12 febrero,2024 12:05 pm

Se previeron inundaciones por Otis, pero no daños por el viento y el actuar de la sociedad: Bomberos

 

Narra el encargado de despacho de la Dirección de Bomberos, Raúl Noyola Rocha, las labores que llevaron a cabo durante el huracán y las horas y días posteriores a él. Ellos reportaron 47 de los 52 muertos que se tienen contabilizados oficialmente y afirma que hay un subregistro de víctimas

 

Acapulco, Guerrero, 12 de febrero de 2024. El encargado de despacho de la Dirección de Bomberos de Acapulco, Raúl Noyola Rocha, acuarteló a sus trabajadores en la estación central en la tarde del 24 de octubre para conformar las brigadas que saldrían después del paso del huracán Otis. Previó inundaciones, pero no afectaciones por el viento y la sociedad. “Otis no fue el desastre, fue lo que vino después”, contó a El Sur este sábado.

Acudió a la 1 de la tarde a una reunión en Cabildo con la presidenta, Abelina López Rodríguez, para distribuir a los trabajadores en el municipio con maquinaria pesada, camiones de volteo y motosierras. De 6 a 8 de la noche se hicieron perifoneos para informar de la proximidad del huracán y de los refugios temporales, “eso fue lo que ayudó a que no hubiera tanta víctima, créame, como en Paulina”.

Raúl Noyola tiene 46 años, es voluntario de la Cruz Roja desde los 17 y hace 22 años se hizo bombero. Se certificó en Riverside, California, Estados Unidos y es uno de los dos capacitados en Acapulco para hacer peritajes de incendios.

 

Los trabajos durante el huracán

A las 10 de la noche hubo un reporte de un árbol caído en el Club de Golf que bloqueaba la avenida Costera. Fueron seis bomberos a cortarlo antes de que entrara el huracán, entre ellos Ricardo Chávez Reducindo, quien tiene 31 años y el 4 de marzo cumple 10 como bombero.

A las 11:30 de la noche empezaron los vientos huracanados y un tronco casi le cayó encima a un bombero. Se guarecieron en el restaurante Terra Luna, en la entrada del Club de Golf, pero caían colchones de los hoteles, y regresaron a la camioneta para refugiarse en las oficinas de CAPTA, frente al Oceanic 2000.

Raúl Noyola recibió la última llamada a las 11 de la noche, una vecina de la colonia María de la O pedía que rescataran a su hija que le había caído una barda encima y se estaba ahogando por el agua. Los bomberos ya no pudieron salir porque los postes de luz bloquearon la calle Cañada de los Amates, a un costado de la tienda Sam’s Club de la avenida Farallón.

Unos 15 bomberos se refugiaron en la oficina del jefe, tuvieron que sostener la puerta para que no volara y vieron los estragos por un pequeño cristal. Otros 10 trabajadores no pudieron cruzar el patio por el viento y se quedaron en otra oficina.

Sus otros compañeros llegaron a las oficinas de CAPTA, donde se refugiaba el personal. El ambiente “era tenso porque no era seguro”: los ventanales se reventaron, empezó a oler a gas LP y más objetos azotaban en el pavimento.

Los bomberos regresaron a la avenida Costera y rescataron a un señor y su hija que se volcaron dentro de su Wolksvagen cerca del Centro de Convenciones. En uno de los hoteles que recorrieron recogieron a un herido que se desangraba del vientre, y 100 metros más adelante a otro que salió del mar y se le veía el hueso del cráneo por una herida en la ceja.

Acudieron a la clínica 9 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la avenida Cuauhtémoc para dejar a los dos heridos, pero fueron rechazados porque no había material ni luz. Fue hasta las 7:20 de la mañana que llegaron al hospital Vicente Guerrero y los internaron, pero no saben qué pasó después.

Raúl Noyola y los demás bomberos habían quitado un poste de Telmex, uno de ellos se tuvo que sujetar de éste porque volaba con el viento. Salieron a las 4 de la mañana en camionetas y se encontraron en la avenida Universidad a Abelina López en una patrulla de la Policía Preventiva; la alcaldesa le preguntó al jefe de bomberos qué hacer y él le contestó abrir los accesos.

Raúl Noyola abrió camino con una retroexcavadora y cruzó el Maxitúnel, de donde sacó a gente que se quedó a dormir. Llegó al hospital de Ciudad Renacimiento para dejar a un herido de cortes de láminas que llegó solo a la estación de Bomberos, pero el nosocomio era un “caos” porque el diésel para la planta de luz se iba acabando.

