. Aquí todos los restaurantes quedaron sin palapas, el mar se los comió, hasta el día de ayer (miércoles) terminaron de levantar la basura. Aquí sí nos apoyaron desde el tercer día, pero ahora no podemos hacer que el mar baje”, comentó el tendero.

Según los pobladores, el martes y miércoles estuvo lloviendo en la zona, donde los relámpagos y la lluvia provocaron que la gente entrara en pánico.

“Nos ha ido mal, no hay clientela, nadie quiere venir. Yo, desde el huracán, levanto escombros y he ganado 2 mil pesos a la quincena. En las buenas temporadas, de puras propinas ganaba 2 mil pesos al día. Me fue mal aquí, en el trabajo y en mi casa, en la casa perdimos todo, todo salió volando, nos ha ido feo la verdad”, expresó Luis Ángel, de 24 años, y mesero del negocio Los Hermanos.

“Apenas nos entregaron los enseres, un colchón, estufa y refrigerador, pero con la lluvia de antier todo se nos volvió a mojar. Yo creo el gobierno nos hubiera apoyado primero con los techos y luego con las cosas. Fueron cinco horas de lluvia fuerte”, dijo riéndose el joven, que actualmente es estudiante de gastronomía universidad privada Leonardo Bravo.

En la playa Bonfil ya hay luz desde hace dos semanas. No hay señal de celular y la mayoría de los restaurantes ya están funcionando. Sólo los más afectados y los que se quedaron sin su palapa, están esperando el apoyo de las autoridades para echarlos andar de nuevo.

“Apenas se ve que el mar se está retirando, aquí el huracán le destruyó todo a mi patrón. Le estamos ayudando a levantar, porque si no, también nosotros nos quedamos sin trabajo, ahorita sí le hemos batallado. Esto fue devastador para todos”, comentó Anastasio Rizo Ramírez, cocinero del restaurante Playa Bruja.

“No ganamos igual, pero el patrón nos aliviana también con la comida. Yo ganaba 2 mil 400 a la semana, ahora me dan mil 200, pero todo esta caro. El transporte también para llegar acá subió, un taxi del Coloso a Puerto Marqués nos cobra 40 pesos, luego de Puerto Marqués a la Bonfil son otros 40. En un día me gastó 160 pesos, pero las despensas de la Marina y la comida de las fundaciones nos ayudan mucho la verdad”, explicó.

Anastasio Rizo perdió también todo, la noche del 25 de octubre tuvo que cubrir a su esposa y a sus dos hijas debajo de una mesa, que agarraba con fuerza con sus manos, para que el aire no se los llevara. Su techo voló y tuvo que poner unas sabanas, para cubrir del sol a su humilde vivienda, porque comprar láminas en estos momentos de crisis es un lujo.

María Guillermina Galeana es dueña del restaurante Playa Dorada. La noche que llegó Otis se refugio en su casa en playa Bonfil, donde como pudo se protegió con su marido, con el que compartió las tres horas de terror que les trajo la tormenta.

“Las puertas chillaban, parecía que gemían, se veía como si alguien levantaba la casa y después la sentaba, se sentía su presencia, era como si nos miraba y nos chiflaba. Se sentía que se reía de nosotros, fue algo espantoso”, reveló la restaurantera.

“Ya nos vamos levantando, ya nos vinieron a censar, pero lo que necesitamos es el crédito para levantar nuestros locales. Yo aquí le daba trabajo a más de ocho personas, en mi local viene mucha gente del extranjero, muchos surfistas. En diciembre es la temporada y si las cosas siguen igual, pues ellos no van a venir, necesitamos levantar los negocios también para que la gente tenga trabajo, todos los necesitamos”, exclamó Guillermina, que tiene más de 42 años atendiendo su restaurante.

“El 28 de octubre llegaban como 30 canadienses (a la Bonfil), pero después de las noticias ya no llegaron. Nosotros ya levantamos, ya estamos listo para recibir con pirotecnia el año nuevo. Esperemos que comiencen a regresar los turistas, porque es el sustento de todos y seguimos esperando la ayuda de las autoridades, para que podamos reconstruir nuestras palapas”, finalizó.

En playa Bonfil los restaurantes ya están listos después del huracán Otis, las calles están libres de basura y sólo esperan que la naturaleza y el mar les regrese su playa, para poder seguir dando su servicio a los turistas.

 

 

 

 

Texto: Lenin Ocampo Torres/ Foto: Jessica Torres Barrera