4 noviembre,2023 4:54 am

Reconstrucción con la naturaleza

 

Octavio Klimek Alcaraz

 

A más de diez días de la irrupción del huracán Otis se sigue trabajando en la recuperación de las condiciones esenciales para la vida en Acapulco, la zona cero del desastre. Aunque el tamaño de la destrucción es enorme, el pasado jueves 2 de noviembre, la Coordinación Nacional de Protección Civil publicó en el Diario Oficial de la Federación la Declaratoria de Desastre Natural por la ocurrencia de lluvia severa, vientos fuertes, inundación fluvial y pluvial el 24 y 25 de octubre de 2023 en 47 de los 85 municipios del estado de Guerrero.
Los impactos son múltiples, se presentan pérdidas de vidas humanas, daños a la salud de las personas, a sus formas de vida; el daño a la infraestructura es enorme, se han perdido servicios básicos, así como cultivos agropecuarios.
Sin embargo, poco se dice del deterioro de ecosistemas naturales o seminaturales completos, en distintos sitios, como son, por ejemplo, los muy fragmentados manglares y selvas medianas de la costa de Guerrero. Difícil de estimar la pérdida de la vida silvestre refugiada en esas pocas islas de naturaleza que han dejado las huertas, potreros y asentamientos humanos, pero infiero que los impactos son terribles. Sin ser limitativo, hay que evaluar, de manera urgente, el estado ecológico de las lagunas costeras como Tres Palos, Coyuca, la Laguna Negra, los ríos como La Sabana, el Parque Nacional El Veladero, el Parque Estatal Bicentenario, el Jardín Botánico de Acapulco, el Parque Papagayo, la isla La Roqueta. Pero tierra adentro deben existir más selvas y bosques deteriorados por Otis, con su fauna y flora silvestre muy impactada. Muchos de estos sitios tienen arbolado derribado, así como grandes cantidades de vegetación arbustiva y herbácea ahora muerta. Se tienen que tomar decisiones y las acciones correspondientes en su manejo, y posibles actividades de restauración en estos sitios. Hay que prevenir, que en la próxima temporada de estiaje todo esto no sea susceptible de convertirse en incendios forestales, en torno a ciudades como Acapulco, por ejemplo. En los últimos años le ha ido mal a Guerrero respecto a los incendios forestales, pero esto puede ser peor, que hasta ahora. Esto sería la gota que derramaría el vaso después del huracán Otis. Lo anterior, implica recursos presupuestales para trabajar en este tipo de acciones preventivas y restaurativas. Se trata de contratar personal eventual, es además la oportunidad de generar empleo, para brigadas de restauración y contra incendios forestales, vehículos para movilizarlas, sistemas de comunicación, su avituallamiento. En el presupuesto 2024 de los tres ordenes de Gobierno, deben hacerse las prevenciones al respecto. Esto va en el ámbito de responsabilidad formal de los titulares de la Semarnat , y sus organismos Conafor y Conanp, deben gestionar mayores recursos presupuestales, sin demagogias discursivas en donde los esforzados trabajadores de esas dependencias: “hagan más con poco”. Necesitamos de su compromiso real con Guerrero. Lo mismo va para la Semaren del gobierno estatal. Entiéndase por los tomadores de decisiones, la recuperación y conservación de ecosistemas naturales o seminaturales como manglares o selvas en la zona costera de Guerrero, contribuye a reducir el riesgo de que un desastre como Otis se repita. Son de las mejores inversiones en política pública para la reconstrucción.
Todo esto lo señalo porque los recursos públicos hacia acciones con la naturaleza se observan por lo común como no urgentes ni prioritarios. No se está hablando de grandes presupuestos para este tipo de quehaceres en relación con los montos globales que se mencionan a invertir con Otis, pero, la coyuntura puede olvidar a ese tipo de gasto, dado que se destinan, como ahora se observa, a acciones de recuperación básica, con contratación de obra que movilizan grandes cantidades de recursos públicos, que no necesariamente tienen la mayor rentabilidad social, ambiental o técnica como las que antes señalo, simplemente prevalece la rentabilidad económica o política.
Otro tema que me ocupa es el destino de los residuos producto del desastre de Otís, pese a experiencias anteriores, como el huracán Manuel en 2013, me temo que pueden proponer depositar los residuos a sitios de disposición final inadecuados, que posteriormente pueden generar desde problemas de contaminación y deterioro ambiental. Debe quedar claro que esto no debe ser la ley de la selva, en donde los camiones con residuos acaben rellenando humedales, o tirándolos en los acantilados a la orilla del mar, para que después se inunde la gente de la cercanía o destruyan los bases de la vida marina, afectando las pesquerías. En los próximos años, la reconstrucción va a generar muchos residuos de escombros. Espero que las autoridades responsables analicen de manera coordinada a donde se van a disponer los residuos, estoy hablando de los gobiernos municipales, las autoridades federales y estatales ambientales. Por ejemplo, deben estimar volumen a disponer, si todo es de disposición final o susceptible de reciclaje. La emergencia no es sinónimo de impunidad ambiental con los residuos.
La reconstrucción, insisto, debe ser con la naturaleza, este par de ejemplos tratan de explicar esto. Una reconstrucción trata de recuperar al menos las condiciones de vida anteriores a un desastre como Otis, pero además debe lograr reducir la vulnerabilidad del territorio ante el enorme riesgo de que un fenómeno natural como este huracán se repita. Se tienen que identificar claramente las causas del desastre y en consecuencia resolver estas, que no vuelva a suceder. Desastres derivados de huracanes como Pauline, Manuel u Otis pueden mitigarse si se actúa con inteligencia, conocimiento y sentido común. La Ley de Cambio Climático del Estado de Guerrero, del 2015, que un servidor trabajó, plantea el desarrollo de un Instituto de Cambio Climático en Guerrero, que impulsara la hoja de ruta para no seguir dando palos de ciego en la materia. A la fecha, después de 8 años, con gran pesar no se tiene nada de Instituto, se sigue siendo reactivos ante el cambio climático, los enormes costos de no invertir en este tipo de instituciones saltan a la vista. El manejo de crisis no es para ir aprendiendo en el camino.
Finalizo señalando dos temas para que funcione y tenga éxito a reconstrucción. El primero es la absoluta transparencia en la gestión de fondos y la contratación de obras y adquisiciones. La gran cantidad de recursos que se están movilizando hace que sean propensos a la corrupción, por ejemplo, bajo el subterfugio de la urgencia se realizan contrataciones directas sin concurso para privilegiar a algunos, ahí es posible encontrar actos de corrupción. El otro tema vinculado al anterior es la participación ciudadana y la rendición de cuentas, se necesita que la ciudadanía participe en la adopción de prioridades, que existe un sitio de dominio público donde se informe sobre metas, avances y gastos. El gobierno en general debe tener un dialogo constante, organizado y representativo con la ciudadanía. Todos debemos comprender que, si la reconstrucción fracasa, el riesgo de tener un desastre mayor que el huracán Otis puede llegar a convertirse en poco tiempo en una terrible realidad. Ya estamos en cambio climático, y Guerrero demostró su falta de adaptación y terrible vulnerabilidad al mismo.