8 julio,2022 5:09 am

Tillie Olsen: descubrir la belleza  

USAR esta

Adán Ramírez Serret

 

El tema, el asunto sobre el que trata un libro, es uno de los motivos de más censura en la literatura. Sin duda, se piensa en temas políticos, sexuales o de violencia.

Pero la censura va mucho más allá de ello. Irene Vallejo cuenta en su célebre El infinito en un junco, que ha habido censura desde la Biblioteca de Alejandría; la comedia, por ejemplo, brillaba por su ausencia, y de el gran número de escritores de este género, tan sólo perduran Aristófanes y un puñado de otros cuantos.

También la censura cuenta con medios sutiles. Ignorar, despreciar y minimizar son formas de mantener en la oscuridad. Esto se puede ver en los temas que son entendidos como Literatura. Sólo las aventuras de un tipo de héroe, de soldado, de amor, de belleza, se pueden contar.

Sin embargo, la literatura se renueva constantemente, y en el siglo XX autores como James Joyce cansado de “las grandes palabras” o Kurt Vonnegut de los héroes de guerra, escribieron obras en donde la épica podía ser sobre un hombre común caminando por su ciudad en un día ordinario o novelas sobre la guerra con palabras dulces y con la posibilidad de vivir tan sólo en los recuerdos que fueran felices.

La literatura escrita por mujeres ha sido censurada, despreciada y minimizada a lo largo de la historia. Así, las pocas que podían ser publicadas eran vistas como una especie de subgénero que escribían sólo para mujeres porque sus temas eran sobre la familia y la vida privada, “temas femeninos”. Olvidando –por ignorancia o por misoginia– que la novela nació como un género para mujeres y que las grandes novelas como Madame Bovary, Ana Karenina y En busca del tiempo perdido no tratan de otra cosa que la familia, los sentimientos y la vida privada.

Pienso en todo esto por el gran número de autoras que se descubren o redescubren en los últimos años que las editoriales, la prensa y el público, han vuelto la vista hacia la literatura escrita por mujeres.

Puedo citar muchas autoras, pero ahora me interesa Tillie Olsen (Estados Unidos, 1912-2007) quien ya había sido publicada en español, pero había pasado algo inadvertida, y quien es introducida en la cuarta de forros de Dime una adivinanza nada menos que por Alice Munro, quien dice, “Siempre que leo Dime una adivinanza, me rompe el corazón” y por Margaret Atwood, “Respeto se queda corto, ‘reverencia’ es la palabra”.

Esta original novela de Tillie Olsen recuerda aquella declaración de Borges quien decía que no hay novelas si no pequeños relatos que forman un conjunto. Es lo que sucede con Dime una adivinanza: un conjunto de relatos que giran sobre una familia.

El relato que abre es Aquí estoy, planchando es sobre una mujer que se ha dedicado a trabajar toda su vida y que tuvo que dejar durante unos años a su primera hija, quien nació bella, pero al poco tiempo de nacida se contagia de varicela y considera que pierde su belleza. Esto la hace vivir una vida desgraciada. Y dice la madre sobre ella en las primeras páginas, “‘Que necesita ayuda…’ ¿De qué serviría que yo fuera a verla? ¿Acaso cree que, porque soy su madre, tengo la clave, o que usted podría usarme como clave de algún modo? Mi hija ha vivido diecinueve años. Gran parte de esa vida ha transcurrido fuera de mí, por encima de mí”.

En este breve párrafo Olsen replantea la idea de maternidad protectora siempre, útil para sus hijos como nadie más y amada siempre por ellos. Aquí dice lo contrario, y eso es Literatura en gran medida: dibujar de la manera más fiel posible la realidad redefiniendo un estereotipo.

También hay nuevas ideas de belleza en uno de los relatos más hermosos, Dime una adivinanza, una mujer y su esposo luego de que sus hijos se van y ellos llevan mucho tiempo viviendo solos, están en la discusión si deben dejar su casa o irse a vivir a un asilo. Él quiere irse para estar con más personas, pues es sociable y muere de ganas de convivir. Mientras ella quiere permanecer en la casa en donde ha estado toda su vida, muchas veces a pesar de sí misma. Quiere conservar su dignidad comiendo lo que quiere, cuando quiera y en su casa.

Los hijos intervienen en algún momento, y uno de ellos dice, “Mamá, nunca olvidaré uno de esos días tan bonitos, cuando lavabas la ropa fuera, debía de ser a comienzos de la primavera. Las pompas de jabón bailaban arriba y abajo mientras frotabas, y nosotros las perseguíamos…Tú siempre…”.

La obra de Tillie Olsen es valiosa porque quita velos acerca de la familia y descubre la belleza que siempre ha estado frente a nosotros y nunca habíamos querido ver.

 

Tillie Olsen, Dime una adivinanza, Barcelona, Las Afueras, 2020. 181 páginas.