23 octubre,2021 10:57 am

Tita Radilla: preocupa que autoridades no hagan algo por hijas e hijos de personas desaparecidas

“¿Cómo pedirles que sean rectos si tienen ese rencor, ese odio y nadie los atendió? No es justificar, pero viven una situación gravísima y son presa fácil de los criminales”, plantea la hija del líder social víctima de desaparición forzada Rosendo Radilla Pacheco, que en estos días participa en las actividades de la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, en Morelos

El Sur / Morelos, 23 de octubre de 2021. “Hay desaparecidos que tienen muchos hijos y esto me angustia. Si las autoridades ni siquiera piensan en identificar los 50 mil restos que están en los Semefos, mucho menos van a pensar en estas criaturas que realmente necesitan que la situación cambie”, expresa Tita Radilla, hija de Rosendo Radilla Pacheco, líder social de Atoyac de Álvarez, además de campesino y compositor de corridos que invitaban la población a reclamar por sus derechos, que fue desaparecido a manos del Ejército Mexicano el 25 de agosto de 1974.

Entrevistada por El Sur durante sus tareas en la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas –realizada en Morelos del 9 al 24 de octubre–, Tita Radilla recuerda que en aquella época la situación no era muy diferente a la actual: en la “guerra sucia”, el Estado no sólo no ayudó a las familias en búsqueda sino que llegó a negar que en México había desaparecidos.

“Los niños quedan desprotegidos, en la total orfandad, ya no pueden estudiar. Tenemos mucho miedo de que el día de mañana puedan ser delincuentes por el dolor, el coraje y la rabia que anidan en sus corazones por lo que ocurrió con su familiar”, advierte la también vicepresidenta de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México (Afadem).

Creada en 1978, la Afadem ha documentado la desaparición forzada de mil 200 personas entre las décadas de los sesenta y ochenta. A partir del inicio –hace 47 años– de una incansable búsqueda para dar con el paradero de su padre, Tita Radilla ha sido testigo del aumento exponencial de las víctimas de este delito, de la impunidad que lo envuelve y de los estragos que deja en la sociedad.

De acuerdo con el último informe que rindió la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), en México se tiene registro de 92 mil 794 personas desaparecidas entre 1964 y el 4 de octubre de 2021. Se trata de cifra oficiales, por lo cual la dimensión de esta crisis humanitaria podría ser aún más espeluznante.

“¿Qué va a ser del país? –se pregunta Tita en tono alarmado–. Me aterroriza porque son miles de niños y jóvenes. ¿Cómo pedirles que sean rectos si tienen ese rencor, ese odio y nadie los atendió? No es justificar, pero viven una situación gravísima y son presa fácil de los criminales”.

Cuando ocurre la desaparición forzada de un familiar adulto, niñas, niños y adolescentes suelen verse obligados a asumir roles parentales, se enfrentan al abandono escolar y a dificultades económicas para acceder a una adecuada alimentación, son víctimas de estigmatización social. A menudo, estos jóvenes elaboran su versión acerca de la ausencia de su familiar desaparecido e incluso llegan a sentirse culpables por la ausencia.

Esta situación fue denunciada en 2017 ante el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de las Naciones Unidas por la Red por los Derechos de la Infancia en México, junto con otras organizaciones civiles.

Aunque la Ley General de Víctimas establece que las familias que sufren una desaparición deben recibir atención integral, la respuesta del Estado mexicano es tan insuficiente como deficiente.

No existe una política de abordaje psicosocial eficaz, mucho menos un enfoque específico para los menores de edad que requeriría de conocimiento especializado. Y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), que tendría que desempeñar un papel fundamental en la atención de este problema, no tiene titular desde hace año y medio, además de que cada vez cuenta con menos recursos, tanto económicos como humanos.

La ardua tarea de sensibilizar a autoridades

A partir de su primera edición, en 2016, la Brigada Nacional de Búsqueda (BNB) ha venido construyendo una serie de ejes de acción enfocados en buscar de la manera más integral posible. Además de la búsqueda en campo, la identificación y la búsqueda en vida, también desarrolla actividades de prevención de la desaparición, construcción de paz y reparación del tejido social.

Para Tita Radilla esta es su tercera BNB, en 2019 estuvo en la que se llevó a cabo en Guerrero y en 2020 en la del norte de Veracruz. A pesar de pertenecer al eje que se encarga del trabajo con comunidades eclesiales y de fe, este año se incorporó al eje de sensibilización a autoridades y fuerzas de seguridad locales.

A lo largo de la VI Brigada –que termina mañana domingo–, quienes integran este eje se han reunido con funcionarios y cuerpos policiacos de varios municipios de Morelos, entre éstos Jojutla, Amacuzac y Totolapan. De acuerdo con la vicepresidenta de la Afadem, por lo general la recepción ha sido positiva.

“Para nosotros es importantísimo hablar con las autoridades, sobre todo con la policía porque tiene mucho que ver con la seguridad de las personas. Es una manera de hablarles de nuestros casos, de contarles qué le sucede a una familia cuando tiene a un desaparecido, apelar a su sensibilidad, decirles que se quiten el uniforme y abran su corazón para que nos escuchen”, explica Tita.

