14 septiembre,2023 5:31 am

Sandra Cuevas, la autoamante

 

Humberto Musacchio

Circula en redes sociales un video en el que la alcaldesa de Cuauhtémoc, desplegando ante un auditorio su –digamos– excesivo amor propio, dice a su auditorio: “Si yo no fuera Sandra Cuevas, yo amaría a Sandra Cuevas, yo quisiera ser una mujer como Sandra Cuevas, estoy enamorada de Sandra Cuevas, amo a Sandra Cuevas…”.
Por supuesto, cada persona debe tener aprecio por sí misma, pero ir más allá se acerca peligrosamente a Onán, el personaje del Génesis que dio origen a la palabra onanismo, que se refiere a la autosatisfacción sexual, aunque el tipo se caracterizó porque al hacer el amor con su mujer se retiraba antes del clímax y “derramaba la semilla en el suelo”, o para que se entienda, la regaba, como decimos en México cuando alguien comete errores notorios.
Viene todo esto a cuento porque doña Sandra suele regarla con excesiva frecuencia. Hace unos días, el diario El País informó que la dama viajó de la ciudad de México a Washington –con cargo a los sufridos contribuyentes, por supuesto– para participar en una reunión de grupos antiabortistas, ultrarreligiosos y otras pandillas fascistas. Y como dice el refrán: dime con quién andas y te diré quién eres.
Pero eso no parece preocupar a la señora Cuevas, pues tiene un altísimo concepto de sí misma. Y se quiere tanto, que su primera acción como alcaldesa de Cuauhtémoc fue vestir sus mejores galas y pararse en diversos puntos de la alcaldía a su cargo, no para hablar con los vecinos y enterarse de los problemas que debe resolver, sino para que su fotógrafo la captara en puntos estratégicos de la ex delegación capitalina. En ese desplante exhibicionista pudo haber varias razones: en primer lugar, que la conocieran los habitantes de la demarcación; luego, que admiraran a una mujer que lleva encima decenas o quizá cientos de miles de pesos, pues suele portar ropa y calzado de los más famosos diseñadores internacionales.
Otro episodio que pinta su talante con elocuencia, fue la vez que en su despacho abofeteó ante testigos a un par de mandos policiacos, porque supuestamente no cumplieron sus órdenes. Por otra parte, cada noche una patrulla recorre las calles con la sirena abierta, dizque para espantar a los delincuentes, aunque en realidad la brillante estrategia sirve para avisar a los malandrines de la presencia policiaca y alterar el descanso de los sufridos habitantes de Cuauhtémoc.
Otro éxito de su gestión es que las calles de la alcaldía constituyen la mayor colección de baches de que se tenga memoria, al extremo de que muchas personas ya piensan en cambiar su automóvil por un tanque de guerra o algún vehículo de orugas, pues en muchos puntos de plano los hoyancos no dejan circular.
Y ahora que cualquier hijo de vecino se cree con tamaños para ocupar altos cargos públicos, Sandra Cuevas quiere ser candidata a la jefatura de Gobierno de la ciudad de México. Con fines promocionales, se realiza una encuesta telefónica en la cual se pregunta: “¿Conoce usted a Sandra Cuevas? ¿Sabe que actualmente los alcaldes se pueden reelegir? ¿Usted conoce a otros candidatos que busquen competir por esta alcaldía?”. También se interroga a los incautos sobre la opinión que tienen de su alcaldesa y sus posibilidades de ganar una elección…
Nada tendría de malo lo anterior, pero el Instituto Electoral de la Ciudad de México tiene abierta una investigación contra ella porque promueve su imagen con recursos públicos, y el gasto no debe ser pequeño, pues de un tiempo a esta parte recorre su feudo en busca de dinero.
En esa cruzada por el billete, doña Sandra, acompañada de un nutrido séquito de guaruras, amenaza a comerciantes, restauranteros y puestos de periódicos con cerrar su negocio si no cumplen las reglas que ella inventa e impone cada día al margen de la ley, pues eso eleva el costo de las multas o, en plan amistoso, la embarrada de mano con mordidas que se determinan según el poder adquisitivo de cada sufrida víctima.
Hasta ahora, metida nuestra clase política en la feroz pelea por las candidaturas, no ha tenido tiempo de voltear hacia los trastupijes de la señora. Pero ya va siendo hora de que alguna autoridad le ponga el alto a tanta arbitrariedad. Los ciudadanos también merecen respeto.