Ciudad de México, 28 de julio de 2024. Ante el aumento del estrés y la ansiedad en los menores de edad, escucharlos y validar sus emociones son herramientas que les ayudará a mejorar su salud mental, aseguró Grecia Emilia Ortiz Coronel.
“Actualmente hablamos de una prevalencia mayor de ansiedad infantil, por lo que nos vamos a encontrar con niños, niñas y adolescentes que presentan síntomas principalmente conectados con la vida académica, que se pueden incrementar en dos periodos: a inicio de curso, o al final de éste”, explicó la directora del Instituto de Psicología y Educación Especial de la Universidad de Guadalajara.
“La mejor forma de ayudarlos a lidiar con esto es validar las emociones y buscar formas de sobrellevar su preocupación sin hacerlos sentir que su preocupación no es real”.
La especialista señaló que las patologías psicológicas aumentaron después de la pandemia por Covid-19 porque durante el encierro se habló de las emociones, pero no se dieron herramientas para enfrentarlas y lidiar con ellas, de tal manera que expresarse fuera liberador y no una preocupación.
Para un niño, puntualizó, enfrentarse a lo desconocido es mucho más preocupante de lo que puede ser para un adulto, debido a que genera miedo que puede repercutir en los pensamientos.
“Como padres o profesores debemos de identificar las situaciones que detonan la ansiedad en los menores para así buscar estrategias mediante las cuales puedan gestionar sus emociones, siempre validando lo que sienten y mostrando que pueden confiar en nosotros.
“Si hay una pérdida familiar, una constante comparativa o una situación que lleve a un duelo por cambios, debemos recordarles las herramientas de socialización o explicar que no todos aprendemos de la misma manera y, por ejemplo, proponer actividades extracurriculares que ayuden a su desempeño educativo”, agregó.
Ortiz Coronel propuso realizar técnicas de relajación como la respiración controlada o yoga; crear una relación de confianza y apertura en la que los menores puedan acercarse y expresarse sin miedo o sentimientos de culpa para permitirse encontrar ayuda y, por ende, soluciones.
Destacó que una forma de reducir el estrés educativo es involucrar a los menores en actividades extracurriculares donde puedan desarrollar su creatividad, actitudes deportivas y culturales, así como fomentar actividades familiares.
También, destacó, es importante dejar que se aburran, pues esto fomenta la imaginación, refuerza la resiliencia y favorece la autoestima.
Si los menores presentan un elevado nivel de estrés, frustración o ansiedad, que pueden conducir a una crisis, es importante buscar ayuda de especialistas, como psicólogos infantiles, para que ayuden a sobrellevar mejor las situaciones.
Texto y foto: Agencia Reforma