“No todos reaccionan igual: unos lloran, otros hacen su corazón y rostro duros, pero siento que están sufriendo porque están pensando que no es mentira lo que decimos, que también puede pasarle a ellos o alguno de sus familiares”.

Se trata de encuentros sumamente emotivos y, a la vez, agotadores. En ocasiones hay abrazos entre las dos partes y conmoción. Ante las historias de tantas familias rotas algunos policías se ponen a llorar; las familiares les piden que, si llegaron a desaparecer a alguien, ya no lo vuelvan a hacer, o que si están enterados de algún entierro clandestino o de alguna persona secuestrada lo hagan saber, que difundan la voz entre sus colegas.

Como reporta el informe sobre la V Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, titulado Buscando nos encontramos y presentado el pasado 17 de octubre (https://bit.ly/3DT2yYi), este trabajo de sensibilización nació de la exigencia de tratar las desapariciones no exclusivamente desde la atención a las víctimas y la búsqueda, sino también desde la prevención.

Y es que los cuerpos de seguridad y las autoridades de los tres niveles juegan un papel clave: con frecuencia, son “las perpetradoras de la desaparición, ignorando el dolor que provocan a quienes sufren la desaparición y sus impactos, así como el propio proceso de deshumanización e indolencia que las atraviesa como funcionarias”.

En palabras de Tita Radilla, para las familias en búsqueda esta tarea de concientización es bastante difícil, pero es necesario enfrentarla para contrarrestar la violencia.

A las autoridades, cuenta la activista, “les hemos pedido que apoyen a los colectivos locales, que estén con ellos, porque los que venimos de otros estados de la República no vamos a ir después de la Brigada. Algunos presidentes municipales han firmado compromisos para parar esta violencia y eso es importante. Sembramos esta semilla del sentimiento, del amor, del querer cambiar las cosas. Les hablamos de promover la paz, incluso en los hogares, con la familia, en las escuelas, para que México cambie: quizás no todos, pero pienso que muchos nos escuchan y se quedan con esto”.

“¿Por qué les buscamos? ¡Porque les amamos!”

“Yo no podría quedarme en casa sabiendo que la Brigada está yendo a las comunidades –confiesa Tita, emocionada–. También quiero poner mi granito de arena en este movimiento de puro amor que es algo maravilloso e indescriptible”.

En la Brigada Nacional de Búsqueda, cuenta, ha encontrado un espacio que hermana a la gente y en donde “el dolor de uno es el dolor del otro, el trabajo de uno es el trabajo del otro”. Este compartir funciona como un combustible que alimenta la determinación de quienes conforman la BNB: antes que nada, las y los familiares, más las personas solidarias que se unen, como abogadas, antropólogas, defensores de derechos humanos, creyentes, artistas.

“Lo hacemos todo con amor, por eso vamos a las escuelas, a los distintos sitios a donde podamos llevar el mensaje: no sólo a las autoridades, sino que a la población en general para que también podamos sembrarle esta semilla, y también con los niños: decirles ‘no seas violento con tu compañero, tu hermano, tu vecino’, porque desde ahí tiene que nacer la cultura del respeto hacia el otro, del amor, de la tolerancia”, insiste.

Actualmente, la BNB articula a decenas de colectivos; su finalidad es establecer un mecanismo de búsqueda que genere un costo político al Estado y lo obligue a buscar. Para Tita Radilla, como para muchas otras personas que buscan a sus seres queridos desaparecidos, la Brigada se ha convertido en una familia extendida.

“Cada uno de los colectivos decimos que tenemos la familia de sangre, pero también tenemos a otra familia y en muchas ocasiones convivimos más con esta familia que la desgracia nos ha hecho hacer. Son familias hermosas que se entienden, se apoyan, se abrazan y hacen todo lo necesario para que el otro no sufra. Quisiéramos quitarle el dolor al otro, pero es complicado. Desafortunadamente somos muchos colectivos, y digo desafortunadamente porque hay muchos familiares, ojalá y no hubiera tantos desaparecidos ni tantos colectivos”, lamenta.

“Cuando se logra identificar a un cuerpo o a unos restos es un momento de gozo y de alegría de todos porque una familia ya va a tener a este ser querido ahí y no tirado en algún lado. Es maravilloso compartir esto con los compañeros que han tenido la fortuna de encontrar a su ser querido. Todos decimos la consigna ‘¡vivos los llevaron, vivos los queremos!’, aunque sabemos que no son llevados por gente buena sino por criminales y pues los buscamos en las condiciones en que se encuentren… sobre todo nosotros que somos de aquella década y que ya no sabemos qué vamos a encontrar”.

Durante los días de la Brigada es común escuchar una voz que desgarra el silencio: “¿Por qué les buscamos? ¡Porque les amamos!”. Es una consigna que marca una identidad, si bien nadie quisiera encontrarse en esta condición de duelo perenne y de injusticia que no acaba. Sintetiza el horror que se vive en México desde hace décadas.

“Esta es una lucha muy difícil y cruel, y por parte de algunas autoridades hay insensibilidad –reitera Tita Radilla–; hay muchos riesgos al venir aquí, sabemos la situación de criminalidad que se vive en los municipios”.

Texto: Caterina Morbiato