24 febrero,2024 4:31 am

Policrisis. Cuando una crisis rara vez llega sola

Octavio Klimek Alcaraz

 

Generalmente, en aras de la simplificación, se está acostumbrado de manera habitual a la presentación de gráficos relacionados con el clima global, se muestran líneas que aumentan constantemente con el contenido de CO2 (dióxido de carbono) o de la temperatura en la atmósfera. Esto lleva a pensar que la civilización humana tendría que ser capaz de adaptarse de manera paulatina a un cambio gradual de estos contenidos.

Pero existen muchos artículos de la ciencia en donde investigadores advierten que estos cambios graduales no continuarán. Todo indica, que existe el riego de una “policrisis”, en la que varias funciones vitales del sistema terrestre pueden fallar al mismo tiempo. Por ejemplo, cuando las temperaturas aumentan repentinamente o cuando los ecosistemas que son importantes para las cosechas globales fallan rápidamente y luego de manera permanente. En tal policrisis, varios cambios ambientales provocados por el hombre interactuarán fatalmente, incluido el clima, la trágica pérdida de biodiversidad, hasta la escasez de agua y alimentos para el consumo humano. Es decir, problemas particulares en el sistema terráqueo no sólo se acumulan, sino que se reforzarán mutuamente, haciendo sinergias.

Una escalada climática y ecológica de este tipo podría hundir a las sociedades humanas en el caos, por ejemplo, cuando millones de personas sufren sed en verano debido a la falta de agua y las olas de calor hacen que las ciudades sean casi inhabitables. También podría provocar nuevos conflictos si los alimentos esenciales escasean o si los residentes costeros debido al incremento de la violencia de las tormentas tropicales se ven obligados a huir hacia el interior y otras regiones del mundo.

En un texto anterior escribía sobre los denominados puntos de inflexión o umbrales críticos en diversos subsistemas de la Tierra, en la biosfera, la criosfera y en la circulación del océano, más allá de los cuales se producen cambios fuertes y, a veces, imparables e irreversibles (El Sur, 17 de febrero de 2024).

En los informes se advierte sobre una inminente “cascada de puntos de inflexión”. El resultado final podría ser un planeta que sea irreconocible para los que vivimos hasta ahora. Se puede uno imaginar en el próximo siglo XXII, tal vez un mundo mucho más cálido, con grandes territorios inhabitables para los seres humanos. Como una película de ciencia ficción.

Por ejemplo, en 2018, un grupo de investigadores de diversas instituciones académicas, encabezados por el reconocido profesor Will Steffen, fallecido en 2023, y otros reconocidos investigadores del sistema terrestre, como el profesor Johan Rockström y la profesora Katherine Richardson, publicaron en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), un artículo clásico en el que exploraron el riesgo de que retroalimentaciones autorreforzadas puedan empujar al sistema terrestre hacia un umbral planetario que, si se cruza, podría impedir la estabilización del clima en aumentos intermedios de temperatura y causar un calentamiento continuo en una vía de “Tierra Invernadero” incluso cuando se reducen las emisiones humanas. Cruzar el umbral conduciría a una temperatura promedio global mucho más alta que cualquier interglaciar en los últimos 1.2 millones de años y a niveles del mar significativamente más altos que en cualquier otro momento del Holoceno, en donde la especia humana ha sido dominante. Ellos examinaron la evidencia de que tal umbral podría existir y dónde podría estar. Si se cruza el umbral, la trayectoria resultante probablemente causaría graves perturbaciones en los ecosistemas, la sociedad y las economías. Por ello proponían una acción humana colectiva para alejar al Sistema Tierra de un umbral potencial y estabilizarlo en un estado habitable similar al interglacial. Dicha acción implica la gestión de todo el sistema terrestre (biosfera, clima y sociedades) y podría incluir la descarbonización de la economía global, la mejora de los sumideros de carbono de la biosfera, cambios de comportamiento, innovaciones tecnológicas, nuevos acuerdos de gobernanza y valores sociales transformados (https://www.pnas.org/doi/10.1073/pnas.1810141115).