Los bomberos despejaron la entrada de la autopista, donde ya había una fila de carros de turistas que se prolongaba hasta la Vacacional. “Todo mundo habla de los héroes de la CFE (Comisión Federal de Electricidad), pero nadie habla de la gente que les abrió el paso”. Policías estatales les ayudaron a remover los espectaculares caídos.

 

La recuperación de cuerpos

Empezó la recuperación de cuerpos, de los primeros fueron los de la colonia 20 de Noviembre. “Hemos perdido la capacidad del asombro durante todos estos años al ver víctimas, pero eso sí te pega: una madre tratando de proteger a su bebé, eso te mata”, compartió Raúl Noyola, quien empezó a sufrir ansiedad y toma medicamentos para controlarla. 

Luego fueron las víctimas de las colonias Nueva Era, Pancho Villa, San Isidro y Pedregoso, un adulto y un niño que les cayó encima una torre de mercancía durante la rapiña de una sucursal de MerzaPack, y un cadáver en la playa El Morro y otro en Tamarindos. En el Club de Yates no los dejaron entrar “por ser zona federal y zona protegida”.

Los bomberos de Acapulco reportaron 47 de los 52 muertos que se tienen contabilizados oficialmente hasta ahora, pero el jefe de la dirección considera que hay un subregistro de fallecidos que no llegaron al Servicio Médico Forense (Semefo). Por ejemplo, en la funeraria Ruiz, enfrente de la subestación de Bomberos en la colonia Ciudad Renacimiento, vio que un hombre velaba el cuerpo sin preparación de su hijo de 11 años. Supone que el Registro Civil pueda tener el total de muertos por las actas de defunción que él calcula en 300.

“En todos los fenómenos perturbadores hay etapas: la primera es la del desastre, la segunda es la rapiña, la tercera es robo en casa-habitación, la última etapa es el abuso sexual y el suicidio”, y tardan más de un mes para que transcurran. En Acapulco fue en una semana. 

La rapiña ocasionó muertos, lesionados y quemados en las gasolinerías de Ejido y la Y griega. Luego empezaron los robos en casas de las colonias Zapata, Progreso, Costa Azul y en Caleta, principalmente; y después registraron 14 casos de abuso sexual, algunos de ellos violaciones, en la Emiliano Zapata, Ciudad Renacimiento, Progreso y Coloso, donde “hubo bastante”.

Registraron un número similar de suicidios de jóvenes entre 18 y 22 años, y personas de más de 40 años, que se ahorcaron; y la violencia de género “se duplicó” por disputas dentro de las parejas por los enseres y los apoyos en efectivo.

Raúl Noyola durmió un mes y medio en su oficina, sólo avisaba a su familia que estaba bien. Llegaron bomberos de los estados de Morelos, Estado de México, Zacatecas, Baja California, Chihuahua, Ciudad de México, y del mismo Guerrero, que salían con guías para dialogar con los delincuentes y no los asaltaran. Les quitaron dos motosierras.

Ricardo Chávez también se quedó a dormir una semana, visitó a su familia una vez para ver que estaban bien. “Era muy pesado, pero no nos sentíamos cansados ni el hambre ni la sed”. Sólo comían galletas y pan.

La oficina de Raúl Noyola se convirtió en un consultorio, él casi muere por neumonía que contrajo porque se acostaba mojado, no se cambiaba de ropa porque no había y fuma “demasiado”. Ahí se recuperó un trabajador diabético que le cortaron el dedo del pie porque se enterró un clavo, y hubo 2 mil consultas de dengue e infecciones respiratorias. Registraron cólera en el poblado de La Testaruda.

Acapulco cuenta con 160 bomberos, sólo cuatro son mujeres, el 30 por ciento son jóvenes y cinco tienen 80 años. Acuden 15 voluntarios que se van “escueleando” para conseguir una plaza posteriormente. Todos están cansados, pero desde el 15 de diciembre lidian con los incendios de pastizales que suman 115 y han afectado a 21 casas y unos negocios.

Raúl Noyola lleva un año como encargado de despacho y previó que en abril y mayo “se va a poner terrible”. Actualmente apilan el pastizal y los árboles para evitar la propagación del fuego y consideró que están bien equipados por la actual administración, recibieron un bono y cuentan con seguro de vida.

 

Texto y foto: Ramón Gracida Gómez