
Se recuperan libretas, muchas de ellas de hace casi 50 años, fueron escritas a mano por él, en las que están registrados sistemáticamente sus sueños; la mayoría de los textos están hechos en los 70
Ciudad de México, 16 de enero de 2025. En un sueño que José Agustín (1944-2024) tuvo en 1976, el escritor se vio junto a Margarita Bermúdez, su esposa por 60 años y madre de sus tres hijos, en una casa “noble, señorial, de piedra blanca, limpia, sombría”.
“Margarita y yo salimos al patio, que es muy blanco y está bañado por el sol. Los dos nos volvemos hacia el cielo: está totalmente despejado y el azul es muy bello, limpio, casi totalmente nítido, a excepción de una mínima veladura transparente pero que percibo muy bien”, describió el autor su ensoñación en un apunte a mano.
“Me vuelvo a Margarita y le comento: ‘Como principio no está mal, ¿verdad?’. Finalmente, Margarita y yo nos vamos caminando abrazados, en paz, por el patio”.
La profesora y articulista Gabriela Lira halló estas líneas en una de las varias libretas en las que José Agustín Ramírez Gómez –o simplemente José Agustín–, portento de la literatura mexicana fallecido hace un año, llevó el registro de lo que soñaba.
Invitada hace unos años a organizar el copioso archivo del autor de títulos como La tumba y Ciudades desiertas, Lira dice haberse dedicado a identificar material que pudiera ser de interés para los lectores. Eventualmente, dio con las anotaciones del reino onírico joseagustiniano, de las que ya prepara una selección que Penguin Random House lanzará en una edición póstuma.
“Encontré una serie de libretas, muchas de ellas ya tienen casi 50 años, y fueron escritas a mano por él. En una serie de ellas, registra sus sueños sistemáticamente durante varios años; la mayoría están escritos en la década de los 70″, cuenta en entrevista la académica, licenciada en Letras Hispánicas y maestra en Letras Modernas Alemanas.
“Lo interesante de este material es que no estaba pensado para que lo leyera nadie, era para sí mismo; eran como sus diarios, por así decirlo. Entonces, nosotros estaríamos mirando detrás de la cortina, algo que en sí es un atrevimiento”, reconoce la hispanista y germanista, equiparándolo con la publicación póstuma de la última novela de Gabriel García Márquez, En agosto nos vemos.
Sin embargo, le parece justificado el análisis y difusión de los apuntes de sueños de José Agustín, “que sin duda nutrieron su literatura, pero también se alimentaban de ella”, por su valor literario y también confesional.
“Siento yo que expresan ése carácter humano, o sea, demasiado humano del autor en sí. Y también como ese sustrato divino que tienen los escritores, los artistas, y por lo que tanto nos atraen.
“Creo que es un excelente complemento para todo lo que ya se ha publicado de José Agustín”, considera Lira. “Y sobre todo para conocer, más que nada, al hombre detrás de esa literatura”.
Además de Bermúdez, quien fue siempre un personaje protagónico en sus sueños, al narrador, dramaturgo, ensayista y guionista también se le presentaban mientras dormía otras figuras de su círculo familiar y social, y hasta del mundo literario, incluido su maestro Juan José Arreola u Octavio Paz.
Lira define como kafkiano el tono de algunas de las cosas que, con una letra casi de doctor -difícil de descifrar-, José Agustín fue registrando apenas despertaba, como le aconsejo que hiciera su amiga Elsa Cross cuando él estuvo preso en el Palacio Negro de Lecumberri.
“Es decir, (en sus sueños) se crean situaciones extrañas, sórdidas muchas de ellas, angustiosas, pero, al mismo tiempo tienen ese toque de irrealidad, de que estás justo en un ambiente onírico que puede ser siniestro, pero también maravilloso.
“Entonces, ahí entran muchas situaciones de la vida cotidiana que él narra, pero como si fueran pequeños relatos kafkianos. Así me lo pareció a mí”, detalla.
Sobre todo, encuentra en tales ensoñaciones el sustrato y la fuerza de mucha de la imaginación, los cuestionamientos y el torbellino emocional que atraviesan la obra del “joven terrible de las letras mexicanas”, como le han definido algunos.
“Y por eso me interesa a mí y a sus familiares darlo a conocer al público”, remarca Lira.
“La tarea, creo yo, de los futuros lectores de este libro de sueños será revestir de una mayor significación eso que él dejó ahí como esbozos de su subconsciente”.
Lira platicará sobre este proyecto, que probablemente vea la luz a mediados de año, durante su intervención en el homenaje que dedicarán a José Agustín en la Casa Universitaria del Libro (Orizaba 24, Colonia Roma) el próximo 29 de enero a las 19:00 horas.
Participarán también el escritor Enrique Serna y José Agustín Ramírez Bermúdez, “Tino”, el menor de los tres hijos del autor.
ASÍ LO DIJO
“Se trata de un autor que revolucionó la forma de escribir (…) Fue un parteaguas en la escena literaria, y puso una nueva estructura, un nuevo lenguaje”.
Guadalupe Alonso, periodista.
“Se sobreponía a los estragos de la enfermedad y de la vejez improvisando chistes (…) Un hombre de carne y hueso, sensible, resiliente, amable”.
Gabriela Lira, académica.
Texto: Israel Sánchez / Agencia Reforma