1 noviembre,2018 5:15 am

Presos políticos de las FARC narran horror que vivieron en cautiverio 

La libertad no fue el fin de su calvario. Estremecen estos días a Colombia en medio del proceso iniciado en el país con el objetivo de contribuir a la construcción de la memoria histórica.
Los testimonios de los políticos secuestrados por la guerrilla de las FARC ante el tribunal de paz, entre ellos el de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, estremecen estos días a Colombia en medio del proceso iniciado en el país con el objetivo de contribuir a la construcción de la memoria histórica.
La delegación de 30 políticos que sufrieron el flagelo del secuestro estuvo encabezada por la colombo-francesa Betancourt, una de las víctimas más icónicas, capturada en 2002 mientras hacía campaña por la Presidencia del país.
El secuestro político tenía una connotación distinta al secuestro extorsivo en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pues los rebeldes no pedían dinero a cambio de una liberación, sino que los mantenían internados en la selva para hacer presión al gobierno e intentar intercambios humanitarios.
“Para mí este no es el relato de una retención ilegal, es el relato de mi descenso al infierno”, dijo Betancourt, que condenó a las FARC por las condiciones inhumanas en las que la tenían.
“En esos seis años, cuatro meses y nueve días de cautiverio la comida siempre era arroz. Cuando teníamos suerte nos daban lenteja y pasta”, narró Betancourt dejando correr algunas lágrimas.
La ex candidata presidencial recordó cómo una vez intentó escaparse y recibió un duro castigo. “Cuando me atraparon, ellos me pegaron y me dispararon como si me fueran a ejecutar (…) Todas estas experiencias me hicieron cambiar profundamente con las personas, me quebró la confianza en el otro”, dijo.
También detalló que los castigos eran ejemplares, que los encadenaban a árboles por días enteros. “La maldad iba hasta el punto de que las cadenas las escogían. Había livianas para aquellos que querían premiar y había muy pesadas para las mujeres, y en especial para mí”, contó.
Betancourt fue secuestrada en febrero de 2002 en el sureño municipio de San Vicente del Caguán mientras hacía campaña. La zona era un territorio fuertemente controlado por la guerrilla y Betancourt se aventuró sin escoltas.
“Si la carretera era tan peligrosa ¿por qué me quitaron los escoltas?”, cuestionó Betancourt al Estado por una orden que recibió su esquema de seguridad en ese entonces, a la que se sumó la negativa a proporcionarle helicópteros para llegar a ese peligroso punto de la geografía.
Pero no fue ella la única que estremeció al país con su historia en cautiverio ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). También declaró Orlando Beltrán Cuéllar, secuestrado cuando se desempeñaba como congresista en 2001.
“Cada vez que había bajas (de guerrilleros en combate) los prisioneros eran los responsables. No nos mandaban comida, nos quitaban los radios, si teníamos una cadena en el cuello nos ponían otra en la cintura”, manifestó.
Encadenar a los presos en árboles era un práctica común en las FARC, según dijo el general retirado Luis Mendieta, que estuvo secuestrado poco más de 11 años. El “trato humanitario” de los guerrilleros era ceder un eslabón “para que al menos no molestara tanto al respirar o comer”.
Mendieta dijo que los guerrilleros jugaban con los medicamentos cuando los secuestrados padecían alguna enfermedad.
“A un compañero que tenía problemas de visión le echaron unas gotas en los ojos, estuvo varios días sin ver. A otro le dieron un jarabe y en realidad era un ácido que le quemó toda la boca. Yo tuve tos y me dieron un jarabe que me dio diarrea, era un laxante”, narró.
Para ellos la libertad no fue el fin de su calvario, pues ahora tienen enfermedades, traumas y además miembros de sus familias fallecieron en su ausencia.
“Algunos encuentran sus hogares destruidos y en muchas ocasiones una actitud hostil e inhumana de la sociedad, casi que causa más dolor eso que tanto sufrimiento en la selva”, manifestó la ex congresista Consuelo González, también secuestrada en 2001.
El ex gobernador del Valle del Cauca Alan Jara, que permaneció en cautiverio siete años y medio, relató cómo tuvo que “escuchar crecer” a su hijo por radio mientras estaba en la selva, pues éste tenía apenas siete años y lo volvió a ver cuando tenía 15.
“La radio era nuestro cordón umbilical con las familias y un día nos quitaron todos los radios y duramos casi un año sin saber absolutamente nada del mundo exterior. Qué sensación tan dura”, dijo Jara ahora, 17 años después de su liberación.
Quienes fueron presos políticos hablan ante la JEP en una serie de audiencias que acabarán la semana que viene para que su testimonio sea tenido en cuenta durante los juicios a los ex guerrilleros, así como para aportar a la construcción de la verdad histórica del país.

Texto: Giuseppe Palacino, DPA / Foto: EFE, archivo El Sur