11 julio,2022 9:35 am

Recuerda la directora y actriz oaxaqueña Ángeles Cruz sus inicios en el cine

 

Ciudad de México, 11 de julio de 2022. San Miguel el Grande, pueblo de Tlaxiaco, Oaxaca, donde nació la cineasta y actriz Ángeles Cruz, no había sala cinematográfica, pero sí una película. Una sola. La misma que ella vio, sin abrumarse, durante 16 años: El joven Juárez (Emilio Gómez Muriel, 1954).

“La tenía mi papá y la proyectábamos en las comunidades, con una pared en blanco. Fue una película que vi durante muchos años: me sabía plano por plano, cómo proseguía, las líneas de los textos”, evoca Cruz, nominada por la Academia sueca como Mejor Actriz en 1994 por La hija del puma, y al Ariel por Rito terminal.

Nudo mixteco, su primer largometraje, se estrenó recientemente en salas comerciales del país tras un exitoso recorrido por festivales del mundo, como el San Francisco Films, donde ganó el premio de la Crítica del Jurado o el de Las Palmas, que le concedió el galardón del Público, el mismo que obtuvo en Morelia.

El abuso infantil, el amor lésbico y la migración se entreveran en esta obra a partir de tres historias que convergen en una fiesta patronal de San Mateo, sitio que remite a su propia comunidad.

Colocar su silla en algún lugar de Tlaxiaco donde presentaban por enésima vez el filme del mandatario oaxaqueño, y creer cada vez la historia relatada se convirtió no solo en ritual, sino en un asombro perdurable que definió su vocación.

“Durante la primera etapa de Benito Juárez mostraban una vida en el campo que entendía, unos caminos muy parecida a los de mi monte, de mi cerro, y como niña, sentirme identificada con esos paisajes creo que me hizo ver que cualquiera puede ser presidente o presidenta de este país.

“Y me divertía mucho el cine en sí; el fenómeno de ir con mi silla, sentarme a ver una película y entrar en ese mundo, creerme todo el cuento me pareció fascinante, me transportó a otro lado, a mí y a la gente que se sienta al lado. Eso cambió mi perspectiva de la vida”, cuenta en entrevista la directora del cortometraje La tiricia o cómo curar la tristeza, del que también fue guionista.

Con esta obra, que aborda el abuso infantil, obtuvo La Palmita EFM del Tour de Cine Francés 2012, así como el Ariel y la Diosa de Plata al mejor corto, ambos en 2013.

México, un país “tremendamente racista”

Aunque Cruz trabajó en televisión, y reconoce las tablas que adquirió en el medio, éste no cumplió sus expectativas, por racista.

“De hecho, nunca en mi carrera como actriz me han ofrecido un personaje que tenga una licenciatura; estamos estereotipados y los personajes con mis características físicas no pueden llegar lejos. Estas ideas llegan a nuestras comunidades e inconscientemente terminamos por creerlas.

“Así que romper con esa cadena ha sido para mí un gran aprendizaje, que he obtenido a partir de pasarme atrás de la cámara”, expuso en una entrevista para el Imcine.

Siempre, recuerda, le correspondían personajes que eran víctimas o delincuentes.

“Esto lo atribuyo a este país tremendamente racista y clasista en el que vivimos, en el que creen que por mis rasgos indígenas no puedo interpretar otro tipo de personajes. Entonces surgió la necesidad de contar mis propias historias, fue un impulso natural que me invitaba a incursionar en el cine”.

Nudo mixteco, como otras de las propuestas cinematográficas de Cruz, indaga el estrecho, pero poderoso margen de decisión que tienen los personajes femeninos, para asumir y decidir su destino en un mundo opresivo.

Ubica sus filmes en su comunidad y en el mundo que conoce y en que ha crecido, pero la desventajosa situación de la mujer no es privativa de la Mixteca, advierte, pues se replica internacionalmente, como ha constatado durante su estancia en otros países.

–¿Qué lucha desarrollan tus personajes en lo íntimo, en el ámbito más doméstico?

–El punto medular es poder decidir sobre nuestro primer territorio, que es nuestro cuerpo. Para mí eso es fundamental. ¿Qué pasa con nosotras en un país devastado por la violencia, por el machismo, por la misoginia, por la homofobia, por el racismo, por el clasismo? y así nos vamos por diversas capas que nos constituyen y a través de las cuales las mujeres tenemos poco espacio para decidir sobre nuestro cuerpo.

–Decidir sobre el cuerpo: ¿qué implicaciones tiene además de la sexual?

–Implica que tenemos derecho al gozo en todas sus manifestaciones, no nada más sexual, sino también emocional.

Hablo de liberarnos de lo que nos ha impuesto la sociedad y de poder decidir sobre nosotras mismas, sobre nuestros sueños, sobre nuestros anhelos, sobre nuestros gozos, sobre nuestro cuerpo, cosa que no estamos haciendo o que, si lo estamos haciendo, se nos juzga con demasiada severidad.

–Relatas tu mundo e incluso acudes a tu comunidad indígena para filmar. ¿Resistes asimilarte al mundo ‘occidental’?

–Me encontraba a la deriva una vez que salí de mi comunidad. A lo mejor soy una persona muy arraigada. Y volver a caminar y reconocer en mis propias veredas, digamos, me dio ‘completitud’ si se puede decir; de alguna u otra manera me siento más completa ahí.

Cuando tuve necesidad de contar una historia, el único lugar donde encontraba sosiego era en mi comunidad. Ahí tomé las decisiones de qué tipo de historias contar, desde dónde las quiero contar, cómo las quiera contar y con quién.

Para mí es fundamental la pregunta: ¿con quién quiero hacer equipo? Y no tengo que empezar de cero; tengo una comunidad que me cobija, que me cuestiona, que me tolera, que me soporta y que me alimenta también.

En ese sentido para mí era natural hablar desde ahí y volver a recorrer todo lo que alimenta mi sangre, mis pensamientos, mi respiración. Desde ahí poder expresarme y también reconocerme como una mujer indígena contemporánea que está debatiéndose entre pertenecer o no.

El mundo occidentalizado, el mundo citadino, también me abre otros caminos, pero pienso que estoy más completa si puedo narrar desde donde está mi ombligo.

En los proyectos cinematográficos que dirige, Cruz trabaja con miembros de su comunidad, a quienes selecciona en un casting, y conjuga el trabajo de estos con el de actores profesionales.

Texto: Agencia Reforma