6 septiembre,2023 5:19 am

Se normaliza la vida política en Brasil tras nueve meses del gobierno Lula

 

Gaspard Estrada

 

El próximo 7 de septiembre se conmemora la fiesta de la independencia de Brasil. Para el Presidente Lula, se trata de una fecha políticamente significativa, tomando en cuenta que durante el mandato de su antecesor, Jair Bolsonaro, ese día fue utilizado para movilizar al sector más radical de los militantes de extrema derecha, tanto dentro de la sociedad civil como del ejército, para intentar romper el orden constitucional y terminar con la democracia brasileña. Fue durante las celebraciones del 7 de septiembre de 2021 que Jair Bolsonaro, desde un estrado en la avenida paulista de la ciudad de São Paulo, declaró que uno de los jueces de la Corte Suprema de Justica, Alexandre de Moraes, era un “canalla”, y que estaba dispuesto a gobernar “por fuera de las cuatro líneas de la Constitución”. Tras esa declaración, los jueces de la Suprema Corte reaccionaron, haciendo un llamamiento público al entonces jefe del Ejecutivo. La tensión política dentro del país llegó a tal punto que el expresidente Michel Temer tuvo que entrar a mediar entre el juez de Moraes y Jair Bolsonaro.
La elección presidencial del año pasado fue extraordinariamente tensa. Durante la campaña, Bolsonaro no dejo de amedrentar y presionar a los poderes públicos –en particular al Tribunal Superior Electoral, a cargo de la organización del proceso electoral–, así como a los medios de comunicación, para intentar generar un ambiente de polarización y de odio dentro de la sociedad. Como resultado, una intervención de las fuerzas armadas podría llevarse a cabo, y así, Jair Bolsonaro mantenerse en el cargo. De esta manera, era fundamental que el ejército se mantuviera fuera del proceso electoral y político. No fue lo que sucedió.
Durante los actos del 7 de septiembre de 2021 y 2022, Bolsonaro intentó asociarse al máximo con los líderes del cuerpo castrense. De hecho, varios medios de comunicación han revelado que algunos generales, a pedido de Jair Bolsonaro, hicieron consultas con juristas para intentar encontrar salidas jurídicas que permitieran evitar la llegada al poder de Lula. Sin éxito, tras estas intentonas, el grupo cercano a Bolsonaro dio el todo por el todo durante la toma (provisoria) de las sedes de los tres poderes, en la capital Brasilia, el 8 de enero de 2023. La polarización de la sociedad y de la clase política llegó a su ápice en ese momento.
En este contexto, uno podría imaginar que el gobierno Lula, que fue electo en octubre 2022 con una diferencia mínima de votos frente a su contrincante de extrema derecha, tendría muchas dificultades para poder tomar la iniciativa política e implementar su agenda gubernamental (de hecho, el Presidente Lula no dispone de una mayoría en el Congreso). Sin embargo, después de ocho meses de gobierno, las cosas apuntan a una mejora del escenario político, económico y social. En el plano político, después de un primer trimestre marcado por la inestabilidad en las relaciones entre el gobierno federal y el Congreso, la agenda legislativa pasó a ser controlada –o al menos dominada– por los ministros de Lula a cargo de las relaciones con el poder legislativo. Gracias a ello, un cierto número de iniciativas de ley, como la política de revalorización del salario mínimo, la protección de los pueblos indígenas, y el restablecimiento de la mayoría de los programas sociales implementados por el Partido de los Trabajadores (PT) durante sus 14 años de gobierno, fueron aprobados por el pleno de la Cámara de Diputados y del Senado. Estas iniciativas se tradujeron en un aumento del crecimiento económico, ya sea en la exportación de alimentos y de materias primas (que fue fundamental para asegurar el aumento del PIB durante el primer trimestre de año), como en el plano del consumo de las familias, de la industria y del sector servicios (que actuaron como los catalizadores del crecimiento económico de Brasil durante el segundo trimestre). Aunado a ello, la inflación ha disminuido, de la misma manera que las tasas de interés y los índices de desempleo.
En pocas palabras, la rueda de la economía está volviendo a funcionar. Esto tiene un impacto político, en el sentido que la gran mayoría de los políticos, inclusive los que son miembros del partido de Jair Bolsonaro, tienen interés en mostrar su cercanía con Lula. Tras la inhabilitación política del expresidente de extrema derecha, en mayo de este año, este proceso de migración aumentó.
En resumen, esta fiesta nacional brasileña será muy diferente a la del año pasado. Esperemos que así continúe.

* Director Ejecutivo del Observa-torio Político de América Latina y del Caribe (OPALC), con sede en París.

Twitter: @Gaspard_Estrada