2 julio,2019 4:49 am

Segundo día de ataques en El Naranjo provoca el exilio de 500 vecinos; no acude ninguna autoridad

Animales muertos en los corrales, techos agujereados a balazos, balas regadas en las calles y la evidente zozobra de los pobladores que se quedaron fue el resultado de las dos  balaceras que sufrieron habitantes de esa comunidad de Leonardo Bravo. Los agresores fueron policías comunitarios de Heliodoro Castillo que desde el 11 de noviembre del año pasado irrumpieron en Filo de Caballos, señalan.
El Naranjo, Guerrero, 2 de  julio de 2019.  Animales muertos en los corrales, techos agujereados a balazos, balas regadas en las calles y la evidente zozobra de los pobladores que se quedaron fue el resultado de dos  balaceras que sufrieron habitantes de El Naranjo, municipio de Leonardo Bravo (Chichihualco), comunidad a menos de una hora de la cabecera municipal, la tarde del domingo y la mañana de ayer lunes.
La primera balacera ocurrió de las 6 a las 7 y media de la noche del domingo y la segunda de 8 a 9 de la mañana de ayer, lo que provocó que casi la mitad de los aproximadamente mil habitantes huyera de la localidad rumbo a Chichihualco, y de allí a Chilpancingo de donde se dispersaron a distintos lugares.
Los pocos pobladores que quedaron contaron ayer que los agresores fueron policías comunitarios de Heliodoro Castillo que desde el 11 de noviembre del año pasado irrumpieron en Filo de Caballos.
La lluvia de disparos cayó sobre el pueblo desde un cerro cercano al que conocen como El Cantón, ubicado por el lado de la comunidad de Tres Cruces que se encuentra a orilla de la carretera Casa Verde- Filo de Caballos.
Algunos de los pobladores respondieron a la agresión y la tarde de ayer no se habían reanudado los disparos.
Los desplazados de este nuevo episodio de violencia en la zona llegaban todavía el medio día de ayer lunes a Chilpancingo en las combis de la ruta Chilpancingo-Chichihualco, en donde algunos de ellos comentaron que su destino es incierto, pero que ya no van a regresar a El Naranjo por los riesgos de violencia.
A su vez, los vecinos que se quedaron denunciaron que los gobiernos federal y estatal “los dejaron solos”, porque no acudieron ni militares ni policías estatales a pesar de que fueron insistentes los llamados de auxilio.
En el pueblo se buscó al comisario municipal y al comisariado ejidal, pero no fueron encontrados. Los pobladores expresaron que desconocen si fueron parte de las familias que abandonaron el pueblo.
En el trayecto de Chichihualco a El Naranjo el medio día de ayer una camioneta bajaba llena de pobladores, entre ellos venían varios niños huyendo de la violencia que explotó en este pueblo.
Después de la una de la tarde de ayer desde la entrada del caserío, la desolación saltaba a la vista. La mayoría de las casas permanecían cerradas, otras, aunque con las puertas semi abiertas, estaban vacías y en las calles sólo algunas personas caminaban pegadas a la pared o cubriéndose atrás de vehículos o arbustos, ante el temor de que de un momento a otro se reanudara el tiroteo.
En algunos de los techos de las casas de lámina galvanizada, asbesto o de teja los agujeros de las balas eran visibles. Uno de los techos más agujereados fue el de la capilla de la Santa Cruz igual que su portón, los impactos atravesaron la lámina. La capilla se encuentra justo en la dirección donde se apostaron los agresores a la localidad.
En el patio de una de las casas de al lado yacía una bestia mular muerta de un balazo en el lomo. Otros pobladores habían sacado ya afuera del pueblo a sus animales muertos, como chivos, patos y pollos que fueron alcanzados por las balas en los corrales, antes de que se les comenzaran a apestar.
En una de las casas cuyo techo fue agujerado por las balas se encontró a uno de los vecinos todavía asustado. Tendida en un rincón sobre el piso había una colcha, sobre ella pasó solo toda la noche, al resto de su familia la agarró la balacera en la casa de su suegra, del otro lado del pueblo, en una zona más protegida.
“Aquí pasé solo toda la noche, afuera estaba más canijo y me dije: nomás con Dios me voy a encomendar, no había otra cosa qué hacer, más que cubrirse allí en la esquina”, dijo mostrando el sitio donde durmió.
Contó que nunca antes les había ocurrido algo así en El Naranjo, pero que ya temían alguna agresión por la presencia de los policías comunitarios que desde noviembre pasado se encuentran en Filo de Caballos y en Los Morros, y que por eso el comisario en una reunión les había recomendado que cuando escucharan balazos que se tiraran al piso en las esquinas de sus casas.
Dijo que anoche permaneció tirado en la esquina de su casa dos horas desde que empezó la balacera hasta media hora después que cesó. Después se levantó pero ya no quiso salir de su casa, “yo pensé que gracias a Dios mi familia estaba segura en la casa de mi suegra y que tampoco iban a salir, por eso me quede solo toda la noche”.
Agregó que ayer a las 8 de la mañana otra vez reanudaron los disparos y volvió a tirarse durante una hora en la misma esquina.
Agregó que ayer ninguno de los pobladores salió al campo a trabajar en sus tierras. Contó que él ayer iría a fumigar su siembra, pero se complicaron las cosas, gracias a Dios que comenzó cuando yo llegué  del cerro donde tengo mis arados”.
El mismo vecino, cubriéndose entre las paredes y techos de las casas fue a mostrar la capilla de la Santa Cruz, en donde la lámina galvanizada presentaba varios orificios, algunos del tamaño de una uva, lo que reflejaba lo potente de las balas. La reja de herrería también tenía por lo menos cuatro agujeros, “afortunadamente a esa hora ya no había nadie rezando”.
En el patio de la casa de un lado de la capilla yacía una bestia mular que comenzaba a inflarse, una bala que le pegó en el lomo la mañana de ayer la mató y su dueño aún no la sacaba a la orilla del pueblo.
El dueño contó que otros de sus vecinos ya habían sacado sus animales a tirar afuera de El Naranjo. De los que se daba cuenta eran dos caballos, chivos, gallinas, patos, “algunos menos mal se van a comer sus gallinas y sus patos, pero los que perdimos caballos y mulas no aprovechamos nada”.
Otro de los vecinos dijo que él no se va a salir del pueblo, “aquí nos vamos a machinar, va, no debemos nada, si nos vamos les vamos a dejar el pueblo y después para regresar va a estar más cabrón como les pasó a los de Filo de Caballos, mejor aquí nos quedamos”, dijo en tono valiente y despedía un aliento a alcohol.
En la carretera rumbo al pueblo, así como en la entrada al caserío y en las calles, se vieron algunos hombres armados que fueron los que respondieron a los atacantes para defender a la localidad la tarde del domingo y la mañana de ayer.
Sin embargo, no había presencia militar ni policiaca a más de 12 horas de la primera balacera, a pesar de que los vecinos estuvieron pidiendo el apoyo desde que comenzó el ataque a las 7 de la noche del domingo.
Texto: Zacarías Cervantes / Foto: Lenin Ocampo
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