Este texto, puede padecer para mucha gente más que un modelo científico, una visión de distopía del futuro. Sin embargo, el riesgo existe por lo que debería de ocuparnos, y no pedir a un gran poder supremo que no suceda, para que se mantenga el clima del Holoceno.

Antes de ese artículo de 2015, el profesor Will Steffen fue particularmente conocido por participar en el artículo de Nature de 2009 Un espacio operativo seguro para la humanidad (https://www.nature.com/articles/461472a), que introdujo el marco conceptual clave de los “límites planetarios”. Junto con Johan Rockström, Katherine Richardson y otros colegas, identifican nueve procesos u áreas a escala planetaria que regulan la estabilidad del sistema terrestre, junto con umbrales que, si se cruzan, podrían conducir a puntos de inflexión ambiental a gran escala (ver artículos relacionados en El Sur de 29 de enero de 2022 y de 2 de junio de 2023).

En la actualidad se considera que, en seis de las nueve áreas examinadas, la humanidad ya ha abandonado el “rango operativo seguro” del planeta y ha superado los llamados “límites planetarios”, es decir, umbrales por encima de los cuales la civilización y la biosfera corren un gran peligro. Este fue el resultado de un estudio publicado en la revista Science Advances en septiembre de 2023 dirigido por Katherine Richardson de la Universidad de Copenhague en el que también participaron los antes citados Will Steffen y Johan Rockström (https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.adh2458).

El nuevo estudio marca la segunda actualización desde el citado artículo de 2009 y la primera vez que los científicos incluyen indicadores numéricos para cada límite, un avance muy significativo. Desde su presentación inicial, el modelo de límites planetarios ha recibido elogios por presentar los diversos factores entrelazados (más allá del solo cambio climático) que influyen en la habitabilidad de la Tierra.

Se han cruzado límites en los niveles de carbono en la atmosfera cuya consecuencia es el cambio climático; cambios en el uso de la tierra expresada como deforestación; la pérdida de biodiversidad y el aumento de la producción primaria en donde los humanos han cooptado alrededor del 30 por ciento de la producción primaria para sus propios fines, efectivamente a través de los alimentos que se cosechan y comen. Antes de la revolución industrial, era sólo el 2 por ciento; la generación de productos químicos sintéticos “eternos”, incluidos los plásticos expresados en la contaminación química; el agotamiento del agua dulce, y el exceso en el uso de nitrógeno y fosforo, especialmente como fertilizantes cultivos, que se vierten libremente en los ecosistemas, causando estragos. Ninguna de estas fronteras está aislada; por ejemplo, los cambios en el uso de la tierra pueden afectar la biodiversidad y el dióxido de carbono afecta la acidificación de los océanos, entre otras conexiones.

Las tres áreas en donde los humanos aún no han superado los límites planetarios definidos por los investigadores: acidificación de los océanos, carga de aerosoles atmosféricos y agotamiento de la capa de ozono. Sólo el último de ellos va en la dirección correcta, gracias al raro éxito del Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional. En virtud de este pacto, los países han reducido el uso de sustancias químicas que agotan la capa de ozono, permitiendo que se recupere la capa protectora de ozono en lo alto de la atmósfera

En conclusión, la actividad humana está convirtiendo a la Tierra en un mundo que tal vez ya no soporte adecuadamente las sociedades que se han construido. No existe fundamento para aseverar que los trastornos en el sistema terrestre sólo se producirán gradualmente y con tiempo suficiente para que los humanos se adapten. Tenemos que prepararnos para impedir una policrisis.

 

  1. D. Ser maestro es un privilegio, ya que se deposita en ellos la guía para desarrollar mejores generaciones que la nuestra. Por ello, los maestros deben ser ejemplo de conducta ante sus alumnos y la sociedad.